En la sociedad contemporánea, los avances tecnológicos han generado una corriente ideológica conocida como transhumanismo, que propone la fusión entre el hombre y la máquina para trascender las limitaciones biológicas humanas.
En este contexto, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), liderado por Klaus Schwab, es una plataforma clave para la discusión y promoción de estos cambios. La inteligencia artificial (IA), la computación cuántica y otras tecnologías emergentes ocupan un lugar central en la narrativa de lo que se prevé como la próxima revolución, y que algunos intentan vender como una oportunidad para mejorar la humanidad aunque se trate de un camino hacia la dominación tecnológica, el control social y nuevo dios.
Schwab presenta a la IA como la fuerza impulsora de la nueva «Era Inteligente», una etapa que va más allá de lo tecnológico para abarcar una transformación profunda del ser humano y de la sociedad. Esta ideología, presentada en diversas reuniones del WEF, es presentada con tintes mesiánicos, lo que sugiere una fe en la tecnología como salvadora de la humanidad.
Sin embargo, el problema central es que en esta visión el salvador no es Dios ni el hombre, sino la tecnología misma, y detrás de esta se encuentran las élites que controlan las herramientas y los sistemas que guiarán esta transformación.
La visión transhumanista y el control social
El transhumanismo propone, entre otras cosas, la superación de las limitaciones humanas a través de la tecnología. En palabras de Schwab, la humanidad podría llegar a convertirse en una especie de «superhombre» gracias a los avances tecnológicos. El sueño transhumanista contempla la posibilidad de aumentar las capacidades físicas y mentales del ser humano, borrar las fronteras entre lo biológico y lo artificial, y alcanzar una especie de inmortalidad técnica.
Este proceso, sin embargo, trae consigo una importante pregunta: ¿qué precio pagará la humanidad por este avance?
El WEF, con sus ideas de control global y cooperación entre estados y organismos supranacionales, parece alinearse con un proyecto que prioriza el control sobre la libertad individual.
La tecnología no se presenta como un simple medio para mejorar la vida de las personas, sino como un fin en sí mismo, un pilar para la construcción de una nueva sociedad.
Un ejemplo de este control es el papel que juegan los algoritmos en nuestra vida diaria. Según Schwab, las plataformas basadas en IA ya están mediando gran parte de nuestra comunicación, seleccionando el contenido que consumimos y gestionando nuestras interacciones a través de asistentes virtuales. Esto conlleva la creación de una realidad donde las personas están cada vez más sujetas a decisiones automatizadas, lo que podría reducir la capacidad crítica y de elección de los individuos.
Hacia un nuevo ser humano: Homo technologicus
El transhumanismo no solo se centra en la tecnología como herramienta, sino que busca reconfigurar al ser humano. El concepto de «homo technologicus» se refiere a un individuo que ha integrado la tecnología en su ser a tal nivel que la distinción entre lo humano y lo artificial se desdibuja. Schwab menciona que, con el auge del metaverso y los mundos virtuales, la línea entre lo digital y lo físico es cada vez más borrosa, y esto impactará profundamente la forma en que definimos conceptos clave como el espacio personal y la propiedad.
El transhumanismo se conecta también con otras corrientes ideológicas que pretenden reformular aspectos fundamentales de la naturaleza humana. Por ejemplo, la teoría de género, que predica la liquidez entre los sexos, guarda ciertas similitudes con la visión transhumanista que busca disolver la frontera entre lo humano y lo tecnológico. Ambos movimientos comparten la idea de que el ser humano es maleable, una entidad que puede ser reconstruida y redefinida según nuevas normas.
Las sombras del progreso tecnológico
En última instancia, lo que el WEF y Schwab parecen proponer es una nueva forma de sociedad donde los individuos renuncien a su autonomía a cambio de seguridad y bienestar. Sin embargo, este pacto también implica la pérdida de libertad, de humanidad y la sumisión a una autoridad superior que llamada tecnocracia global.
El transhumanismo, tal como lo plantea Klaus Schwab y el Foro Económico Mundial, pone en peligro nuestra «humanidad». Aunque la tecnología prometa resolver problemas como la enfermedad, el hambre y la desigualdad, el precio de estos avances podría ser la pérdida de la autonomía y el control sobre nuestras vidas. En este sentido, el sueño de un superhombre tecnológico corre el riesgo de convertirse en una pesadilla distópica, donde la humanidad, en lugar de liberarse, se somete a un control omnipresente en nombre del progreso.
3 Comentarios. Dejar nuevo
Renunciar a Dios y obedecer a los diosecillos que ellos digan. Masonería pura y dura, no hay nada nuevo bajo el sol.
Un artículo que expone con gran claridad los gigantescos peligros del transhumanismo y la tecnificación con la promesa, evidentemente falsa, de un futuro bienestar material. Me ha recordado mucho a unas frases de un libro que casualmente he terminado de leer hoy, “Antropología del animal”, del zoólogo profesor Joachim Illies, publicado en 1972. En el último capítulo del libro, a modo de conclusión, el autor escribe, proféticamente, lo siguiente:
“Podemos y debemos evitar destruir finalmente toda la naturaleza que contiene la Tierra como espacio de vida. Igual que no podemos abolir nuestro cuerpo para vivir en una construcción técnica “mejor”, tampoco podemos substituir impunemente la naturaleza de nuestro entorno por un mundo tecnificado y artificial”.
(Joachim Illies: “Anthropologie des Tieres”, DTV, München 1972, pág. 199)
Desgracidamente, al cabo de más de medio siglo parece que no hemos aprendido mucho… Gracias por el interesante y acertado artículo.
Véase la película Los feos