Primero y antes que nada, considerar que este largo y destructivo proceso electoral, por el talante del debate político desplegado, no está terminado. Primero, porque Núñez Feijóo, pueda formar gobierno, algo más que improbable, o que tal como da por descontado, lo consiga Sánchez, a pesar de que necesita la colaboración de Junts per Catalunya, que se lo ha negado en todas las ocasiones anteriores y que tiene en sus manos la repetición electoral, algo que si significaría en esta ocasión de verdad un pulso al estado. Veremos si Puigdemont lanza el envite, o como en otras ocasiones, se convierte en palabras vacías.
Pero incluso en el caso de que Sánchez forme gobierno, la cuestión solo habrá comenzado y además mal. Primero porque la coalición gubernamental del PSOE no es con un solo partido, Sumar, sino con los ocho de esta coalición, que disponen de entre uno y diez diputados cada uno (Por ejemplo, UP tiene cinco, los mismos que Izquierda Unida). Del total, solo 10 están bajo la disciplina directa de Yolanda Díaz. Y a esto hay que añadir la coalición parlamentaria como mínimo con Bildu, PNV, ERC, quizás BNG.
Muchos grillos procurando por lo suyo para configurar una gobernación estable y previsible, ante problemas y desafíos tan importantes como estos, que ni mucho menos agotan la lista:
- Menos recaudación del estado y, por consiguiente, menos ingresos.
- Fracaso de los fondos europeos, aún no solicitado el primer pago de 10.000 millones de 2023. Y debe renegociar muchas de las condiciones que asumió, como la de los peajes, si desea recibir el resto de los fondos. También debe hacer efectivo el control del déficit. Y ésta es la tercera cuestión:
- Para ello se verá obligado a reducir el gasto público para mejorar la salud de las finanzas que se verán gravadas por otra carga
- Se trata de la subida creciente de los tipos de interés y, por tanto, el fuerte endeudamiento español tendrá una factura mucho más alta.
- Asimismo, deberá absorber el gasto que ha realizado en este ejercicio y que ha desplazado al futuro, es decir, para 2024 y años siguientes, y en este mismo sentido verá cómo va creciendo la nómina del estado debido a la contratación masiva de funcionarios e interinos, que ha efectuado.
- Todas estas cifras adversas se verán acentuadas por la incierta solución dada para equilibrar el gran gasto en pensiones: la de gravar el coste del trabajo, lo que se conoce como la cuña fiscal, que se traduce como un impuesto al trabajo en un país con un gran paro. Una carga que tenderá a aumentar en la medida en que no logre equilibrar el gasto en las pensiones.
- Por si fuera poco, el mercado de trabajo se desinflará y además pasado el verano el peso muerto de los fijos discontinuos, que cuentan como trabajadores a personas que realmente están en paro, aflorará con fuerza.
- El mal funcionamiento de la administración del estado, empezando por el estado de derribo de la justicia, deberá ser abordado sin dilaciones.
- Los grandes compromisos contraídos a lo largo de las dos campañas electorales, la de mayo y la de julio, pasarán factura o acentuarán la fama de insolvente de Sánchez.
- Por último, ante este marco de problemas, la presión no siempre convergente de la docena de socios y coaliados creará una gran dificultad añadida.
Todos estos grandes obstáculos y otros más que existen y, por tanto, deben añadirse, no deben interpretarse como un malévolo consuelo de desear el mal, sino como el enunciado de un entramado de problemas que se han ido enmascarando o aplazando y que Sánchez o en su caso Feijóo deben abordar.
Y no es un consuelo porque el daño de todo esto no lo sufren los políticos, sino nosotros, la gente de a pie.
Y ante este escenario hay que exigir verdad, eficacia y eficiencia. Y un testimonio colectivo surgido de la sociedad civil que dé testimonio de ello más allá de la pugna partidista. Porque solo si recuperamos la verdad para la política, empezaremos a resolver las crisis acumuladas que nos ahogan.
Y este es también un servicio que los cristianos podríamos ofrecer, porque en nuestro mandato está el servir a la verdad, la justicia y la libertad, en la concordia, que es la otra gran necesidad de la destructiva política española, el concordar, que pasa por vincular la crítica a lo mal hecho con el respeto a la dignidad de quienes lo han hecho mal. Todo eso difícilmente saldrá, siendo realistas, de otras manos que no sean las cristianas. No porque seamos mejores, sino porque para nosotros es un mandato.
3 Comentarios. Dejar nuevo
El análisis político-económico es tan cierto como demoledor.
En cuanto a «la verdad, la justicia y la libertad», los ciudadanos de a pie no disponemos de televisiones, altavoces, estrados habituales, púlpitos dominicales… Nuestra labor es el día a día, en las conversaciones con amigos, familiares, participación como espectadores y lectores de blogs, películas, congresos, y poco más.
La declaración de los obispos tras estos comicios no puede ser más vaga: «altura de miras». Por favor.
No hay disposición para desde la predicación dominical abordar lo concreto. El evangelio no sólo alberga un valor religioso sino cívico. No sirve de nada que el sacerdote diga en la homilía que no hay que dejarse llevar por las «modas» si a continuación no menciona ninguna. Ha llovido desde que en 2007 escribí «púlpito sin pálpito». Desde luego de la verdad, muy poco: por qué tanto dinero para las organizaciones sindicales y para medios informativos, qué pasó con los ancianos en las residencias en la primavera de 2020 (Covid), ocupación de viviendas ajenas e indefensión de los dueños, uniones legales de personas del mismo sexo, maternidad sin contacto carnal, adopción de hijos por parejas homosexuales, la plaga del divorcio, el poliamor y los veinte tipos de familia, sociedad envejecida por el antinatalismo y por egoísmo, animalismo creciente antiespecismo con puerta abierta a la zoofilia, lo que esconde el transhumanismo, la homosexualidad activa defendida hasta por parte del clero, la pederastia, el acceso franco a la pornografía, el cultivo, consumo y tráfico de drogas y los clubes sociales de cannabis…
Llega el domingo o el día del patrón y el cura párroco se limita a agradecer su presencia a las autoridades civiles (casi todas pro aborto) y a decir que no debemos ser tacaños con los inmigrantes y que hay que ser comprensivos con quienes están desviados, para finalizar esbozando una sonrisa con la felicitación a los feligreses y feligresas por su onomástica y con el deseo de que se disfrute de la fiesta. Da para escribir un estupendo manual de buenrollismo.
En todos los análisis que he visto, se habla siempre -en general- de España, como si eso fuera una realidad homogénea y sin matices.
Pues ocurre que no es así: Los partidos regionales, que representan realidades (vgr) regionales ( o «territoriales», como se dice ahora ) han sacado en conjunto 28 diputados, lo que no es menor.
España es una realidad muy diversa, y no solo por País Vasco y Cataluña, sino también por otras: ¿ En qué se parecen, por ejemplo ( aparte de que ambos hablan castellano ), gallegos y andaluces?
Por ironías de la vida ( o tal vez no ), los «indepes» van a definir el futuro político ( inmediato) del país en su conjunto, si no se quiere que quede nuevamente en el limbo.
Además, toda esta situación de indefinición, que ya ha ocurrido antes ( y recordemos cómo se resolvió -entiendo que con un telefonazo de Merkel- ), deja en terrible evidencia la poca relevancia y operatividad del gobierno central ( de hecho el país siguió funcionando como si nada ), fortaleciendo de paso la importancia de los gobiernos autonómicos, que si resuelven ( o podrían resolver, si tuvieran las atribuciones) las cosas que importan. Para ponerlo en perspectiva; el PNV ha gobernado casi siempre en el País Vasco y eso es porque ha hecho una buena gestión.
Estoy muy de acuerdo con las afirmaciones «solo si recuperamos la verdad para la política, empezaremos a resolver las crisis acumuladas que nos ahogan» y «hay que exigir verdad, eficacia y eficiencia. Y un testimonio colectivo surgido de la sociedad civil que dé testimonio de ello más allá de la pugna partidista», con lo que ya no estoy tan de acuerdo con «todo eso difícilmente saldrá, siendo realistas, de otras manos que no sean las cristianas».
La sociedad civil está despertando, y en honor a esa «verdad política», está empezando a llamar a las cosas por su nombre y denunciando, en esta mal llamada democracia, la falta de libertad para elegir representante (en el Legislativo) y para elegir quien les gobierne (en el Ejecutivo), porque la separación de poderes es una quimera; así como la sociedad civil sabe de sobra que la independencia judicial brilla por su ausencia, sobre todo cuando se trata de encausar a quienes nombran a sus «jefes».
No hay mayor prueba de esa falta de representación política y esa falta de división de poderes que el que pasada una semana de las votaciones todavía no se sepa quien será Jefe del Gobierno porque los partidos tienen que hacer sus componendas, que son los que realmente tienen el poder en esta partidocracia.
Afortunadamente este 23J en Madrid nos reunimos miles de ciudadanos, sin ser convocados por un partido político sino por una asociación civil, en la Plaza de las Cortes a exigir límites y control a los políticos. Gente de toda ideología, de toda condición social, de toda creencia… al grito de Libertad, no sólo para ellos sino para todos. La primera vez en la historia de España que esto ocurre el día de las votaciones sin ser convocados a vitorear al grito de ¡Presidente, Presidente, Presidente! a quien todavía no ha votado nadie, como mucho unos pocos lo han votado para Diputado, ni tampoco a lamer las heridas de los líderes perdedores en unos comicios en los que todos se declaran ganadores, y en alguna medida lo son ganando su escaño y prebendas para ellos, sus amigos, parientes y conocidos por un periodo de tiempo más.