Política
– Usted que es ingeniero agrícola, a lo largo de su vida ha ocupado distintos cargos políticos. ¿Se siente más político que directivo de empresa?
Hice política como compromiso con mi país desde los 18 años mientras estudiaba y después cuando trabajaba. He sido político a plena dedicación desde 1981 hasta 1990, cuando fui diputado en el Parlament de Catalunya y consejero de la Generalitat de Catalunya. Después de haberlo dejado, volví por razones de amistad unos años más tarde, a finales de siglo, como portavoz de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona, hasta que con la constitución de e-Cristians decidí dedicarle todo el tiempo libre. He vivido, pues, básicamente la mayor parte de mi vida como profesional y como directivo de empresa y en la fase final también en la Universidad.
– ¿Es correcto decir que su discurso se mueve entre lo político y lo teológico?
Más bien desde la fe vocacionalmente centrada en la vida pública, la construcción del bien común y la aplicación de la doctrina social de la Iglesia para contribuir a facilitar la extensión del Reino y derribar las estructuras de pecado.
– ¿Cuál es su visión sobre la relación entre fe y política?
La definida por los tres últimos Santos Padres: la política es una de las más altas manifestaciones de la caridad cristiana. La fe manda que la política sea un ejercicio de amistad, que facilita, por tanto, la construcción de aquella condición necesaria para la política buena que definía ya Aristóteles; la amistad civil a la que también podemos llamar concordia.
– ¿Qué quiere conseguir en esta sociedad secularizada?
Que en un marco de verdadera libertad, la sociedad tenga presente en su vida colectiva la ley natural y el hecho de la existencia de Dios, del Dios revelado en Jesucristo, como marco de razón objetiva, que hace posible la mejor realización personal de cada uno. No se trata tanto de una cuestión de fe -que también- porque es un don, como de concepción cultural razonable: vivir como si Dios existiera, porque la concepción cristiana es el fundamento y el horizonte de sentido que ha construido lo mejor que tenemos, y la que engendra las mejores respuestas para la policrisis bajo la cual vivimos, generada precisamente por la cultura y la política que rechaza todo esto. Dominio, del historiador agnóstico Tom Holland, da buenas pistas sobre estas cuestiones.
– Para mejorar la política española actual, ¿qué tres aspectos recomendaría mejorar?
El compromiso cristiano con la política y el debate cultural llevado a cabo de forma organizada y colectiva para llevar las aplicaciones de la doctrina social de la Iglesia a la vida social y política.
Huir de la supeditación e instrumentalización de los cristianos por parte de los actuales partidos políticos, que en su forma de hacer forman más parte del problema que de la solución. La sustitución de la actual manera de gobernar y hacer política por otra basada en el servicio a los demás y el ejercicio de las virtudes personales en la vida pública. Regeneración, reforma y renovación, es otra forma de decirlo.
– ¿En qué consiste una buena política?
Aquella que desde la amistad civil promueve: 1) El bien común entendido como el conjunto de condiciones que hacen posible que cada persona y cada familia realice lo máximo posible sus dimensiones personales y colectivas y de esta realización se derive un bien para la comunidad. 2) Hace realidad los principios o criterios de subsidiariedad, solidaridad, participación, destino universal de los bienes, justicia, libertad y verdad.
– Contra la hipocresía de los políticos que viven de una forma en público y de otra en privado, ¿qué propone?
El ejercicio y la exigencia de las virtudes, las de carácter general comunes a todos y las más específicas de esta actividad. Sin virtudes no puede haber buena política. Pero la cultura hegemónica ha liquidado toda idea de virtud. Vivimos en la época de Tras la Virtud, en el sentido postvirtuoso, como ha escrito Alasdair MacIntyre. El mensaje de Navidad de Pío XI de 1944 Benignitas et Humanitas contiene una buena y concreta definición de las condiciones que debe reunir quien quiere hacer política. O sea, que hace tiempo que sabemos de qué va, otra cosa es que lo apliquemos. Para los griegos clásicos, el servicio a la polis era la manifestación pública de sus propias virtudes, de ahí que la calificación de apolítico era un grave insulto porque significaba ser un hombre sin virtudes. Hoy el calificativo incluso gusta… Luego nos quejamos de las crisis.
– ¿Es usted de derechas… o trasciende los clichés ideológicos?
El apoyo a la familia y a los hijos de Orban y Meloni, considerados no ya de derecha sino más allá, ¿son de derechas?, y las políticas que marginan a la familia y a los padres y subvencionan el aborto y estimulan la crisis de natalidad de Sánchez ¿son de izquierdas? Pues para mí está claro dónde está el progreso y el futuro. En realidad, esta división in génere es una excusa para polarizar la sociedad, construir muros y justificar la pereza para pensar por cuenta propia. Lo que cuenta son las políticas concretas y el juicio que nos merecen.
– ¿Cómo define a la actual izquierda española?
Como una amalgama de liberalismo cosmopolita y progresía de género, que ha liquidado la socialdemocracia y la preocupación por la justicia social, sustituida por la «lucha de géneros», la política de las identidades LGBTQ y la dictadura woke que incluso dicta los cánones de la estética, todo enmarcado por una pasión insana por el poder que todo lo justifica.
– ¿Le preocupa el avance de la ultraderecha en Europa?
No. Porque responde a un relato construido más que a una realidad. ¿Hay que tener miedo a lo que hace Meloni en Italia, o más bien a lo que hace el gobierno de la progresía en nuestro país? En el saco de la ultraderecha se sitúan opciones muy distintas, algunas con años de gobierno a sus espaldas como Austria y Hungría, y que tienen la confianza de los votos de mucha gente por sus políticas prácticas más que por sus ideas. Lo que vive Occidente es una reacción, y como tal, a veces desequilibrada y excesiva, que responde a los excesos previos y continuados de la cultura y política del liberalismo cosmopolita y la izquierda de género.
El temor que quieren despertar es el último fantasma que necesita el poder, la progresía de género y el liberalismo cosmopolita para justificar en su descomunal fracaso histórico. Nos quieren atemorizados ante las reacciones que provocan su cultura y políticas que han conducido a la sociedad desvinculada y a la policrisis, porque no pasamos de ser reactivos y no llegamos a construir la alternativa.
Temas
– Abusos en la Iglesia: ¿Cómo valora la estrategia que ha seguido El País?
Forma parte de una estrategia para convertir a la Iglesia y a los católicos en chivo expiatorio de un grave mal colectivo, un delito sumamente extendido, en el que a base de fijar el foco en el 0,4% de los casos, según datos estadísticos, el 1,1% según la encuesta del Defensor del Pueblo, dejan en la oscuridad el 99% restante, ocultando así la incuria cómplice de los gobiernos por este problema.
El Congreso y el Senado deben tratar sobre la pederastia pero en relación con todos los casos y todas las víctimas, y no sólo limitándolo a una cifra marginal por el mero hecho de ser católicos.
– Israel y Gaza: ¿Cuál debería ser el plan razonable para el futuro?
Lo más inmediato es el cese de las hostilidades y la llegada masiva de ayuda humanitaria. A partir de ahí, todo es muy difícil, empezando por la «sencilla» solución de dos estados: si hoy hubiera elecciones, no ya en Gaza sino en todo el territorio de la Autoridad Palestina, Hamás ganaría de calle, y eso lo sabe todo el mundo. Israel nunca lo aceptará. Me extraña que la Unión Europea no sepa extraer en su propia experiencia histórica después de 1945, para ver y proponer cuál puede ser el camino de la paz: construir la reconciliación en la que todos, palestinos y judíos, ganen y lleguen a compartir unos primeros objetivos materiales concretos.
– Ucrania y Rusia: ¿Se llegará a algún tipo de acuerdo?
Creo que hace tiempo que es evidente cuál es el final. El mismo que el de la última guerra entre Finlandia y la URSS: paz a cambio de territorio y unos acuerdos a tres bandas entre Rusia, la UE y Ucrania para reconstruir el país y consolidar la paz. Se utiliza el conflicto en un intento de desgastar a Rusia a expensas de desangrar a Ucrania. Rusia tiene un PIB que no llega a ser el de Italia y es algo mayor que el español. ¿Esta es la gran amenaza para Europa?
– Unión Europea: ¿Se derrumba progresivamente o renacerá más unida?
La actual dinámica ideológica y práctica lleva a un nuevo desglose. Solo falta el último acuerdo de ampliación en Ucrania y Moldavia, un brindis al sol a décadas vista, que nada resuelve y todo lo complica. Ya lo advirtió en Santiago Juan Pablo II: «Europa vuelve a ser tú misma». Vivimos a expensas del capital político y económico construido por los padres fundadores (Adenauer, De Gasperi, Schuman) y sus primeros sucesores, pero a lo largo de este siglo la UE ha ido perdiendo su horizonte de sentido porque ha liquidado sus fundamentos, hasta llegar al desorden moral, competencial y económico actual.
– Inmigración: ¿Problema u oportunidad?
Sobre todo asumir la realidad. La desmedida inmigración en España a lo largo de este siglo está motivada por la baja natalidad, pero también está incentivada para favorecer mano de obra barata que hace crecer un sector de baja productividad. El problema crónico de la baja productividad española es la causa de que ahora mantengamos la misma distancia en renta per cápita de la renta de la UE que en 1975. No hemos convergido. Lo hicimos el siglo pasado y hemos decaído en el actual, mientras otros países nos superaban, como Chequia, Malta, Eslovenia y Lituania. Existe una estrecha relación entre el tipo de inmigración masiva que está recibiendo España y la baja productividad. Hay que abordar esta cuestión, porque ahora ya hemos retrocedido en rpc hasta el puesto 18 entre los 27 países de la UE. La inmigración también se utiliza como falsa solución para la baja natalidad, que junto a la productividad -y no es del todo independiente- es otra crisis crónica que nos lleva a la catástrofe colectiva. Finalmente, en algunos lugares donde hay otras lenguas y mucha inmigración; Catalunya es el caso más agudo, pero no el único, es evidente que presenta también un problema cultural de primer orden.
– Transición ecológica: ¿Otro motivo de conflicto?
Lo es por dos razones. Primera, porque no siempre la solución que se adopta corresponde a lo real. Y segunda, y más importante, porque hasta ahora carga los costes de la transición sobre la población económicamente más débil. La transición ecológica debe revisarse porque, tal y como está planteada, acentúa la desigualdad y afecta más al 20% de la población con menores ingresos.
e-Cristians
– ¿Qué tipo de presencia pública propone a los cristianos?
Por medio de la acción coordinada de los cristianos en términos de iniciativas culturales, sociales y políticas. No es posible que la concepción cristiana esté tan ausente de la política a pesar de todo lo que puede contribuir a mejorarla. Este alejamiento cristiano es pecaminoso y rechaza lo que han ido reiterando con palabras casi idénticas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco: la política es una de las más altas manifestaciones del amor cristiano. Ahora esto solo es posible por medio de una acción colectiva de los cristianos guiados por las aplicaciones de la doctrina social de la Iglesia.
e-Cristians promueve, después de la I y II Asamblea Cristiana, La Corriente Social Cristiana, que será una organización donde cristianos de fe y de cultura y personas que sin serlo comparten las aplicaciones de la doctrina social cristiana, se reunirán para actuar en la vida pública y política, sin ser un partido; como movimiento. El 3 de febrero se presentará públicamente en Barcelona.
– Amistad social y fraternidad, ¿en qué clave?
La primera creo que hace referencia a la forma de cariño mutuo que tienen o deberían tener entre ellos, con independencia de sus ideas, todos aquellos comprometidos en el trabajo de todo tipo para construir el bien común; sería una virtud aristotélica propia de quienes se interesan por el bien de la polis. La fraternidad solo es real si existe la conciencia de que somos criaturas de Dios y del Padre nuestro. Ambos conceptos, ambas virtudes, son vitales para construir un mundo mejor.
– ¿Difícil la búsqueda del bien común y la cordial convivencia?
Muy difícil, la posverdad, la desaparición de las virtudes, la cultura woke , la lucha de géneros e identidades sexuales, la polarización como herramienta política, la ausencia de todo acuerdo fundamental en el orden moral, que hacer que el bien y la justicia no sean realidades objetivables y posibles de identificar, sino preferencias y conveniencias subjetivas, hacen inviable ambas cuestiones. Por eso es vital actuar para reconstruir un nuevo marco de referencia colectivo que lo haga posible.
– ¿Cristianos organizados para dar respuesta a las necesidades de suelo, techo y trabajo?
Sin duda. La única respuesta holística a estos y otros desafíos pasa hoy por la concepción cristiana, desde la fe o desde la cultura en una concepción secular. Si incluso un personaje de la revolución y la revuelta como Antoni Negri, fallecido recientemente, cuando en su libro Imperio trata de construir la alternativa, ¡no va a buscar a Marx sino a San Agustín y San Francisco de Asís!
– ¿Qué es esto de una fe sin complejos?
La afirmación humilde y firme de que Dios se ha hecho presente en la historia humana como hecho único y extraordinario en la persona de Jesús, que ha venido a traernos la buena nueva de Dios Padre que nos ama y nos presenta cómo podemos alcanzar nuestra máxima realización y felicidad para siempre. Es tanto lo que podemos lograr, que desgraciados de nosotros no acabamos de creérnoslo.
– ¿Qué nos falta desarrollar para una libertad religiosa plena?
Normalizar la presencia de Dios en la vida pública y no confundir neutralidad confesional de las instituciones públicas con ateísmo práctico para excluir toda referencia a Dios. Asumir y practicar que aquellos que hablan desde cosmovisiones naturalistas y materialistas no tienen en modo alguno superioridad ni derecho superior en relación con aquellos que nos manifestamos desde creencias basadas en Dios. Que la neutralidad confesional no es la exclusión de toda concepción religiosa; esto vuelve a ser ateísmo, sino la presencia de todas ellas en un marco de colaboración, porque la sociedad -es una obviedad- no es laica y menos laicista, sino religiosa. En definitiva: reconocer la evidencia de los hechos; esto es de la realidad y no aceptar que sean desvirtuados por la ideología.
– ¿Cómo realizar la unidad de todos los cristianos en un mundo marcado por la división?
Con la oración servida por el amor y la buena voluntad.