La confianza se teje a diario, momento a momento. Cuando uno acepta o se impone un compromiso, su cumplimiento generará confianza entre sus contactos, y sabemos que −a menos que seamos una rata de cloaca−, entramos en contacto con personas y hasta con animales en nuestro quehacer diario. (Cierto: también en ocasiones vivimos vida de cloaca con ratas que muerden por diestro y siniestro, con motivo o sin él, o mordemos nosotros jugando a tontas y a locas de una ruleta rusa que nos distrae de nuestro cometido). Si ya nuestra mascota sabe a qué atenerse cuando la tenemos delante, qué no será de las personas que nos conocen. Hasta los desconocidos analizan −a sabiendas o no− nuestro proceder, en función de nuestro lenguaje no verbal.
El lenguaje no verbal es importante, ya que puede ser elegido por la persona que lo adopta, pero posee trascendencia incluso cuando no lo hace conscientemente, pues en él se refleja el modus vivendi de cada uno, circunstancia que nos distingue los unos de los otros. Los estudiosos llegan a afirmar que los rasgos físicos estables vienen determinados por esa manera de vivir de cada uno, lo cual puede definir belleza o perversión, hasta el punto de que provocan lo que indican, en uno mismo y en los otros. Por tanto, será digno de tener en cuenta.
Analizando, pues, ese lenguaje no verbal (incluso inconscientemente, decimos) es como los que nos rodean pueden conocer si comunicamos conforme con nuestras actitudes o no. Como suele ser inconscientemente, de serlo, lo será también reaccionariamente. Así, nos encontramos con personas que obedecen y cumplen sus compromisos en función del entorno, no solo según su motivación interior; motivación que en consecuencia será provocada por la actitud de las personas con las que entramos en contacto. Con ello, es fácil deducir que, en nuestro quehacer, obedeceremos más a unos que a otros. Es el llamado “deber”.
Del deber a la calidad total
Según lo analizado hasta aquí, el cumplimiento del deber vendrá determinado por el compromiso personal que hayamos establecido con las personas a quienes obedecemos más fácilmente que a otras. Es un compromiso que asumimos o no, generando productos de mayor o menor calidad, aunque no lo parezca, más en función de nuestra respuesta a la obligación y la insistencia que a la capacidad personal. Ya hemos conocido personas que sin ser especialmente inteligentes dan frutos numerosos de gran calidad, mientras otros individuos mayormente dotados no se comen un rosco.
Por este camino, llegamos a advertir, colateralmente, que está el capítulo de la superación, que define frutos de calidad en una disposición e implicación crecientes, que puede ser compitiendo con otros o autoimponiéndose el cumplimiento de un deber, como el artículo que nos ocupa, que me he comprometido a dar cada viernes. La ascendencia amigo-amigo, profesor-alumno, jefe-empleado y sobre todo padre-hijo determina un buen entorno para la superación. La obediencia a una ascendencia suele abrazar, además, la gracia de Dios que nos asiste.
Así, al tiempo que establecemos un ambiente amable que puede ser creativo, es como llegamos a demostrar si somos de confianza o no, lo cual implicará una respuesta directa o indirectamente influida por nuestro entorno… y el crecimiento mutuo en nuestro compromiso con él. Es el sistema que determina más usualmente cómo crecemos y nos hacemos crecer mutuamente. Es como nos sentimos satisfechos, o sentimos remordimientos ante una obligación no cumplida. Y aunque no lo parezca, como terminamos un artículo. Ahora, solo faltará la reacción del lector. En ello se cocerán las habas… o quedarán por cocer. ¡Elijamos calidad, que también en la reacción se cuece!
Twitter: @jordimariada
El lenguaje no verbal es importante, ya que puede ser elegido por la persona que lo adopta, pero posee trascendencia incluso cuando no lo hace conscientemente Share on X