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Documental del Papa: Análisis de hechos y una conclusión provisional

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El documental del Papa «Francesco» de Evgeny Afineevsky, de más de una hora de duración, ha quedado reducido a los 20 segundos en los que Francisco hace comentarios sobre las uniones civiles para las personas del mismo sexo. 20 segundos transformados en una noticia de impacto global. Primera conclusión: la Iglesia importa y pesa mucho, muchísimo.

Los hechos

Como se muestra en el documental, el Papa dice: «La gente homosexual tiene derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o ser miserable por eso. Lo que debemos tener es una ley de unión civil, de esa manera están legalmente cubiertas. Yo lo apoyé».

En su contexto esto quiere decir:

  • Que no deben ser discriminados, que pertenecen a una familia y que no deberían ser expulsados de su familia por su condición. No se refiere a que constituyan una nueva familia. Hay que situar esta frase en el contexto global, y no el occidental, donde los grupos LGBTI son políticamente hegemónicos.
  • También se plantea, como alternativa al matrimonio homosexual, como sucedió en Argentina sin éxito, pero en este caso no se toma en consideración el hecho de que hasta ahora este tipo de uniones han sido el preludio del matrimonio.

Sus palabras parecen contradecir el documento de 2003 de la Congregación del Vaticano para la Doctrina de la Fe, preparado por el Papa Benedicto XVI y aprobado por San Juan Pablo II, advirtiendo que tales leyes son «gravemente injustas» e insistiendo en que los católicos nunca las apoyarán. Esta es una cuestión no menor y no suficientemente perfilada. Seguramente es consecuencia de abordar cuestiones de gran entidad doctrinal por medios potentes mediáticamente, pero “ligeros” por su formato, como son una declaraciones periodísticas de 20 segundos.

Pero hay que situar más contexto: el Papa ha dicho a menudo, que sus palabras (anteriores a la última declaración) no significan que crea que las parejas del mismo sexo deben poder casarse. En varias ocasiones, Francisco ha advertido contra las amenazas a la institución del matrimonio y ha descrito el matrimonio como «entre un hombre y una mujer». Aceptar a los miembros de la familia gay o acomodar asociaciones entre personas del mismo sexo en el derecho civil, dijo, «no significa aprobar actos homosexuales».

Pero no podemos quedarnos ahí, porque a estas alturas parece claro que aquella declaración no es tal, sino más bien un montaje de líneas pronunciadas en diferentes contextos, unidas y cubiertas por cortes de cámara estratégicamente cronometrados.

Un analista italiano afirmó que había cinco elementos separados de la película y, por lo tanto, al menos cuatro ediciones contenidas en ese tramo de veinte segundos. Procedían de una entrevista diferente, no editada públicamente realizada en 2019 por la conocida periodista mexicana Valentina Alazraki. Afineevsky ha dicho a varios periodistas que la cita sobre las uniones civiles provino de una entrevista que realizó con el Papa a través de un traductor, aunque no especificó cuándo tuvo lugar la entrevista

Contradiciendo a Afineevsky, Antonio Spadaro, S.J., uno de los asesores de comunicación más confiables del Papa y el editor de la revista jesuita La Civilita Cattolica, afirmó que el clip era de la entrevista de la Sra. Alazraki.

El criterio que se ha abierto paso es que Francisco habló de dar «cobertura legal» a las relaciones entre personas del mismo sexo y de una «ley sobre convivencia civil» en esa entrevista de 2019, pero que sus palabras habían sido sacadas de contexto.

Han surgido acusaciones sobre Afineevsky, que además sería gay, sobre que han “fabricado” una pieza con el fin de promover una película, o incluso de avanzar la agenda LGBTI en la Iglesia.

Pero esta interpretación tiene un problema: la Santa Sede no ha negado que el Papa Francisco apoye las uniones civiles. No solo no ha habido cuestionamiento, sino que además Afineevsky recibió el premio «Kineo Movie for Humanity» en los Jardines Vaticanos en presencia de altos funcionarios de comunicaciones del Vaticano, y eso equivale a una aprobación de facto.

El precedente está claro: Antes de ser elegido Papa, Francisco se desempeñó como arzobispo de Buenos Aires, y en ese papel, abogó por las uniones civiles del mismo sexo en un intento de bloquear una ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. Argentina legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2010, lo que el entonces cardenal Jorge Bergoglio llamó un «ataque destructivo al plan de Dios». Pero en reuniones con otros obispos argentinos, el cardenal Bergoglio les instó a apoyar las uniones civiles como una forma de mantener el matrimonio claramente heterosexual. Los obispos rechazaron la idea.

Cuando Francisco fue elegido Papa en 2013, el director de la agencia de noticias católica argentina negó que el Papa hubiera apoyado las uniones civiles; sin embargo, la declaración del Papa «Yo defendí eso» en el nuevo documental parece afirmar que, de hecho, había apoyado estas protecciones.

En 2014 en el Corriere della Sera de Italia, se le preguntó al Papa Francisco si la iglesia podía entender el enfoque de legalizar las uniones civiles. Francisco respondió diciendo: «El matrimonio es entre un hombre y una mujer«, haciendo su distinción habitual entre un matrimonio y una unión civil. Explicó que los Estados «quieren justificar las uniones civiles para regular diferentes situaciones de convivencia, impulsadas por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como garantizar la atención sanitaria. Se trata de acuerdos de convivencia de diversa índole, de los cuales no puedo enumerar las diferentes formas». ¿Su respuesta sobre la perspectiva de la Iglesia sobre tales acuerdos?: «Necesitamos ver los diferentes casos y evaluarlos en su variedad». Esta ultima referencia puede ser interpretada en el sentido de acuerdos de convivencia que puedan acoger otro tipo de relación que la homosexual; formas de parentesco, por ejemplo, o de ayuda mutua.

En 2017, el Papa dio una entrevista de larga duración al sociólogo francés Dominique Walton, en la que el Sr. Walton le preguntó sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. El Papa respondió: «Llamemos a esto ‘uniones civiles'», en lugar de «matrimonio». Continuó: «No bromeamos con la verdad».

En esas entrevistas anteriores, los comentarios del Papa podrían interpretarse como simplemente explicar cómo la iglesia podría responder a la realidad jurídica de las uniones civiles. Este nuevo mensaje muestra al Papa expresando explícitamente su apoyo a dar a las parejas del mismo sexo las protecciones legales que proporcionan las uniones civiles, de acuerdo con su apoyo anterior a una ley como obispo de Buenos Aires. «Lo que hemos de crear es una ley de unión civil. De esa manera están legalmente cubiertos».

Existen precedentes en materia de entrevistas. La más notoria la que concedió al famoso periodista italiano de izquierda Eugenio Scalfari, fundador del periódico italiano La Repubblica. Esta entrevista comporto notas de escándalo, Scalfari tiempo después se atrevió a decir que el Papa Francisco había «abolido el pecado». Y que también había abolido el infierno.

La Santa Sede marcó distancias, y se supo que Scalfari no había grabado las conversaciones ni tomado notas, por tanto, lo que escribió fue más bien una reconstrucción basada en sus propias extrapolaciones de los intercambios. Pero el Papa aceptó el procedimiento y con posterioridad siguió hablando con Scalfari.

Hay en todo esto una máxima general de la comunicación que dice que, si un líder cree que ha sido tergiversado y, sin embargo, permanece en silencio, incluso enviando señales de aprobación, entonces la responsabilidad del mensaje es del líder, lo que disminuye la importancia de la manipulación del mensaje, porque lo que cuenta es la importancia de su contenido.

Si el Papa no quería que se creyera que apoya las uniones civiles tiene muchas herramientas para aclarar las cosas. Hasta que eso suceda, la confusión creada por sus palabras es evidente. La cuestión de fondo es si pastoralmente este es un buen procedimiento para guiar a la Iglesia, locales y los más de mil millones de católicos

Creo que cuatro cuestiones parecen claras:

  • Francisco y su equipo saben muy bien lo que la mayoría de la gente piensa que dijo y no han hecho nada para corregirlo.
  • Hoy todavía impera la confusión
  • Los medios de comunicación del Papa han de guardar mejor relación con la transcendencia doctrinal de lo que comunica: a más novedad, más profundidad doctrinal y no menos.
  • Y lo mas evidente es que la doctrina de la Iglesia  en este tema  lo establece el  Catecismo de la Iglesia 2357-2359, y el ya mencionado documento  de  2003 de la Congregación del Vaticano para la Doctrina de la Fe. Hay diferentes niveles de enseñanza de la Iglesia, desde definiciones papales infalibles de dogma y enseñanzas de consejos ecuménicos en la parte superior, luego la enseñanza oficial del Papa en encíclicas y luego una serie de otros actos, declaraciones y documentos del Papa y el Vaticano. Las entrevistas y discursos no son documentos del magisterio oficiales, por lo que la declaración de 2003 de la C.D.F. sigue siendo la palabra de la Iglesia.

El Papa no ha cambiado la enseñanza de la Iglesia, pero ciertamente ha cambiado el tono pastoral con el que la iglesia se acerca a la gente de L.G.B.T

El cambio del Papa en el tono de la iglesia y la preocupación por si ha cambiado la enseñanza de la iglesia han exacerbado la división existente entre los católicos que apoyan al Papa y los que se oponen a él, particularmente en los Estados Unidos. Y la división siempre es mala, como señala el propio Jesucristo.

El cardenal Seán O’Malley de Boston, asesor principal del Papa, dijo en un comunicado que Francisco «enseña con fuerza y constantemente que el matrimonio es entre un hombre y una mujer para toda la vida y que este es el plan de Dios para tener y criar hijos». El «respaldo del Papa a las uniones civiles no es un respaldo a la actividad homosexual», dijo el cardenal, al tiempo que señaló que Francisco es «muy consciente del sufrimiento y la alienación de las personas homosexuales, los gays, que son rechazados por la familia y la sociedad». «Nuestra tarea», dijo el cardenal O’Malley, «es mostrar a la gente que los amamos y nos preocupamos por ellos y que juntos podemos esforzarnos por ser mejores personas, más generosas, más valientes y más fieles a lo que Dios nos está llamando a hacer».

La cuestión es cómo se hace sin provocar confusión, aparentes contradicciones y facilitar la división interna.

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Si sólo fuera una cuestión…
    Pero son ya varias en las que el Papa Francisco ha tenido un protagonismo con el denominador común de sembrar confusión o dudas, desconcierto o rechazo.
    Somos creo que muchos los que no comprendemos que un fiel divorciado y vuelto a casar por lo civil pueda ir a comulgar según en qué diócesis se encuentre; que las distintas traducciones bíblicas no sean objeto de revisión centralizada en Roma (en la tarraconense -solo tres ejemplos- se lee que el hombre y la mujer formarán una sola «familia» en vez de «carne»; hace pocas semanas oímos en la Misa que la piedra que rechazaron los arquitectos es «la pedra que corona l’edifici»; los mansos no heredarán «la tierra» sino «el país»); que a unas monjas de clausura no sé si de Perú les dijera que el chismorreo es «peor que «Sendero Luminoso»; que «suprima» matices del Catecismo como lo relativo a la pena de muerte; que en el reciente recibimiento al presidente español pronunciara unas palabras acerca de un obsequio vinculadas a la masonería; que muy pocos católicos estén en condiciones de saber en qué consisten los acuerdos con China mientras las persecuciones no paran; que su reciente encíclica «Fratelli Tutti» uno ya la haya dado por leída tras ver comentarios varios; que preguntado por la independencia de Cataluña dijera que eso «había que tomarlo con pinzas», en vez de rechazarlo de plano como ahora sí que parece claro en el texto de «Fratelli Tutti»; que en los meses previos al referéndum sobre el aborto en Irlanda, siendo como es este un país de gran tradición católica, permaneciera callado y luego, semanas después de la victoria pro abortista, dijera que el aborto era un horror; que llamara la atención a un futbolista por la costumbre de santiguarse al salir al campo; que despachara de aquella manera a esa mujer que le cogió la mano; que la figura de Lutero fuera tan enaltecida desde Roma con ocasión de su centenario. Etc.

    El «armen lío» que al parecer dijo al principio del pontificado me temo que va en dirección errada que a más de un obispo, sacerdote, a más de una monja y a muchos laicos causa zozobra. Demasiada . Los católicos necesitan saber si el Catecismo sigue vigente en su totalidad.
    Hay cosas que es verdad que tienen que ver con la manipulación a que está expuesta cualquier palabra papal, como puede que sea el caso del reciente documento visual. Sin embargo, para eso deberían estar los asesores, vigilantes «como serpientes» a fin de no dar cancha al confusionismo que, por otro lado, no sabemos que el grupo cercano al Papa haya querido disipar. Esto es el «armen lío?

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