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El Papa por Pascua, Urbi et Orbi 2025: «La esperanza no defrauda»

Iglesia

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Hoy, domingo 20 de abril de 2025, en la mañana de Pascua en la Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco emitió su tradicional bendición pascual urbi et orbi («a la ciudad y al mundo»), un mensaje que irrumpe con fuerza en un actualidad marcada por múltiples conflictos, divisiones y crisis humanitarias.

Aunque visiblemente debilitado físicamente y convaleciente, el Santo Padre ofreció palabras de esperanza y exhortaciones a la paz.

El Papa Francisco apareció en silla de ruedas, saludando a los fieles con un sencillo y conmovedor «¡Hermanos y hermanas, Feliz Pascua!»  antes de delegar la lectura del mensaje a monseñor Diego Ravelli, maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias.

Un Papa presente en espíritu y corazón

A sus 88 años, el Papa Francisco reiteró que la resurrección de Cristo representa «la base de nuestra esperanza» y que esta esperanza «no es una evasión, sino un desafío» que «no decepciona, sino que fortalece».

Su mensaje tocó no solo aspectos espirituales, sino también sociales y políticos, subrayando el papel de la fe como fuerza transformadora.

Al recordar que la Pascua no es solo una celebración litúrgica sino un símbolo de renovación y vida, el Papa vinculó el misterio de la resurrección con la urgencia de promover la paz, el entendimiento mutuo y la cooperación internacional.

Líderes políticos

En su discurso, el Papa Francisco pidió con firmeza a los líderes políticos del mundo «no ceder a la lógica del miedo»,  ya que esta solo conduce «al aislamiento de los demás».

En cambio, los exhortó a utilizar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, luchar contra el hambre y fomentar iniciativas de desarrollo. Esta declaración resuena especialmente en un momento donde muchas naciones optan por políticas proteccionistas, levantan muros y priorizan intereses individuales sobre el bienestar colectivo.

El mensaje del Papa también sirvió como un impulso a la acción concreta, invitando a los gobiernos a optar por la cooperación internacional y el respeto a los derechos humanos como fundamentos para una paz duradera.

Clamor por la paz en las zonas en conflicto

En un tono grave pero esperanzador, el Papa centró buena parte de su mensaje en las zonas del mundo desgarradas por la violencia y la guerra.

Mencionó de manera explícita regiones como Ucrania, Tierra Santa, Myanmar y diversas áreas del continente africano.

Particularmente sobre Gaza, el Pontífice se refirió al conflicto actual como una situación «terrible» que continúa «generando muerte y destrucción»,  provocando una crisis humanitaria «dramática y deplorable». Frente a esto, instó a las partes en guerra a decretar un alto el fuego, liberar a los rehenes y atender al pueblo hambriento que «aspira a un futuro de paz». Sus palabras no solo apuntaron a los líderes, sino también a la conciencia colectiva de la humanidad.

Asimismo, el Papa expresó su cercanía con «el sufrimiento de los cristianos en Palestina e Israel» y condenó el creciente clima de antisemitismo a nivel mundial. Recordó que «no puede haber paz sin libertad religiosa, libertad de pensamiento y libertad de expresión», elementos esenciales para una sociedad justa.

Una parte especialmente contundente del mensaje fue la advertencia del Papa sobre la carrera armamentista.

Advirtió que la paz mundial es imposible mientras se siga invirtiendo en armas en lugar de priorizar el bienestar humano.

Subrayó la necesidad de un «verdadero desarme» para no poner en riesgo la estabilidad global.

La Pascua de 2025 tuvo un significado aún más profundo este año, al coincidir con el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea —un evento clave en la historia del cristianismo— y celebrarse el mismo día tanto por católicos como por cristianos ortodoxos, gracias a la coincidencia del calendario juliano y el gregoriano.

Un saludo cercano a los fieles

Tras la bendición, el Papa Francisco se dirigió en el papamóvil hacia los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.

Fue un gesto significativo: su primera salida en el vehículo pontificio desde su reciente hospitalización.

El ambiente fue de alegría y celebración, con vítores y aplausos que acompañaron el recorrido del Papa, quien respondió con sonrisas y bendiciones a su paso.

Más allá del contexto eclesiástico, el mensaje de Francisco interpela a todos: creyentes y no creyentes, gobernantes y ciudadanos comunes.

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