En un artículo elaborado por El País, se analiza como el divorcio genera unos efectos psicológicos y económicos devastadores para las familias.»En España se registraron en 2016 (últimos datos disponibles) unos 96.824 divorcios, 4.353 separaciones y 117 nulidades.»
El artículo no detalla que ahora hay en España algunos divorcios menos porque muchas de las rupturas que se dan -también dañinas y traumáticas- es en parejas que ni siquiera se molestaron en casarse. El divorcio, dice el artículo, es «un viaje, muchas veces glacial, a través de notarios, jueces, procuradores, peritos. Profesionales que disolverán ese pasado y esa vida común». A lo largo del detallado artículo, el texto parece presentar el divorcio como una desgracia inevitable, sin alternativas… Es curioso constatar, al mismo tiempo, que el artículo no intenta encontrarle al divorcio ninguna ventaja ni beneficio.
«El divorcio es un agujero negro que atrae y malogra el patrimonio con la misma determinación que esa geografía del espacio encarcela la luz y la materia. Jay Zagorsky, investigador en la Universidad de Ohio, ha estudiado la economía del matrimonio y su disolución. “El divorcio causa pérdidas económicas por tres circunstancias: se desbarata la habilidad de compartir costes fijos, el proceso en sí resulta caro y consume tiempo de trabajo. No puedes ganar dinero si estás sentado en la oficina del abogado”, ahonda.
Y una vez más la grieta se ceba con la fragilidad. “Las rupturas son más habituales entre las personas menos educadas de las sociedades occidentales, lo que sugiere que la inseguridad económica, la tensión del trabajo y el cuidado de los niños se ha convertido en algo extremadamente cargante”, avisa Daniel Carlson, sociólogo en la Universidad de Utah.
«En España, el coste de la disolución de la familia tiene un tributo económico marcado por la complejidad, el pacto o la pelea. Las tasas son muy variadas. El Colegio de Abogados maneja unas tablas por los servicios, pero son orientativas. Si el divorcio es de mutuo acuerdo, los precios varían bastante frente al contencioso y la necesidad de acabar ante al juez. En el primer caso puede ir de los 2.000 a los 4.000 euros, mientras que el segundo fácilmente se dispara entre 6.000 y 16.000 euros. Aparte cae toda una avalancha de notas a pie de página: procuradores, psicólogos, notarios e incluso abogados penalistas».
La gran batalla se da en los campos de la pensión alimenticia o compensatoria. “En muchos casos, el progenitor que no tiene la custodia se desentiende totalmente y paga lo menos posible. Aquí la lucha es a muerte”, observa la abogada experta en familia Carmen Marcos. “Se ocultan ingresos, se inventan deudas e incluso se declaran en insolvencia con tal de no pagar o pagar lo menos posible”.
Javier Orts, socio del bufete B. Cremades y Asociados explica: “En mi experiencia, en el tema de las pensiones, la clase media y media alta es la que sale peor parada, tanto quien paga como quien recibe. Porque las clases altas pueden permitirse abonar unas pensiones que no suelen hacer mella en su economía”, admite Javier Orts.
La custodia de los hijos es otra batalla. “Es la parte más complicada, por encima de la económica”, apunta Delia M. Rodríguez, directora de Vestalia Asociados. En su experiencia, “cuando existen discrepancias las posiciones son irreconciliables y hay que acudir al juez”. Entonces, los pleitos parecen no terminar nunca. Siempre hay nuevas medidas que solicitar, un nuevo incidente, una nueva ejecución, una nueva providencia; un nuevo dolor.