Se dice hasta la saciedad que un juez o un fiscal como cualquier otro ciudadano puede tener su propia ideología política. Esto es una evidencia, si bien está sujeta a ciertas limitaciones legales, lo cual ya señala que no son ciudadanos como los demás.
Estas limitaciones son, por otra parte, insuficientes, porque resulta muy peligroso que un juez que ha ocupado cargos públicos de responsabilidad en un gobierno o de representación política en el Congreso, cuando es cesado o abandona, automáticamente, sin solución de continuidad, se reintegra a su carrera judicial, sin más. Y esto no puede ser, para tranquilidad de los ciudadanos, y porque la neutralidad e independencia de sus juicios ha de tener algún aval, que es precisamente lo que no le confiere su militancia política pasada, que no puede ser interpretada como un traje, que se cambia de un día para otro. Porque hasta el día antes de abandonar el cargo político, aquella persona ha estado juzgando y actuando de acuerdo con sus intereses de partido, sus intereses de gobierno, y los intereses políticos, y esto no se borra de un día para el otro.
Los jueces y los fiscales que intervienen en la política deberían pasar por un largo periodo sabático de descompresión ideológica
Los jueces y los fiscales que intervienen en la política deberían pasar por un largo periodo sabático de descompresión ideológica, De hecho, las limitaciones para la política de los jueces tendrían que ser equivalentes a las que tienen los militares porque la intervención de los primeros en términos reales en la vida del país es infinitamente superior a la de los segundos.
Este problema se acentúa cuando jueces y fiscales se manifiestan públicamente en términos ideológicos de blanco y negro. Es el caso de un magistrado bien conocido, José Antonio Martín Pallín como lo demuestra su artículo publicado en El País el 23 de agosto “Mi querida España”.
El artículo es un ataque desmesurado y sectario hacia la derecha, a base de presentar una caricatura demagógica de ella, con los ingredientes que utiliza el gobierno Sánchez, más o menos aquellos de robar a los pobres para dárselo a los ricos. En el trasfondo se respira la amargura por la gran derrota de los partidos del Gobierno en las elecciones andaluzas.
Y más allá de la pugna política es también una proclama anticapitalista, antisistema, antiglobalización, en unos términos que si los utilizara Vox serían acusados de populistas radicales
Y todo esto envuelto con una de las claves del emotivismo práctico: el victimismo: Ahí es nada lo que escribe un destacado miembro del poder establecido:
Riesgo de que nos arrebaten la cultura de la libertad– ¿quién, su gobierno, la fiscalía, la radio y la TV pública, las leyes que abusan del criterio mayoritario, la lluvia de subvenciones a quienes interese? Y esta frase encierra todo el perjuicio desde el poder para quienes no piensan igual: “No quisiera que para sentirme verdaderamente español debería exiliarme para huir de la atmósfera exigente que han creado los fundamentalistas hispánicos”, y esto lo escribe una persona alineada con el actual poder que gobierna con mano de hierro y pocas concesiones democráticas a la oposición.
Hoy en España si hay gente que puede temer por su futuro son aquellos que discrepan enérgicamente determinadas medidas del Gobierno y no tanto por razones económicas como morales, caso del aborto.
Que un miembro de la élite que domina el cotarro juegue al victimismo da una idea de la atmósfera asfixiante que han creado, de los peligros que esta mentalidad ha desarrollado a lo largo de su vida profesional, como juez, porque esta visión tan desajustada de los hechos no ha surgido de ahora, sino que va implícita en la persona.
En el juego de las descalificaciones ideológicas, José Antonio Martín Pallín es un ejemplo de lo que no debe ser un juez
Los jueces pueden generar demasiado sufrimiento personal y colectivo para que queden solos sujetos a su propio albur individual en sus puntos de vista. Y su deontología, como la de los médicos, no debería permitirlo. En el juego de las descalificaciones ideológicas, José Antonio Martín Pallín es un ejemplo de lo que no debe ser un juez.
Hoy en España si hay gente que puede temer por su futuro son aquellos que discrepan enérgicamente determinadas medidas del Gobierno y no tanto por razones económicas como morales, caso del aborto Share on X