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El Vaticano y la Inteligencia Artificial

La Iglesia no rechaza la inteligencia artificial, sino que propone un enfoque prudente y ético para su desarrollo y aplicación

Iglesia

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El 28 de enero de 2025, coincidiendo con la festividad de Santo Tomás de Aquino, la Santa Sede publicó el documento Antiqua et Nova, una nota elaborada por los dicasterios para la Doctrina de la Fe y para la Cultura y la Educación sobre la relación entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial (IA).

Esta publicación, aprobada por el papa Francisco, se inserta en un marco más amplio de reflexión sobre los desafíos éticos y antropológicos que la IA plantea a la humanidad.

Una visión cristiana 

La inteligencia humana es un don divino que permite a la persona trascender lo material y alcanzar la verdad, el bien y la belleza.

El documento enfatiza que la IA, aunque capaz de realizar tareas complejas y de imitar ciertas funciones cognitivas humanas, carece de los atributos fundamentales de la inteligencia humana, como la creatividad genuina, el discernimiento moral y la capacidad de relación auténtica.

La reflexión teológica presentada en el documento subraya que la inteligencia no es solo un conjunto de procesos lógicos o computacionales, sino que está integrada en la totalidad de la persona humana, en su cuerpo, su espíritu y sus relaciones interpersonales. En este sentido, el documento advierte contra la tendencia a igualar la inteligencia humana con la artificial, ya que esto puede llevar a una visión reduccionista de la dignidad y el valor de la persona.

Uno de los aspectos centrales de Antiqua et Nova es la necesidad de guiar el desarrollo y uso de la IA con principios éticos sólidos.

La Iglesia reconoce que la tecnología, incluida la inteligencia artificial, puede contribuir al progreso humano si se orienta al bien común y al respeto de la dignidad de la persona.

No obstante, también advierte sobre los peligros inherentes al uso irresponsable de la IA, como la manipulación de la información, la vigilancia masiva, el desempleo tecnológico y el refuerzo de desigualdades sociales.

En este sentido, el documento insta a una regulación adecuada y a una supervisión ética de las aplicaciones de la IA, especialmente en ámbitos como la salud, la educación, la justicia y la guerra.

Se señala la importancia de garantizar que la IA no deshumanice las interacciones ni sustituya el juicio humano en decisiones críticas para la vida de las personas.

Impacto en la sociedad 

El documento también aborda el impacto de la IA en la estructura social y en las relaciones humanas.

Uno de los peligros específicos mencionados es el uso de la IA para la creación de contenido falso o engañoso, como los deepfakes, que pueden distorsionar la percepción de la realidad y destruir la confianza en las instituciones.

También se alerta sobre la posibilidad de que la IA refuerce dinámicas de control y manipulación, afectando el ejercicio de la libertad individual y colectiva.

El impacto de la IA en el ámbito laboral es otra de las preocupaciones abordadas en el documento. Se reconoce que la automatización puede mejorar la eficiencia y generar nuevas oportunidades, pero también puede conducir a la pérdida de empleos y a la precarización del trabajo.

En este contexto, la Iglesia llama a promover políticas que garanticen la dignidad del trabajador y eviten una distribución desigual de los beneficios tecnológicos.

El documento también destaca la necesidad de que la economía digital esté al servicio del bien común y no solo de intereses corporativos. Enfatiza que la IA debe utilizarse para fortalecer la justicia social y no para perpetuar desigualdades económicas.

La educación 

Otro aspecto clave abordado es el papel de la IA en la educación.

Se advierte que un uso excesivo de la IA en la educación podría llevar a una disminución del pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas de manera independiente.

En este sentido, el documento insiste en la importancia de formar a las nuevas generaciones no solo en el uso de la tecnología, sino en su comprensión crítica y ética. La educación, según la visión cristiana, no debe limitarse a la transmisión de conocimientos, sino que debe contribuir al desarrollo integral de la persona en sus dimensiones intelectual, cultural y espiritual.

La relación de la IA con la experiencia de Dios

En la parte final de Antiqua et Nova, se reflexiona sobre la relación entre la IA y la dimensión espiritual del ser humano. Se recalca que, a pesar de los avances tecnológicos, la IA sigue siendo un «pálido reflejo de la humanidad» y no puede reemplazar la experiencia de la fe ni la relación personal con Dios.

El documento invita a considerar si el progreso tecnológico está contribuyendo a hacer a las personas más maduras espiritualmente y más responsables con su prójimo.

La Iglesia advierte contra la tentación de delegar en la tecnología responsabilidades que son inherentemente humanas, como el discernimiento moral y la búsqueda del sentido de la vida.

El documento Antiqua et Nova  insta a la responsabilidad ante los avances tecnológicos.

La Iglesia no rechaza la inteligencia artificial, sino que propone un enfoque prudente y ético para su desarrollo y aplicación.

Se enfatiza que la IA debe ser un instrumento al servicio del bien común y no un fin en sí mismo.

El papa Francisco y los autores del documento invita a gobiernos, empresas, científicos y ciudadanos a reflexionar sobre las implicaciones de la IA y a trabajar por un desarrollo tecnológico que respete la dignidad humana.

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