Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos presentan dos alternativas que distan mucho de ser ideales pero entre las cuales hay una gran diferencia. La candidatura de Donald Trump, con todos sus altibajos, se alza ante la amenaza de un proyecto liderado por el Partido Demócrata y Kamala Harris. Trump, a pesar de sus defectos y de los cambios recientes en su discurso, es el único candidato con un historial de decisiones y políticas que, aunque perfectibles, han defendido ciertos valores fundamentales.
Un presidente provida en los hechos
Donald Trump hizo historia el 24 de enero de 2020 al convertirse en el primer presidente en ejercicio en asistir a la Marcha por la Vida en Washington, una muestra de su compromiso en defensa de los no nacidos.
Allí proclamó que «cada vida es un don sagrado de Dios», un mensaje claro y contundente que reafirmó su postura provida. El apoyo de Trump a esta causa fue más allá de las palabras, pues fue él quien nombró a tres jueces originales al Tribunal Supremo, lo que permitió la histórica sentencia Dobbs, que revirtió la ley Roe vs. Wade y devolvió a los estados el poder de legislar sobre el aborto.
La elección de Trump de candidatos comprometidos con la vida también se extendió a su vicepresidente, Mike Pence, un católico practicante, y en esta carrera presidencial ha sumado a figuras como J.D. Vance, un católico convertido y ferviente defensor de la causa provida. No es casualidad que Trump, aunque no sea católico, haya estado dispuesto a integrar personas de este perfil en sus filas, porque comprende que su base electoral valora profundamente estos principios.
Kamala Harris y el programa abortista radical
Por otro lado, el Partido Demócrata liderado por Joe Biden y Kamala Harris ha adoptado una postura extremista a favor del aborto sin restricciones. Kamala Harris, en particular, ha sido una figura polémica en su obsesión por silenciar las voces provida.
Como fiscal general de California, se centró en encarcelar al activista David Daleiden, quien expuso el tráfico de partes fetales en Planned Parenthood. Además, Harris ha sido clara en su postura a favor del aborto hasta momentos previos al nacimiento, defendiendo medidas que promueven la libre elección sin restricciones.
Durante la convención que designó a Harris como candidata, se llegó incluso a instalar un centro de aborto gratuito, lo cual evidencia la radicalización del Partido Demócrata en esta cuestión.
Esta posición de Harris y del Partido Demócrata trasciende el ámbito nacional y conecta con un proyecto globalista que promueve políticas alejadas de los valores cristianos.
Ante esta situación, el mal menor es un factor a considerar, y Donald Trump representa una alternativa que, si bien no es perfecta, ofrece una defensa de la vida y de la soberanía nacional frente a la agenda internacional que busca implementar valores ajenos a los de la mayoría de los estadounidenses.
No juzgar a Trump por sus palabras, sino por sus acciones
Si bien Trump ha hecho comentarios polémicos en redes sociales y en entrevistas, es fundamental juzgarle por sus actos y no por sus palabras. Su administración ha estado marcada por políticas que han beneficiado a la comunidad provida, como la reforma del Tribunal Supremo. Además, durante su mandato se implementaron restricciones a la financiación de organismos globales que promueven el aborto en el extranjero, una decisión que impacta directamente en la batalla cultural y moral que define a nuestro tiempo.
Recientemente, Trump hizo comentarios en Truth Social sobre los «derechos reproductivos de las mujeres», un término ambiguo y preocupante para sus seguidores provida. Sin embargo, esta declaración debe entenderse en el contexto político actual, donde la extrema polarización sobre el aborto ha generado una presión sin precedentes. La experiencia en estados como Ohio, donde una enmienda proabortista ganó con amplia mayoría a pesar de la influencia republicana, muestra que en algunos temas es necesario avanzar de manera estratégica y no frontal para evitar derrotas devastadoras.
Soberanismo frente a globalismo: la dicotomía que trasciende fronteras
Las elecciones de 2024 no se limitan a la política interna de Estados Unidos; son un enfrentamiento entre dos visiones del mundo. Por un lado, el globalismo, representado por el Partido Demócrata, busca la disolución de las fronteras y el control de las políticas nacionales a través de organismos internacionales. Por el otro, el soberanismo de Trump defiende la identidad y la independencia de Estados Unidos frente a estas presiones externas.
Desde su campaña de 2016, Trump ha promovido varias políticas soberanistas, que incluyen:
- Proteccionismo Económico: Trump ha impulsado un enfoque económico basado en la autosuficiencia. A través de políticas como la guerra comercial con China y la renegociación de tratados comerciales como el NAFTA (ahora el T-MEC), buscó recuperar el poder económico de Estados Unidos y reducir la dependencia de otros países.
- Control de la Inmigración: Uno de los pilares del soberanismo es mantener un control firme sobre las fronteras y la migración. En este sentido, Trump implementó políticas restrictivas en inmigración, buscando reforzar la seguridad nacional y proteger el empleo interno frente a la competencia que, según esta postura, representa la inmigración masiva.
- Rechazo a Organismos Internacionales y Tratados Globales: Trump ha mostrado una actitud crítica hacia instituciones internacionales como la ONU, la OMS y acuerdos como el de París sobre cambio climático. En su lugar, promovió una política de «América Primero» («America First»), con énfasis en que Estados Unidos no debería subordinar su política a decisiones de organizaciones o alianzas internacionales.
- Fortalecimiento de la Defensa Nacional: También priorizó una política militar que busca independencia estratégica. Aunque no retiró a EE. UU. de todas sus intervenciones, intentó reducir la presencia estadounidense en zonas como el Medio Oriente y promovió la inversión en el ejército nacional.
Kamala Harris y el Partido Demócrata representan una política alineada con las élites globalistas, que presionan para redefinir valores fundamentales y subordinarlos a agendas extranjeras. En cambio, Trump ha luchado por una política de «América primero», que prioriza el bienestar de los ciudadanos estadounidenses y defiende su identidad como nación. Esta elección no solo afecta a Estados Unidos; su resultado será una señal para todos los países que luchan por mantener su soberanía frente a una globalización descontrolada.
El factor religioso
Un elemento significativo en la candidatura de Trump es que, aunque él mismo no es católico, ha sido más fiel a los valores católicos provida que muchos políticos que profesan esta fe. Al rodearse de figuras como Pence y Vance, Trump ha demostrado que, para él, la fe no es un adorno, sino una guía para el servicio público. En contraste, Kamala Harris y el Partido Demócrata se han distanciado abiertamente de los principios cristianos en temas como el aborto, el matrimonio y la educación, promoviendo políticas que son contrarias a los valores de millones de familias en Estados Unidos.
A pesar de los desafíos y de las controversias que rodean a Donald Trump, el movimiento provida y la defensa de los valores fundamentales encuentran en él a su mejor defensor entre las opciones disponibles. Kamala Harris representa una amenaza real y activa contra estos valores, y su administración favorecería políticas que promueven el aborto y atentan contra la libertad religiosa.
Para la defensa de la vida, la familia y la soberanía, Trump puede no ser el líder ideal, pero en esta elección representa la única opción viable para proteger estos principios en un contexto cada vez más adverso. La elección no es entre el bien y el mal, sino entre un «mal menor» que protege ciertos valores esenciales y una alternativa que promete destruirlos.
En noviembre de 2024, los votantes deben considerar estos aspectos y votar no solo por el candidato que mejor hable, sino por quien haya demostrado, con hechos, un compromiso por proteger los valores que forman el corazón de la nación americana.