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Del “Paraíso” medieval al hogar católico: Paradeisl

Familia

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La historia del Paradeisl se remonta a la Edad Media, especialmente a las llamadas «Obras de Paraíso» (o Paradise Plays en inglés). Durante el Adviento, estas representaciones dramatizaban varios momentos de la historia de la salvación: desde la caída de los ángeles hasta el relato de Adán y Eva en el Jardín del Edén, pasando por la promesa de la redención que culmina con el nacimiento de Cristo.

Para ambientar estas obras, las plazas y mercados medievales se llenaban de decoraciones alusivas al Paraíso, lo cual fue permeando la vida cotidiana hasta llegar a los hogares.

Así, nació la costumbre de tener una pequeña representación o recordatorio del Paraíso en casa: un Paradeisl.

Antecedente católico de la corona de Adviento

Aunque la corona de Adviento sea hoy el elemento más extendido para conmemorar las cuatro semanas previas a la Navidad, gran parte de los historiadores coinciden en que se trata de una invención luterana del siglo XIX. Su origen se atribuye a Johann Hinrich Wichern, un pastor protestante alemán.

No obstante, en la Bavaria católica existía desde mucho antes una tradición de encender velas progresivamente durante el Adviento, simbolizada en el Paradeisl.

Este adorno piramidal, decorado con manzanas y ramas perennes, cumplía la misma función de guiar la cuenta regresiva hacia la Navidad, encendiendo una vela adicional cada domingo.

En la Alemania de principios del siglo XX, el Paradeisl todavía se encontraba en muchas casas católicas, pero poco a poco fue eclipsado por la popularidad de la corona de Adviento, más difundida y comercializada, incluso llegando a arraigarse en ambientes seculares y ateos.

Aun así, hay familias —especialmente aquellas que buscan conservar las tradiciones católicas más antiguas— que siguen elaborando y encendiendo su Paradeisl durante las semanas de preparación para la Navidad.

¿Qué es un Paradeisl?

Una estructura piramidal

El Paradeisl suele construirse con cuatro manzanas unidas mediante varillas o palos para formar una pirámide tetraédrica (es decir, cuatro triángulos equiláteros que se unen en un punto superior). Este diseño, aparentemente simple, encierra un profundo significado.

  1. El misterio de la Santísima Trinidad
    Cada uno de los triángulos alude a una de las Personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), formando un todo único que recuerda el misterio de Tres en Uno.
  2. La unión de lo divino y lo humano
    A su vez, la forma es «tres y uno» (tres caras laterales y una base), reflejando así la relación trinitaria e, indirectamente, la creación entera sostenida por la Trinidad, que se hace especialmente presente con la Encarnación de Cristo en la Navidad.
Manzanas

Cada una de las manzanas colocadas en las esquinas de la base de la pirámide simboliza la caída del hombre: el fruto prohibido del que comieron Adán y Eva. En la tradición judeocristiana, la manzana representa el pecado original, la desobediencia y la condición caída de la humanidad, que precisamente anhela al Redentor.

Resulta muy significativo que esta tradición se relacione directamente con el 24 de diciembre, que no solo es Nochebuena, sino también la fiesta de Adán y Eva en el calendario litúrgico medieval. Así, mientras nos preparamos para la venida del Niño Jesús, recordamos la razón por la que el Salvador vino al mundo: redimirnos del pecado de nuestros primeros padres.

Ramas perennes

En el vértice de la pirámide, se suelen colocar ramas de hoja perenne (como abeto, pino o acebo) e incluso envolver parte de la estructura con ellas. Estas ramas evocan la vida eterna y la esperanza que jamás se marchita, haciendo eco del árbol del Paraíso y apuntando también hacia el árbol de la Cruz, donde Cristo consumó nuestra redención.

Velas

Por último, se coloca una vela en cada manzana (a veces hay una vela adicional en la parte superior si la estructura lo permite), encendiéndose progresivamente cada domingo de Adviento. Esta iluminación escalonada alude tanto a la llegada de la Luz del mundo, Jesucristo, como a la dimensión penitencial del tiempo de Adviento, donde se intensifica la luz semana a semana, invitándonos a la conversión.

En muchas familias, se utilizan velas de cera natural (cera de abeja) para mantener el simbolismo de la pureza de Cristo. Sin embargo, también se ven velas blancas (pureza y gozo) o rojas (aludiendo al color de la manzana y, simbólicamente, a la Pasión de Cristo). Aunque en algunas influencias modernas se han incorporado los colores litúrgicos (morado y rosa), esto no forma parte de la tradición más antigua del Paradeisl.

Variantes populares

Klausenbaum

En ciertas regiones bávaras y checas, se conoce una variante llamada Klausenbaum (literalmente “árbol de San Nicolás”), que se decora con imágenes, galletas o figurillas de San Nicolás, coincidiendo con su fiesta (6 de diciembre). Su estructura es similar, a veces con cuatro manzanas o más, e integra elementos alusivos al santo que cae en pleno Adviento.

Putzapfel

En Silesia existe el Putzapfel, que consiste tan solo en una manzana elevada con palos, coronada con una vela y algunas ramas verdes. Si bien esta versión no funciona propiamente como “contador” de los cuatro domingos de Adviento, su simbolismo permanece: la manzana representa la caída original y la vela, la luz de Cristo.

Significados espirituales y devocionales

  1. Expulsión y esperanza
    El Paradeisl nos recuerda que fuimos expulsados del Jardín del Edén. No obstante, en la liturgia de Adviento palpita la promesa de la redención, que se cumple en la Encarnación. Por eso, la estructura verde y las velas aluden al renacimiento y a la Luz que viene a disipar las tinieblas.
  2. Penitencia y alegría
    El Adviento es un tiempo litúrgico con matices penitenciales, similar a la Cuaresma, aunque rebosante de la expectación gozosa por la venida de Cristo. El uso progresivo de las velas refleja este doble movimiento: hacemos penitencia al sentir nuestra lejanía de Dios, pero celebramos de antemano la inminencia del Emanuel, “Dios con nosotros”.
  3. Conexión familiar
    Elaborar y encender el Paradeisl en familia, sobre todo los sábados por la noche o los domingos, nutre la espiritualidad hogareña. Además, es un recurso catequético: los niños se inician en los símbolos bíblicos (el fruto prohibido, la Trinidad, la Encarnación) de forma tangible y cercana.

¿Cómo elaborar un Paradeisl?

Si bien cada familia puede adaptar la elaboración a los recursos que tenga, a continuación, se describe el método más común:

  1. Reúne los materiales
    • 4 manzanas de tamaño similar.
    • 6 palos o varillas de madera (lo bastante firmes para formar una estructura estable).
    • Ramas de hoja perenne (abeto, pino, acebo, etc.).
    • 4 velas (preferentemente de cera de abeja, aunque pueden usarse de parafina).
    • Elementos decorativos naturales (nueces, rodajas de naranja secas, paja trenzada, figuritas de barro, etc.).
    • Opcional: más velas si se desea colocar una en la cúspide o en algún nivel intermedio.
  2. Forma la base
    • Inserta tres palos en la primera manzana, formando un triángulo.
    • Une las puntas libres con la cuarta manzana en la cúspide, creando una pirámide.
    • Dependiendo del diseño, a veces se emplean cuatro manzanas en la base (cada una con dos palos) y se corona con la cuarta en la parte superior. Hay diferentes maneras de ensamblarlo, pero el propósito es obtener una estructura firme con la forma piramidal.
  3. Decora con ramas y ornamentos
    • Coloca las ramas perennes ya sea rodeando los palos o en la parte superior.
    • Adhiere, cuelga o pincha los adornos (nueces, estrellas de paja, rodajas de naranja, etc.) según la tradición familiar.
  4. Coloca y sujeta las velas
    • Cada manzana servirá de soporte para una vela.
    • Asegúrate de que queden estables (puedes derretir un poco la base de la vela para fijarla mejor).
  5. Comprueba la seguridad
    • Vigila que las velas estén bien sujetas y que la estructura se mantenga estable para evitar accidentes.

¿Cómo se enciende y qué oraciones se pueden hacer?

La costumbre, al igual que con la corona de Adviento, consiste en encender cada domingo una vela adicional hasta la víspera de Navidad. Algunas familias encienden el Paradeisl durante la cena de los domingos, otras en el rezo de Vísperas (especialmente las Primeras Vísperas del domingo, el sábado por la tarde), y otras durante un momento de oración o villancicos.

Oraciones y cantos

El Paradeisl no tiene una bendición oficial en el Rituale Romanum, al ser una práctica doméstica. Sin embargo, se pueden rezar oraciones propias del Adviento, como las de la Liturgia de las Horas (por ejemplo, la Antífona «Oh» en los días cercanos a Navidad), o simplemente orar en familia pidiendo por la conversión y la preparación interior para la venida de Cristo.

Un momento muy especial es cuando la familia se reúne para entonar cantos de Adviento (por ejemplo, «Veni, Veni Emmanuel»). Así, el Paradeisl se convierte en centro de la oración y la alabanza hogareña.

El Paradeisl es mucho más que un simple adorno navideño: es una síntesis doméstica de la Historia de la Salvación, que nos transporta al Jardín del Edén para recordarnos el pecado de Adán y Eva y la necesidad urgente de un Salvador.

A la vez, nos invita a contemplar la belleza de la Encarnación, con sus velas que se encienden cada domingo, iluminando poco a poco nuestro camino en la espera gozosa de la Navidad.

Recuperar o descubrir el Paradeisl en nuestros hogares puede ser un hermoso modo de arraigar y profundizar nuestra fe católica. Encender el Paradeisl nos ayuda a centrar la mirada en el verdadero sentido de la Navidad: la venida de Cristo, la Luz que disipa todas nuestras tinieblas.

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