Debió ser escalofriante ver el desfile de niños pequeños ofrecidos al antiguo dios Moloc. Nos podemos imaginar en la fila a las madres y familiares acompañando a sus hijos al sacrificio, niños que iban a ser narcotizados antes de colocarlos en brazos de Moloc, y que después rodarían hacia su tumba de fuego.
No me imagino que los familiares fueran con gran alegría al sacrificio, ni después quedasen muy contentos, pero sí que tendrían un cierto orgullo por el deber cumplido, por la convicción de hacer lo mejor para su familia y su sociedad. A fin de cuentas, estos niños no eran seres humanos como ellos, los adultos libres, y serían fácilmente reemplazables cuando mejorasen sus circunstancias. Además, Moloc les recompensaría con un mejor porvenir para el resto de sus hijos, una mejora en sus negocios o un tiempo de paz y prosperidad… Serían la envidia del resto de la sociedad y bendecirían la ley que les daba el derecho de honrar a su dios. Algunos espabilados aprovecharían para dar en sacrificio al niño enfermo, o al que estaba siempre demasiado débil para ser de utilidad. ¿Por qué desperdiciar una vida débil que, seguramente por enfermedad, no iba a durar mucho? Sería mejor entregarla a Moloc y obtener algún beneficio. Además, es mejor para el niño morir en brazos del dios que morir de una larga enfermedad sufriendo…
En resumen, todo bueno se mire por donde se mire. Hoy, esta misma fila hacia el sacrificio acompañando a niños muy pequeños y aún cobijados en las entrañas de sus madres, la encontramos en las entradas a los abortorios. Y también irán con sus razonamientos llegando a conclusiones de que es lo mejor para todos, que tienen derecho por ley, que además aún no era un ser humano, o venía enfermo y más adelante vendrá otro niño en mejores circunstancias o más sano…
La historia se repite en todo con la salvedad de que ahora los niños no son narcotizados y no se les echa directamente en el fuego. Ahora, sencillamente, son descuartizados o abrasados con soluciones salinas mientras están vivos. El nuevo dios Moloc tiene que estar contento, o como yo le llamo, el gran cabrón de Satanás estará bailando de entusiasmo. Esperemos que le dure poco el baile.
