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Degradación de Eurovisión

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Confieso al lector que he dejado pasar más de un mes desde la última edición del Festival de Eurovisión para escribir sobre él. La vergüenza e indignación que sentí en su momento me impulsaban a una respuesta inmediata, pero por ello mismo decidí dejar pasar unas semanas para exponer con serenidad algunos planteamientos y sentimientos suscitados.

De entrada señalo que, en mi opinión, dicho Festival entró desde hace bastantes años en una pendiente de deterioro que se ha convertido en persistente y que se ha generalizado a una gran parte de las intervenciones de los diversos países.

Cada vez es menos un Festival de canciones para convertirse en unos espectáculos.

Esto podría ser aceptable, o, en todo caso, es neutro respecto a los planteamientos y valoraciones de fondo. Sin embargo, si se aplican aquellos parámetros que para las manifestaciones de la verdadera cultural los clásicos griegos planteaban ya cinco siglos antes de Cristo, está claro que no cumplen ninguno. Ni el bien, ni la verdad, ni la belleza están presentes en una gran parte de los espectáculos, ni da la impresión de que formen parte de los principios de sus creadores. El aspecto de belleza, esencial en este caso, es olvidado de manera generalizada y en no pocos casos se cae en un feísmo absoluto.

Centrándonos en la última edición, un primer apunte en referencia a la canción presentada por España, “Zorra”.

Una explícita manifestación de bajeza, de depravación mental de sus creadores, editores e intérpretes. Y forma explícita de mostrar una sociedad degradada. Bastan hasta las referencias del propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien no le parecía mal. O el hecho mismo de que los directivos de Televisión Española aceptaran presentar aquel bodrio y no hubiere entre ellos quien expresara públicamente su rechazo y discrepancias o incluso dimitiera. Están envilecidos, incapacitados para distinguir el bien del mal.

Cualquier ciudadano desea, en condiciones ordinarias, que gane la canción de su país, o su equipo de fútbol, o cualquiera que lo represente en una competición o evento aunque en sí mismo no le entusiasme, pero en esta ocasión éramos muchos los que deseábamos el mayor de los rechazos a la canción española, la derrota absoluta.

Se cumplió el deseo. Pero lo verdaderamente importante no es el puesto conseguido en las votaciones, sino la dignidad y calidad de lo presentado. O su ausencia.

Pasando al conjunto del festival, un aspecto positivo lo dieron los representantes de Francia, de Ucrania o de Croacia (quizás olvide a algún otro) con aportaciones muy presentables, pero en conjunto fue muestra de escaso nivel ético y estético. Y algo central a señalar, la ideologización dirigida a fomentar la ideología de género. Se promueve todo lo relacionado con la homosexualidad. Las votaciones de los jurados de los países participantes lo mostraron de forma patente en apostar por lo no binario. Pura promoción LGTBI+. De manera especial se plasmó en el voto a Suiza. Su cantante rapero, Nemo, se declaraba abiertamente “no binario”, desfiló con la bandera trans, fue un propagandista de ello.

A nivel general, la reivindicación  homosexual tenía inicialmente la razonable y positiva exigencia de respeto a las personas con atracción hacia otras de su mismo sexo, y que injustamente habían sido marginadas o perseguidas a lo largo de la historia. Hoy ha pasado a un mundo de privilegios, incluido el continuo martilleo y propaganda gay. El Festival de Eurovisión fue una manifestación evidente.

Capítulo aparte, aunque no deseable, es la politización que se mostró en el festival, como en lo referente a la canción de Israel y la guerra de Gaza.

En suma, un festival que ha ido a menos año tras año, aunque se presenten espectáculos esplendorosos y complejos. Se ha autodestruido. Es una muestra clara de la degradación en las televisiones europeas y en la propia sociedad.

Dicho Festival entró desde hace bastantes años en una pendiente de deterioro que se ha convertido en persistente y que se ha generalizado a una gran parte de las intervenciones de los diversos países Clic para tuitear

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Excelente artículo, y muy valiente, porque cada día que pasa hay que tener más valor para desvelar y poner en evidencia la podredumbre en que se descompone la sociedad europea.

    Parodiando el título, yo diría que la canción española fue la degradación de la degradación. Que quedase, si mal no recuerdo, entre las cuatro últimas, muestra que aún queda algo de ética y estética en buen estado.

    Sea como sea, el festival de Eurovisión debería cambiar de nombre para adecuarse a la realidad que transmite y pasar a llamarse festival de Neurovisión, a la vista de que prácticamente todas las actuaciones son la expresión de una neurosis colectiva que ya roza lo patológico.

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