El asesinato de dos jóvenes hermanas pakistaníes que residían en Terrassa cuando se desplazaron a su país de origen para divorciarse de sus primos tras unos matrimonios forzosos ocupó amplios espacios en la prensa española y en diversos medios internacionales. Al parecer, fueron sus propios familiares los autores de tales asesinatos. Era lógico y justificado el despliegue informativo.
Contrasta, sin embargo, con el silencio de otros homicidios y abusos, y muy concretamente los cometidos sobre los cristianos. Empezando por el propio Pakistán, donde son frecuentes los asesinatos, encarcelamientos y malos tratos. Hace unos meses incluso asesinaron a un pastor protestante.
Días atrás, en Nigeria era lapidada y quemada por sus propios compañeros musulmanes una joven estudiante cristiana, Déborah Samuel Yakubu, a la que acusaron de blasfemar. La muchacha simplemente se había quejado del exceso de mensajes religiosos en el grupo de WhatsApp del curso. No se conformaron con matarla, sino que incendiaron iglesias y provocaron disturbios. De ello no he visto nada en la prensa generalista europea. Sólo en digitales de signo cristiano.
Aún hay más. El eurodiputado francés Jean-Paul Garraud presentó una propuesta al Parlamento Europeo para que se condenara el asesinato de aquella chica, siendo rechazada por 244 votos en contra, 231 a favor y 19 abstenciones. Entre los eurodiputados españoles votaron en contra los del PSOE, Podemos y Bildu, y se abstuvieron los de Ciudadanos. Garraud argumentó que en diversos países musulmanes se da una fuerte persecución contra los cristianos con asesinatos, atentados, profanaciones de iglesias y cementerios, etc., hechos que se están dando también en Europa, y denunció que la Comisión Europea se niega a nombrar un coordinador para la lucha contra la cristianofobia a pesar de haberse solicitado en diversas ocasiones. A la mayoría de los partidos políticos europeos no les importa la persecución, mientras sea contra los cristianos. Sin salir de Nigeria, hace pocos días, eran secuestrados dos sacerdotes.
También de las últimas semanas. Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Esteli, en Nicaragua, muy crítico con el Gobierno sandinista de Daniel Ortega, se declaró en huelga de hambre ante la actuación del gobierno de aquel país, que, entre otras cosas, censura el Canal Católico de Nicaragua. Poco, pero algo ha aparecido en la prensa por su relación con la política.
En otra parte del mundo, el cardenal Zen, obispo emérito de Hong Kong que ha denunciado en diversas ocasiones la persecución de los cristianos en China, ha sido acusado estos días de no registrar una asociación a favor de la democracia. Ha negado las imputaciones, y en la homilía de una misa celebrada tras comparecer ante el tribunal expresó que “el martirio es algo normal en nuestra fe” y oró por los católicos chinos perseguidos. Tampoco la prensa se ha hecho mucho eco, mientras sobre la propia China se informa a menudo de la persecución contra los uigures, musulmanes.
¿Por qué tanto silencio? A partidos y medios que promueven la ideología de género, el aborto y son hostiles a la espiritualidad cristiana, ¿cómo les va a interesar o preocupar que en docenas de países la persecución contra los cristianos sea frecuente, e incluso creciente?
Publicado en La Vanguardia, 19 de junio de 2022