La concordia que presidió la Constitución de 1978 hizo que todos los españoles lucháramos juntos y consiguiéramos un bienestar social jamás conocido en nuestra historia. La resolución de la Comisión Constitucional de 20 de noviembre 2002, unánimemente aprobada por todos los partidos políticos con representación en el Congreso, dejó clara la voluntad del pueblo, de que el pasado no sería utilizado como arma política para revivir viejos rencores, resucitar odios o alentar deseos de revancha.
Después de ochenta años del fin de nuestra lamentable y fratricida guerra civil, no puedo comprender cómo se insiste en un tema atizando, abriendo heridas que estaban cicatrizadas y emponzoñando a las nuevas generaciones ¿con qué objetivo?
La Transición española fue la única etapa de nuestra historia común donde hubo un consenso por parte de la mayoría de las fuerzas políticas, lo mismo debería hacerse hoy, con esta pesadilla que aún invade la mente débil y a la vez dolida de algunos sujetos, que quieren hacer un uso perverso de aquel tiempo, para conseguir fines que le acerquen al poder político. Todo esto aboca al rencor y al resentimiento de muchos que siguen transmitiendo a sus descendientes ese fatídico episodio de nuestra historia.
¿Cuándo zanjaremos esta memoria histórica, mal dirigida, que tanto dolor nos está infligiendo?
He vivido la dictadura, la transición y la democracia. Mi padre estuvo y padeció la angustia y la desesperación de la guerra, estuvo en un campo de concentración en Francia. Su hermano y cuñados también sufrieron el horror, unos y otros en zonas distintas. Jamás en mi casa por el sufrimiento vivido en la familia, hubo ejecuciones tremendas, ni se habló ni se generó odio contra nadie. Soy especialista en historia, conocedor y estudioso de la guerra civil he publicado dos libros biográficos sobre este tema con las vivencias de mis difuntos padres. Hemos formado tres familias con hijos, nunca hemos transmitido resentimiento, ni venganza hacia nadie. He explicado, como profesor, este tema a mis alumnos y he hecho ver con la máxima objetividad, la realidad de lo que aconteció en las dos zonas.
Estoy verdaderamente harto de leer, oír y ver tantísimas estupideces sobre la memoria histórica, que tanto daño nos está haciendo a todos los españoles. He vivido, oído y recogido tremendos testimonios de familiares y amigos de los dos bandos y sin embargo, insisto, nos inculcaron a todas las familias de nuestro entorno y a cientos más, en toda España, el perdón hasta la saciedad, y no el odio.
¿Qué se pretende con tanta insistencia en la política y en los medios, la exhumación de Franco?
Con esta Memoria Histórica, utilizada tan mal por nuestros políticos, en detrimento de nuestra convivencia común, he de comunicar de manera fehaciente, que, esos rencores, miedos y fanatismos se acabaron; estudiemos de forma objetiva nuestro pasado, para que no vuelva a suceder este tipo de acontecimientos que nos distancian.
Enseñemos a nuestra juventud, futuro cercano, que los radicalismos y la confrontación no sirven para nada; sin embargo, el diálogo, la tolerancia y el respeto es lo que hace que la Humanidad avance.
Si levantaran de sus tumbas mis padres, abuelos y tíos, y vieran como aún estamos con esas desavenencias, disputas y odios después de tantos años, en una guerra que, por un bando y otro, ellos mismos vivieron la incomprensión, el dolor y la rabia; ¿qué nos dirían?
Inmediatamente de haber acabado esa locura, nos transmitieron el sosiego, el perdón y el futuro para que no volviera a ocurrir jamás esa barbaridad, que vivieron ellos y muchos como ellos, en los años 1936-39 y después en la posguerra.
Miremos juntos hacia el futuro, hacia el no debilitamiento de nuestra democracia, tan difícilmente conseguida, estemos pendientes de nuestras muchas necesidades cotidianas y exijamos a nuestros políticos que se preocupen más de lo que nos prometen en las elecciones y que se olviden de generar problemas con otras cuestiones; que lo que hacen es distanciarnos, desunirnos y enfrentarnos.