El Sacramento de muertos por excelencia es el Sacramento de la Penitencia. En el seno de una familia cristiana recibes el Bautismo cuando naces. Eres niño, vas al cole y recibes la Confirmación. Haces la Primera Comunión y te confiesas el día antes en la primera confesión. Entras por la senda del confesarte y comulgar. Maduras este proceso y lo cuestionas en muchos momentos adolescentes y juveniles. A veces hay rebotes y algunos duraderos. Gracias a Dios, si maduras, te formas y tienes conciencia de los 10 Mandamientos de la Ley de Dios, de modo gradual entras en la senda del Evangelio. Imperfecta y por tanto mejorable en uno mismo.
Ayudan en este proceso las experiencias espirituales que uno vive, al margen de las vivencias familiares, normalmente experiencias grupales de grupos juveniles. Después en grupos de laicos adultos. Personalmente en el completo retiro 4-5 días en silencio, como joven y como adulto, denominados ejercicios espirituales. Les hablé de ello en blog en tres entregas hace dos años. Una de ellas incluye el link del libro escrito por el peregrino Íñigo. Les copio y pego mis pinceladas. También la del libro del peregrino en archivo .pdf descargable. Es conveniente tener a mano la verdad escrita para no recibir gato por liebre. Actualmente es preciso saber previamente de qué va eso de los ejercicios espirituales. A veces basta con saber quién los dirige y no siempre esto último es garantía. Pues no se trata de atender extensos y ponderados sermones, sino de recoger pautas breves razonadas, para extensos y ponderados silencios reflexivos orantes a la vista de nadie y charlas precisas con el director de los ejercicios.
A lo que iba y voy: el Sacramento de la Penitencia sigue siendo mi gran asignatura pendiente. No acudo a él como debiera en intensidad y frecuencia. Está concebido no solo para ladrones, asesinos y bandarras varios, sino para personas normales que tienen conciencia de Dios en sus vidas. Es decir para personas como Vd. y como yo. El lugar tradicional es el confesionario. En algunos templos hay horarios, casi siempre en plena jornada laboral y/o un poco antes de las misas dominicales. Acudir a un confesionario requiere dos cosas: a) privacidad en silencio de confesionario b) hacer cola de confesión.
Con facilidad (hablo por mí) se rehúye confesarse esperando un momento propicio que no llega nunca (también hablo por mí). Apelar a confesarse antes de comulgar ¿es lo pastoralmente correcto? ¡Siempre por si estás en pecado mortal! Si no lo estás (presuponiendo que es así) el orden sacramental es primero Eucaristía (3º) y después Penitencia (4º). Orden en las dos obras referenciadas de Antonio Royo Marín, O.P. y en el Compendio vigente del Catecismo vigente de San Juan Pablo II. Es pastoralmente muy lamentable que no se me haya tenido en cuenta esto en las predicaciones recibidas en mi juventud.
El primer párrafo del punto 76, inicio del Tratado III acerca de la Eucaristía, de Teología Moral para Seglares dice exactamente (la negrita es mía): Después del bautismo y de la confirmación, el orden lógico de los sacramentos nos lleva a tratar de la eucaristía. En los catecismos populares suele enunciarse en tercer lugar la penitencia y en cuarto la eucaristía, sin duda para sugerir a los fieles que antes de comulgar es preciso confesar los pecados que se tengan. Pero, de suyo, o sea, por la naturaleza misma de las cosas, la eucaristía es anterior a la penitencia, ya que viene a alimentar la vida sobrenatural recibida en el bautismo y corroborada en la confirmación. Sólo accidentalmente, o sea, en el supuesto de haber pecado gravemente, habría que alterar este orden, anteponiendo la penitencia a la eucaristía.
Hay cristianos y cristianas compañeros y compañeras de viaje de conciencia laxa, como los hay de conciencia escrupulosa. Éstos y éstas últimos son los fieles que no comulgan porque no se han confesado. ¿Están en pecado mortal siempre como para no comulgar? ¿Lo están los primeros aun cuando comulguen? ¿Se han formado todos pastoralmente con obras escritas como éstas del padre Antonio Royo Marín O.P.? Me he puesto a redactar sobre el tercer Sacramento y me ha salido el de la Penitencia. Yo también fui pastoralmente educado que primero confesionario y luego a comulgar, en vez de primero comulgar si no hay conciencia de algo grave. Primero comulgar para pedirle a Él, en silencio, con los ojos cerrados y orejas cerradas (si es preciso con ayuda de los dedos índices) al término de la misa, que me enseñe a efectuar por mí mismo un ponderado Examen de Conciencia. El momento idóneo para ello puede ser ante un Sagrario Abandonado o en la intimidad de la alcoba. El Examen de Conciencia junto con el Dolor de los Pecados son dos requisitos para confesarse bien de los propios pecados. Acudir al confesionario sin preparación porque quiero comulgar es un serio despropósito.
Resultado final actual: poca actividad de confesionario y menor todavía de ejercicios espirituales. No sucede lo mismo con acercarse a comulgar. ¿Es que acaso no hay pecados como antaño? ¿Es que acaso la actividad pecadora está reservada para personas alejadas de la asistencia a misa dominical? ¿En qué consiste hoy para un cristiano normal de a pie el Sacramento de la Penitencia?
Esto último hace lustros que me lo pregunto. Es bueno a mitad del tiempo cuaresmal reflexionar sobre todo esto. ¡Y que yo haga un lapsus redactor!
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http://www.cristorey.org/pdfs/ej_espirituales_textos.pdf
Nota bene del dia 29 de abril de 2020 por la mañana: para hacerse con este archivo pdf de fiar, aun cuando este web diga «no encontrado» debe clicarse en la página de descargas y descargar.