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El doble perjuicio de los varones jóvenes, o por qué necesitamos la enseñanza concertada

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Los jóvenes varones sufren un doble perjuicio.

El primero, por ser jóvenes, y afecta tanto a chicos y chicas, se expresa en el creciente desequilibrio de gasto público entre ellos y los mayores de 65 años, por el aumento de la deuda pública, que es una pesada losa que situamos sobre sus espaldas, por los costes y sacrificios de una transición ecológica -ésta general en la UE- que ignora los costes que deposita sobre los ciudadanos de a pie.

Y aún quedan dos más, especialmente lacerantes en el caso de España.

La magnitud de la cifra de paro juvenil, que dobla a la correspondiente al conjunto de la desocupación, y los desmesurados costes de la vivienda en la mayoría de las grandes ciudades, unidos a la existencia del parque de vivienda social más pequeño de Europa.

Lo más interesante del caso es que estas cuestiones, que tienen un desarrollo a largo plazo, se dan en un país donde la mayor parte del tiempo ha estado gobernado por socialistas, teóricamente los más sensibles a estas cuestiones. Quizás hubiera resultado mejor, menos sensibilidad y más hechos.

Pero hay un segundo y más grave perjuicio que afecta a los varones jóvenes: el abandono escolar temprano.

España se mantiene en un vergonzoso primer puesto de Europa en esta clasificación, con un 13,3% de jóvenes que abandonan sus estudios con una titulación máxima en ESO. Pero esta cifra es engañosa, porque esconde un gran desequilibrio: mientras en los jóvenes alcanza el 16,7%, en las chicas se reduce hasta el 9,7%.

Esto significa que las mujeres jóvenes están ya prácticamente situadas en el objetivo europeo para el año 2030, que señala la cifra del 9% como magnitud máxima que puede alcanzar el abandono escolar prematuro, mientras que los chicos se encuentran a una distancia que hace pensar que difícilmente lo lograrán.

Resultados por Comunidades Autónomas

Si observamos el resultado por comunidades autónomas constataremos grandes diferencias y tendremos una idea más clara de por dónde van los tiros.

Andalucía es la autonomía que presenta un mayor abandono con un 17,17%; un 20,9% para los varones y un 14,3% para las chicas. Por consiguiente, vemos como se mantiene la diferencia entre unos y otras.

Si observamos las mejores comunidades en cuanto a sus resultados, constataremos dos hechos. Primero, la gran diferencia que existe entre primeros y últimos porque el País Vasco presenta un abandono temprano de solo el 4,8%, un nivel de excelencia más del triple por debajo de Andalucía. La autonomía que le sigue, Cantabria, se sitúa en el 6,4%, otro resultado excelente que supera de lejos el objetivo 2030. En ambos casos, al observar la diferencia entre chicos y chicas, se da la misma conclusión: las magnitudes son prácticamente iguales; no existen diferencias. Mejor dicho, en el País Vasco, las mujeres con un 4,9%, presentan un resultado dos décimas peor que los chicos, mientras que en Cantabria el abandono en ellos se sitúa en el 6,8% y en ellas en el 6%.

La conclusión es clara: no se puede resolver el problema del abandono escolar prematuro si no hay una acción específica dirigida a los chicos, porque los datos señalan claramente que es en ellos donde está focalizado el problema, y las autonomías que ofrecen resultados más brillantes son precisamente aquellas en las que chicos y chicas logran resultados a la par. Más claro el agua.

Pero esta constatación no es políticamente correcta, y sobre todo resulta odiosa para el feminismo de género, porque ya se sabe que sus famosas políticas solo consideran los aspectos de la desigualdad cuando estas tienen como sujeto a las mujeres.

No se puede mantener por más tiempo un indicador de abandono escolar situado tan lejos de la media europea y del objetivo 2030.

Un país con una baja natalidad, un paro juvenil de los mayores de Europa y un abandono escolar que ocupa la primera posición, en el que además hay un déficit de natalidad creciente, no tiene futuro. Y eso, la sociedad y el gobierno de España, y los autonómicos, deberían afrontarlo de una vez por todas.

Y, recordar además, un dato relevante: los resultados que obtienen los alumnos en las escuelas concertadas, homogeneizados para corregir las diferencias sociales, son mucho mejores que los que logran las escuelas públicas.

Esto significa diversas cosas.

Primero, que la enseñanza concertada debería ser vista por los gobiernos empezando por el español, como una parte determinante de la solución, en lugar de castigarla como hace la fatídica ley Celaá.

La segunda consideración nos dice que si excluyéramos los datos que corresponden a la enseñanza concertada de las cifras del abandono escolar temprano, el problema de los malos datos españoles crecería, lo cual significa que en la medida que se reduzcan plazas en este tipo de enseñanza, las estadísticas tenderán a empeorar.

No se puede resolver el problema del abandono escolar prematuro si no hay una acción específica dirigida a los chicos, porque los datos señalan claramente que es en ellos donde está focalizado el problema, Share on X

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