El proyecto de ley Zan ha fracasado en el Senado italiano por una mayoría considerable. A pesar de la cultura imperante la política ha ganado la batalla contra la imposición de la cultura de género como cultura predominante a partir de la construcción de una ingeniería social, según informa el diario Tempi.
El proyecto de ley, que nacía contra la homotransfobia, aprobado en noviembre del año pasado en la Cámara, fue víctima en el Senado. La solicitud de no pasar a los artículos presentados por Lega y Fdi obtuvo 154 votos a favor frente a 131 en contra (2 abstenciones). El voto secreto solicitado por los senadores Roberto Calderoli e Ignazio La Russa, y admitido por la presidenta del Palazzo Madama Elisabetta Casellati no sin críticas por parte del Pd, M5S y Leu, dejó las manos libres a la libertad de conciencia provocando así el hundimiento de un texto en el que centroderecha y centroizquierda luchan desde hace meses sin llegar a un acuerdo.
El Partido Demócrata al final, y temiendo no tener los números como ocurrió más tarde, buscó la mediación in extremis presentando directamente al ‘padre’ del proyecto de ley, que es Alessando Zan: «Es una página negra para nuestra democracia y nuestros derechos», sostiene el diputado, subrayando que «lamentablemente una fuerza política se ha retirado de la mayoría».
Para un católico, sobre el proyecto de Ley Zan es fundamental lo que dijo el Papa Francisco sobre el género en la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia: «El género es una ideología que niega la diferencia y la reciprocidad natural del hombre y la mujer, promete una sociedad sin diferencias de sexo , y vacía la base antropológica de la familia» y lo que escribió Juan Pablo II en la encíclica Evangelium Vitae en los artículos 73 y 74.
En su carta, fechada el 1 de octubre, la Congregación para la Doctrina de la Fe citaba específicamente la Encíclica Evangelium Vitae de San Juan Pablo II sobre la eutanasia y el aborto, poniendo efectivamente en tela de juicio esta ley en un nivel similar y recordando a los católicos comprometidos en la política que «la conciencia cristiana bien formada no permite que nadie favorezca con su voto la implementación de un programa político o de una ley única en la que los contenidos fundamentales de la fe y la moral sean subvertidos por la presentación de propuestas alternativas o contrarias a tales contenidos», por que «sería un error confundir la justa autonomía que los católicos en política deben asumir con la reivindicación de un principio independiente de la doctrina moral y social de la Iglesia».
La cultura de género ha perdido esta batalla, pero está ganando la guerra.
1 Comentario. Dejar nuevo
La cultura de género no es una cuestión que afecte solo al catolicismo, es que va contra el sentido común más elemental del que gozan todos las personas. Esta ideología es un subproducto mental fabricado por neuronas afectadas de neurastenia. Da que pensar que haya gente, más o menos sesuda, que se tome en serio tamañas tonterías. Sin embargo, ahí están, proliferando y conformando un organismo ideológico que si quedara en eso, en una teoría, no pasaría gran cosa, lo malo es que va generando un praxis aberrante, como la inducción al cambio de sexo en niños y adolescentes, y la persecución inquisitorial de quienes muestran la vacuidad de la parafernalia «trans».