El debate sobre la legalización de la eutanasia en España está arrinconando un debate moral superior que precisa de atención. Es el debate sobre las curas paliativas, un recurso indispensable que hace -esta sí- menos dolorosa y digna la muerte de personas a las que acompaña el sufrimiento sus últimos días. Un recurso, que precisa de inversión económica y que se despliega de manera desigual a en las diferentes comunidades autónomas del territorio español.
Reproducimos a continuación la entrevista realizada por Soledad Valle para Diario Médico a Wilson Astudillo, médico de Familia y coautor del volumen ‘Cuidados del Enfermo en el Final de la Vida y Atención a su Familia’. El texto es un referente básico en este ámbito y acaba de aparecer su sexta edición:
Hace 23 años que apareció la primera edición de Cuidados del Enfermo en el Final de la Vida y Atención a su Familia. ¿Qué había publicado entonces?
El libro apareció en 1995, fue el segundo que se editó en español dedicado a los cuidados paliativos. Existía poca obra al respecto.
¿Dónde aprendió usted?
Nací en Ecuador y llevo en España 40 años. Me formé en Neurología en el Hospital Universitario de Donostia, San Sebastián, y he estado ejerciendo como médico de Familia 34 años, hasta mi jubilación hace cuatro años. El interés por la atención al final de la vida me llegó en 1981, cuando hice una rotación por los servicios del dolor en un hospital de Inglaterra. Allí me enamoré de los cuidados paliativos.
Volvió a España a sembrar esa inquietud.
De vuelta a San Sebastián potencié la creación de un comité de estudios de cuidados paliativos en el País Vasco y en 1994 creamos la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos.
¿Quiénes estaban con usted?
Mi hermano Edgar Astudillo, neurocirujano del Hospital Universitario de Donosti, ya jubilado, y mi mujer, Carmen Mendieta, también médico.
Con ellos firma el libro.
Sí, los tres somos coautores del volumen, pero hay mucha más gente detrás. En esta sexta edición han colaborado 78 especialistas, con el prólogo de Robert Twycross, médico pionero en el desarrollo de los paliativos en Inglaterra.
El autor inglés reconoce que su trabajo es una referencia básica en esta atención. Desde esa perspectiva ¿en qué cree que han mejorado los cuidados paliativos en España?
Se ha evolucionado mucho, pero todavía no hay una atención igualitaria en todo el territorio. Existen muchas diferencias entre comunidades. Algunas como Madrid o Cataluña han mejorado mucho en dar una buena atención en paliativos, mientras otras se han quedado muy atrás. Además, en el ámbito pediátrico queda un largo camino por hacer. Solo hay seis unidades de esta atención en toda España, con autonomías sin ninguna atención paliativa en pediatría.
¿Alguna mejora clara?
Muchas. Ahora, por ejemplo, ya no se tiene en cuenta el límite temporal para hablar de atención paliativa y se ha avanzado mucho en paliar el dolor.
En su libro dedica una parte muy importante a la espiritualidad y a la transcendencia.
En mi experiencia, considero que es muy importante. Necesitamos una Medicina que se dirija más a las personas, a sus valores, que a la enfermedad. Hay gente a la que la religión le hace mucho bien, le permite sobrellevar mejor la enfermedad y la muerte de las personas cercanas. Es un tema muy necesario.
Pero hay gente que vive y se muere sin fe…
Claro, hay que ayudarles a tener fe en la vida, en el legado que han dejado. Las personas que encuentran que su vida ha sido positiva aceptan mejor morir. La espiritualidad está por encima de una religión determinada y es en lo que tratamos de trabajar, en los valores de la persona.
¿Quiere decir algo sobre la ley de eutanasia que se está tramitando en el Congreso?
Es un tema muy delicado que requiere un tratamiento individualizado según las circunstancias personales y la voluntad que el paciente exprese llegado el momento en que experimente un sufrimiento insoportable o una situación angustiosa. Todavía hay que desarrollar el derecho a una vida digna en situaciones de enfermedad irreversible o discapacidad muy avanzada mediante un acceso rápido a los mejores cuidados paliativos, estando aceptada ya la sedación como lex artis en el tratamiento de los síntomas y del sufrimiento refractario.
¿Qué respuesta daría a las personas que piden eutanasia?
Lo ideal sería planificar con tiempo el final, que éste sea consensuado por el paciente, con su familia y el equipo y que se adopte esta decisión de muerte asistida en casos excepcionales, cuando lo solicite de forma consciente y reiterada.
¿Cree que una ley de eutanasia puede afectar al desarrollo de los cuidados paliativos?
En España el desarrollo de esta atención al enfermo al final de la vida no es pleno, ni uniforme, porque hay un gran déficit tanto a nivel rural como urbano. Se estima que 75.000 pacientes necesitan cuidados paliativos avanzados y no los reciben y muchos médicos no están bien formados. Por lo tanto, antes de una ley de eutanasia debería hablarse más de cómo promover un cuidado de calidad respetuoso con los valores de los pacientes.
Usted lleva cuatro años jubilado de su consulta. ¿Cree que alguna vez se jubilará de los paliativos?
Va a ser un poco difícil, porque todavía hay mucho trabajo por delante. Mientras me vea con capacidad de ayudar, seguiré haciéndolo. Ahora, a través de la cooperación internacional se ha abierto un campo muy bonito.
¿Realiza cooperación en paliativos?
En 2009 creamos Paliativos sin Fronteras para desarrollar la cooperación internacional. Tenemos 200 socios y el 50 por ciento son sanitarios. Hacemos muchas cosas, pero contarlo daría para otra entrevista.
¿Algo para concluir?
Me gustaría terminar con una frase del médico y bioeticista Juan Gómez Rubí, que abre un capítulo del libro y dice: “El objetivo de la Medicina no es sólo combatir la muerte, sino luchar contra la muerte prematura y la muerte inoportuna y, cuando ello no es posible, evitar el dolor y el sufrimiento para permitir una muerte tranquila”.