El tema del infierno ha sido tratado profundamente en la Iglesia católica desde sus orígenes. Los doctores de la Iglesia, papas y santos han explicado desde múltiples visiones este lugar en el que los pecadores deben remendar sus pecados.
Precisamente los tres últimos pontificados de la Iglesia católica han acentuado sus posturas y explicaciones sobre este hecho doctrinal. La proyección de la sabiduría de san Juan Pablo II, la mente lúcida de Benedicto XVI y el amor al ser de Francisco han sido valedores de explicaciones del infierno.
San Juan Pablo II modificó en 1999 el concepto tradicional de lo que se entendía por infierno, habló sobre ello durante cuatro audiencias. Según explicó el Papa polaco: “el cielo no es un lugar físico entre las nubes” y “el infierno tampoco es un lugar”. El Pontífice explicó que el infierno es la situación que viven las personas que se apartan de Dios.
Igualmente se expresó el Papa Francisco cuando expresó una idea parecida que fue malinterpretada por el periodista Eugenio Scalfari en la entrevista para La Repubblica en la que sugirió, precisamente, que Dios no es tiempo ni espacio y, por lo tanto, el infierno no tiene ni lugar ni tiempo. Lo mismo pasaría si aplicamos esta lógica al concepto del cielo, lugar de salvación para los hombres.
Dios no tiene dimensiones; el infierno, tampoco
Dios existiría fuera de las dimensiones espacio temporales y por lo tanto teorías físicas como las de la relatividad o las de las teoría de cuerdas estarían al margen de la divinidad.
El Big Bang como concepto universal tiene sentido para un ser que vive en las cuatro dimensiones: las tres dimensionales y la cuarta temporal, pero en Dios no existe inicio ni final.
De hecho, en la visión cristiana de Dios, Jesucristo Dios hecho hombre, significa su constreñimiento voluntariamente por las cuatro dimensiones, eso es lo que le confiere su dimensión humana unida a la divina.
La eternidad de Dios se encuadra precisamente fuera de las propias dimensiones en las que el hombre sí está constreñido. La eternidad de Dios no es la infinitud del tiempo, es el no tiempo.