Las mujeres tradicionalmente no han estado masivamente presentes en las carreras tecnológicas y científicas. Las denominadas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en inglés) siguen sin equipararse entre hombres y mujeres en sus aulas a pesar de la discriminación positiva existente.
Las universidades han desarrollado en los últimos años una criticada estrategia que beneficiara por encima de los hombres al acceso de la mujer a este tipo de carreras.
En ese sentido, recientemente en Estados Unidos ha nacido un movimiento que pretende mostrar la incoherencia que supone privilegiar a unos colectivos sobre otros. Un privilegio, que tampoco ha conseguido su objetivo a pesar de que las mujeres hayan tenido más facilidades.
El departamento de Educación ha abierto 20 investigaciones a universidades y colleges de todo el país desde Yale, a Berkeley o Princeton para determinar si sus programas, como alega este movimiento denunciante, violan el Título IX, la ley que exige a los centros que reciben dinero federal a no discriminar por razón de sexo.
El 56% de centros estadounidenses practicarían discriminación positiva
La discriminación positiva arroja una paradoja, y es que acaba siendo, al mismo tiempo, discriminación negativa para otras personas. Es el caso de los hombres. Tras analizar la situación en 220 centros de educación superior, un estudio publicado en agosto por el grupo Stop Abusive and Violent Environments (SAVE) ha concluido que el 56% viola el Título IX.
Por ejemplo, al dar, más apoyo económico a las mujeres que a los hombres: en Kent University (Ohio) hay hasta 11 becas sólo para mujeres y apenas una para hombres; así, ellos reciben una ayuda media de 1.567 dólares y ellas, de 2.208.
El pionero en esta batalla fue un profesor de la Universidad de Michigan y analista del think-tank conservador American Enterprise Institute, Mark Perry, que define el fenómeno como “un apartheid de género”. Primero denunció las salas de estudio sólo para mujeres. Luego, los premios de su universidad abiertos sólo a estudiantes de STEM de sexo femenino… Ahora ha llevado su lucha a escala nacional con denuncias contra más de medio centenar de campus.
Los hombres, ¿discriminados en otras carreras?
La paradoja de este asunto es que, mientras se premia a las mujeres que tratan de acceder a carreras tradicionalmente con más hombres que mujeres, no se hace así lo mismo con las carreras que sucede lo mismo, es decir, donde el grueso de estudiantes son mujeres.
De esa manera carreras como enfermería, farmacia, filología o magisterio siguen siendo carreras femeninas, donde la inmensa mayoría de alumnos son mujeres. En esas facultades no se trata de practicar una discriminación positiva favorable al hombre para conseguir la paridad, ¿por qué?
“No se trata de si las becas STEM son buenas o malas”, ha afirmado, en este sentido, el presidente de SAVE, E. Everett Bartlett. “¿Por qué se busca resolver los problemas en las disciplinas STEM y se ignora el problema de la infrarrepresentación masculina en los estudios de Educación, Enfermería…? Si hablamos de justicia e igualdad, también los hombres se beneficiarían de apoyo en áreas donde están poco presentes”.
“La ley -prosigue Bartlett- dice que puedes crear becas sólo para mujeres pero sólo si el efecto global no es discriminatorio”y las disparidades detectadas son “inmensas”, sostiene el responsable de SAVE, un grupo que se creó para defender a personas acusadas de acoso sexual en los campus en reacción a una ley de la administración Obama de apoyo a las víctimas.
En ámbitos como la Biología y la Medicina hay más mujeres que hombres, por lo que no se puede hablar de desigualdad en los estudios STEM. Ese desequilibrio que existe, por ejemplo, en Informática, donde ellas sólo son el 18% de los estudiantes de Informática o ingeniería, donde constituyen el 20% quizás debería explicarse por otra razón: las mujeres están más interesadas en general en otras áreas de conocimiento.
