El preservativo ha sido tradicionalmente presentado por sus defensores como un medio anticonceptivo que previene enfermedades venéreas y embarazos no deseados.
Sin embargo, el preservativo genera una sensación de falsa seguridad, un fenómeno estudiado y documentado que genera sensación de seguridad si se usa y que por ello provoca un mayor de riesgo. Es, por ejemplo, lo que sucede cuando algunos conductores, al llevar el cinturón de seguridad puesto, tienen a circular a mayor velocidad porque sienten esa sensación de falsa seguridad.
En el caso del preservativo sería cierto que baja el índice de riesgo si su frecuencia de uso fuera la misma que si no se usara. Sin embargo, está comprobado también que el preservativo provoca un mayor número de exposiciones a conductas sexuales de riesgo precisamente por esa falsa sensación de seguridad.
Es por eso que en África, en el combate contra el contagio exponencial del sida se desarrollaron diferentes estrategias. Frente a la tradicional de enviar un mayor número de preservativos a los países de mayor riesgo de contagio, la estrategia que mayor éxito demostró fue la utilizada en Uganda, la denominada ABC (Abstinence, Be Faithful y Condoms). Es decir, que se promovía la abstinencia en la soltería y la fidelidad en pareja para frenar el contagio del sida y, si esos dos elementos no se daban, en ese caso sugerían en último término el uso del preservativo. Uganda redujo su índice de contagios, lo cual no sucedió en sus países vecinos que apostaron por la difusión de grandes cantidades de preservativos gratuitos.
Es por eso que es una estrategia demostrada como equivocada y que, además, construye una cultura sexual determinada abocada a su banalización.
El Ministerio de Sanidad opta por la vía del fracaso: el preservativo
Sin embargo, recientemente se ha conocido que el Ministerio de Sanidad estudia la gratuidad de los preservativos para prevenir enfermedades de transmisión sexual, como el VIH. Es decir, que el Gobierno de Sánchez se plantea establecer estrategias ya demostradas fallidas en otros países en lugar de recurrir, por ejemplo, al ABC.
Eso es lo que ha explicado la secretaria del Plan Nacional sobre el Sida, Julia del Amo, y, aunque se tratam según ella de una «propuesta inmadura» durante el acto de presentación de las becas de ViiV Healthcare que tienen como objetivo impulsar un modelo óptimo de atención al paciente con VIH se planteó esa posibilidad.
Del Amo ha reconocido que en los últimos años no se ha reducido el número de nuevos diagnósticos de VIH en España, que ronda los 4.000 anuales, una realidad que, a su juicio, responde a distintas razones como la de la necesidad de diagnosticar y tratar a todas las personas con el virus.
El Ministerio haría bien en acudir a estudios que ponen en duda la efectividad del preservativo. Por ejemplo, la Fundación Cochrane Collaboration publicó el año 2007 un estudio realizado el 2001 titulado Efectividad del preservativo en la reproducción de la transmisión del VIH en heterosexuales. En él se demuestra que el preservativo tiene una efectividad del 80% en las relaciones entre heterosexuales en relación a la reducción de la transmisión del sida. Es decir, de cada cinco, un preservativo falla.
Además, Michelle A. Cretella, vicepresidenta del ACP (American College of Pediatricians) afirmó en 2014 que detrás de la correlación entre más preservativo y más infecciones de transmisión sexual hay dos razones. En primer lugar, el hecho de que los jóvenes sepan utilizar correctamente el condón, no significa que lo vayan a utilizar en momentos pasionales.