Lo obvio no siempre es apreciable. Los números 1905 y siguientes del Catecismo de la Iglesia Católica promulgado por Su Santidad San Juan Pablo II lleva por subtítulo El Bien Común. Dicho apartado forma parte del artículo II La Participación en la Vida Social. El Catecismo es una formulación catequética de la doctrina de la Iglesia, escrito en orden a la aplicación del Concilio Ecuménico Vaticano II. En este caso concreto es una puesta en escena de la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual del Concilio Vaticano II. La Gaudium et Spes (GS) fue promulgada el 7 de diciembre de 1965 por el Papa Beato Pablo VI. Su capítulo IV lleva por título “La Vida en la Comunidad Política”.
Reproduzco a continuación el punto 74 en su primer apartado, que se subtitula “Naturaleza y fin de la comunidad política”. “Los hombres, las familias y los diversos grupos que constituyen la comunidad civil son conscientes de su propia insuficiencia para lograr una vida plenamente humana y perciben la necesidad de una comunidad más amplia, en la cual todos conjuguen a diario sus energías en orden a una mejor procuración del bien común. Por ello forman comunidad política según tipos institucionales varios. La comunidad política nace, pues, para buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia y propia. El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección”
Y sigue: “Pero son muchos y diferentes los hombres que se encuentran en una comunidad política, y pueden con todo derecho inclinarse hacia soluciones diferentes. A fin de que, por la pluralidad de pareceres, no perezca la comunidad política, es indispensable una autoridad que dirija la acción de todos hacia el bien común no mecánica o despóticamente, sino obrando principalmente como una fuerza moral, que se basa en la libertad y en el sentido de responsabilidad de cada uno.” En éste primer apartado de este punto 74 se cita como nota la encíclica Mater et Magistra del Papa Beato Juan XXIII.
Citando la carta de San Pablo a los Romanos (Rom 13,1-5), el tercer párrafo dice: “Es, pues, evidente que la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana, y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios, aun cuando la determinación del régimen político y la designación de los gobernantes se dejen a la libre designación de los ciudadanos”
En la actualidad se tiende a absolutizar lo imperfecto contingente. Se otorga a lo inmanente categoría trascendental. Lo trascendente es el Bien Común. Y lo es un determinado régimen político y la designación de gobernantes, si la autoridad se funda en el Bien Común con implicación de servicio. Todo lo demás es un mero bla bla bla que ocasiona aversión al vocablo Política por parte del ciudadano. Es responsabilidad de quienes gobiernan o aspiran a gobernar ennoblecer la Política. Es responsabilidad de todo hijo e hija de Dios diferenciar la nobleza de la vileza en quienes, en nombre del pueblo, gobiernan o pretenden gobernar. No basta con acudir al templo para rezar. Además se deben ejercitar las virtudes cardinales y las teologales con nuestra implicación en los asuntos del siglo.
¿Qué es el Bien Común? Su definición está explicitada en el punto 26 de la GS, también citado en este punto 1905 del Catecismo. Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. Aspirar al Bien Común forma parte de la propia trayectoria de perfección evangélica. Corresponde a los Pastores señalar las pautas que lo conforman a cada momento. Corresponde a los cristianos, como ciudadanos que son del orden temporal, implicarse en su desarrollo. El acontecer humano en lo político social, según épocas y latitudes, sufre desajustes. El equilibrio se consigue huyendo por igual tanto del clericalismo presente en otros tiempos como del cesarismo actual, los dos vaivenes del movimiento pendular en el gobierno de los pueblos en el transcurso de los siglos.
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