La crisis y el descenso demográfico que asola a España ha golpeado con especial dureza al sistema educativo catalán. Según anunció la consellera de Educación, Anna Simó, Cataluña ha perdido un total de 20.416 alumnos en las etapas de infantil y primaria en comparación con el curso anterior. A esto se suma un fenómeno migratorio de estudiantes hacia fuera de la comunidad autónoma, aún sin cuantificar.
¿Cuál es la raíz del problema?
Estas alarmantes cifras son el resultado de un descenso demográfico que se viene experimentando año tras año y que afecta de manera más significativa a la educación primaria. Pero más allá de los números, emerge un cuestionamiento profundo sobre la crisis de la familia en España y en Occidente. Esta crisis es una consecuencia directa del distanciamiento de las raíces cristianas de Europa y el predominio de una sociedad cada vez más individualista y desvinculada.
La previsión para este curso escolar en Cataluña apunta a que habrá casi 58.000 nuevos alumnos de 3 años, la cifra más baja desde 2006 y una diferencia de 23.600 alumnos menos respecto al curso actual. En la etapa de infantil, la pérdida más considerable se encuentra en 4º y 5º de infantil, con una reducción de más de 4.000 y 4.600 alumnos respectivamente.
Impacto en la Educación
Aunque la consellera Simó asegura que la disminución en el número de alumnos se traducirá en «mayor calidad educativa» debido a aulas con menos niños por profesor, la realidad es que este fenómeno tiene otras implicaciones negativas. Entre ellas, la pérdida de diversidad en el aula, el cierre potencial de escuelas y la redistribución de recursos educativos.
En las etapas superiores, como bachillerato, también se ha producido una caída drástica de 11.600 alumnos, mientras que la Formación Profesional (FP) ha experimentado un incremento de 8.300 nuevos alumnos. Este fenómeno podría interpretarse como un cambio en las preferencias educativas, pero no debe desvincularse del problema demográfico subyacente.
A pesar del descenso en la matrícula, la consellera indicó que habrá un incremento en la plantilla de docentes. A los 3.500 profesores incorporados en enero se sumarán 1.190 más este año. Sin embargo, esta inversión en recursos humanos no soluciona el problema estructural que representa la caída demográfica y que tiene sus raíces en la crisis de la familia y el abandono de los valores tradicionales.
El descenso demográfico y su impacto en el sistema educativo son síntomas de una problemática más amplia que involucra la descomposición de la unidad familiar y el individualismo creciente en la sociedad. Si no se abordan estas cuestiones de raíz, el futuro del sistema educativo y la cohesión social en España podrían enfrentar desafíos aún mayores.