La organización Docentes Feministas por la Coeducación (DoFemCo) ha emitido una contundente crítica a la Ley 2/2016 de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid, más conocida como la «ley trans de Madrid». Esta declaración desafía el tópico de pensamiento único de la visión ‘progre’, mostrando que incluso desde perspectivas feministas se pueden albergar serias reservas sobre las políticas de ideología de género vigentes.
DoFemCo ha enfatizado la necesidad de un debate objetivo y argumentado, alejado de posicionamientos electoralistas y dogmáticos, sobre la ley trans y otras legislaciones similares.
Subrayan que, lejos de ser un monopolio de la derecha o la ultraderecha, la oposición a estas leyes es compartida por un espectro amplio de la sociedad, incluidas numerosas asociaciones feministas.
La organización celebra específicamente la eliminación de charlas por parte de asociaciones transactivistas en los centros educativos, argumentando que estas promueven ideas anticientíficas sobre la «identidad de género», contrarias al currículo educativo y generadoras de confusión entre sexo y género. Además, critican el acceso de personas sin formación científica, didáctica o pedagógica a los centros educativos para impartir estas charlas.
Siguen los protocolos educativos problemáticos
Docentes feministas también señala que, si bien la reforma no elimina ciertos protocolos educativos problemáticos, representa un paso adelante al cuestionar la inducción en menores de la creencia de que la inconformidad con los estereotipos de género podría significar estar en un cuerpo equivocado.
Afirman que estos protocolos pueden tener efectos perjudiciales y permanentes en la salud de los menores, incluyendo tratamientos médicos invasivos desde edades tempranas.
En su comunicado, DoFemCo defiende que los menores deben crecer libres de estereotipos sexistas y creencias sectarias, promoviendo un enfoque de educación basado en la realidad y no en la ficción. La organización se ofrece a profundizar en su análisis y explicar sus razones para rechazar las leyes y protocolos «trans», enfatizando la gravedad del tema y la necesidad de abordarlo con seriedad y objetividad.
Este posicionamiento de DoFemCo desafía la narrativa convencional y demuestra que el debate sobre la ideología de género y las políticas LGTBI es mucho más matizado y complejo de lo que a menudo se presenta en los discursos políticos y mediáticos dominantes.
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Las críticas a la ley Trans que provienen del mundillo feminista, por mucho valor científico que tengan, carecen de valor moral. El feminismo dominante es abortista, y no hay nada más anticientífico que la ideología que defiende y promueve el aborto voluntario.
La organización a que se refiere el artículo, Docentes Feministas por la Coeducación (DoFemCo), tiene publicada en su web este manifiesto:
“La coeducación: retos y herramientas para una escuela coeducativa”
En unos de sus apartados se lee:
“…será clave trabajar sobre la conducta y la salud sexual, que requiere, por ejemplo, comprender conceptos como el deseo y el consentimiento sexual, conocer los derechos sexuales y reproductivos, estudiar el proceso de fecundación y embarazo, los embarazos no deseados, el derecho a decidir sobre el aborto…”
Quieren que aprendan “el proceso de fecundación y embarazo”, pero dejan en la ignorancia el estudio de la realidad del ser humano en gestación, su constitución y desarrollo, un proceso que la ciencia (embriología) conoce muy bien y que muestra que este ser llamado “embrión” y “feto” es el mismo ser humano personal que nacerá y seguirá desarrollándose hasta su muerte.
De forma que lo que llaman “el derecho a decidir sobre el aborto”, y que quieren enseñar a los niños, ni es tal derecho, porque jurídicamente no existe, ni, sobre todo, no es un “aborto”, ya que los abortos son espontáneos, no voluntarios, sino que abortar a posta es quitarle la vida a un ser humano con premeditación y alevosía. Esto es lo científico. Esta organización feminista ve la paja en el ojo del transgenerismo pero no ve la viga en su feminismo.
Y es que para darse cuenta de que padecer disforia de género no es estar en un cuerpo equivocado sino tener un problema mental, no hace falta mucha ciencia ni empaparse de feminismo, basta con usar el sentido común limpio de telarañas ideológico-políticas.
Afortunadamente, existen organizaciones “feministas” que valoran el aborto voluntario como un acto nocivo y degradante para las mujeres. Estas organizaciones son las que gozan de legitimidad moral para criticar la ley Trans. DoFemCo carece de ella, y más valdría que se callase al respecto, aunque parezca que su crítica nos viene bien a quienes defendemos la integridad corporal de niños y adolescentes. Pero es que el enemigo de nuestro enemigo no puede ser nuestro amigo si no defiende también la integridad corporal de embriones y fetos. Las organizaciones hipócritas no interesan.
Apreciado Diógenes:
Podemos estar en desacuerdo total con la posición de DoFemCo sobre el aborto y al mismo reconocer que su crítica a la «ley trans» es correcta. La moral es importante, qué duda cabe, pero no es moral algo que es injusto y que va contra la razón. Y descalificar la posición correcta de DoFemCo en este asunto no es ni razonable ni justo. Al criticar a la «ley trans» DoFemCo tiene, en este punto, una posición moralmente correcta. Nadie se libra de contradicciones. Que tire la primera piedra el que esté libre de pecado. Que alguien falle en un aspecto no quiere decir que no acierte en otro y que tal acierto no merezca reconocimiento. Por supuesto el reconocimiento del acierto jamás puede ser justificación del error. El descalificar una buena acción porque quien la hace también ha cometido otras malas es contrario a la doctrina de Cristo.
Desgraciadamente en nuestros días se tiende cada vez más a adoptar posiciones poco afines a la razón y con una tendencia totalitaria en el sentido más literal de este término: o todo o nada.
Un muy cordial saludo.
Muchas gracias por su comentario, Messerschmidt.
Me explicaré un poco, para intentar que mi descalificación de DoFemCo sea más razonable y, si cabe, menos injusta.
La crítica de DoFemCo a la ley Trans es de razón y ciencia, y en este sentido digna de celebración y aplauso. Pero esta crítica es igual que la que se hace desde otros ámbitos y organizaciones, como las católicas, por ejemplo, que vienen denunciando dicha ley y sus daños y perjuicios, mucho antes de que se hayan puesto a ello las organizaciones feministas, que si han acabado criticándola es por sus intereses ideológicos, al darse cuenta de que su concepto de “mujer”, tan compacto, se disuelve si los hombres pueden transformarse en mujeres de la noche a la mañana. Y precisamente, en este concepto de “mujer” va incluido como algo esencial el derecho al aborto. Es por ello que su crítica a la ley Trans me parece sin valor moral, aunque sea acertada por su valor científico.
Un caso parecido se da cuando ciertas organizaciones se manifiestan en contra del aborto pero a favor de la pena de muerte. Veo tal contradicción en ello que su crítica al aborto, aunque acertada, me parece moralmente mala, incluso nefasta, porque no cuadra una cosa con la otra.
De la misma forma, la pretensión de DoFemCo de enseñar a las niñas su derecho al aborto es lo bastante grave como para que su denuncia del daño que les hace la ley Trans me parezca hipócrita. Algo huele a podrido en esta apariencia blanqueada.
Dice usted que “El descalificar una buena acción porque quien la hace también ha cometido otras malas es contrario a la doctrina de Cristo.” No puedo sino estar de acuerdo, y procuraré recordarlo para no caer en ello. Con todo, yo diría que esto vale cuando se trata de acciones personales, en las que prima la enseñanza de Cristo de no juzgar. Pero no sirve para posturas ideológicas adoptadas por organizaciones. Jesús, que justificaba y perdonaba a personas, descalificó duramente al colectivo de escribas y fariseos, no porque lo hiciesen todo mal -les reconocía buenas acciones- sino por su hipocresía, es decir, por sus contradicciones.
No creo que mi actitud sea fruto del prurito totalitario del “todo o nada”, sino simplemente de exigir coherencia. Que es lo que, dicho sea de paso, enseña y practica, como institución, la Iglesia Católica.
Otra cosa es que a los católicos nos convenga que feministas y generistas anden a la greña y se defenestren mutuamente. Pero allá se las apañen con sus contradicciones. Nosotros a lo nuestro, con la esperanza de que haya militantes a quienes se les caigan las escamas de los ojos y vean la auténtica verdad, que de haberlos haylos.
Un abrazo, Messerschmidt.