El CRISPR ya se usa para elegir sexo en ratones, ¿se usará para humanos?

«¿Quieres un niño o una niña?», una pregunta éticamente inasumible cuyos riesgos ya nos anunciaron películas como Gattaca. Sin embargo, hay ciertos círculos en los que es una pregunta que se hace todos los días, más ahora con la técnica CRISPR.

Tomemos la agricultura. En un mundo perfecto, la mayoría de las vacas solo darían a luz hembras. Los pollitos crecerían hasta convertirse en gallinas. «Sexar» a un animal de granja cuando está a una edad temprana no sería una cosa, especialmente cuando significa que los animales machos, sin la capacidad de producir leche o huevos, a menudo se sacrifican a una edad temprana para preservar los recursos.

Entornos científicos aseguran, según Singularity Hub, que «Podría haber una forma mejor». Este mes, un equipo aprovechó el poder de CRISPR para controlar el sexo de la descendencia en ratones. Al unir componentes CRISPR en el genoma de los padres, el equipo pudo encender o apagar un interruptor que determinaba casi perfectamente el sexo de sus camadas.

A diferencia de los intentos anteriores, los ratones bebés podrían tener sus propias camadas de ambos sexos. El gen objetivo utilizado para la edición se conserva a lo largo de la evolución, lo que sugiere que la técnica podría funcionar en más animales que solo ratones, una tentación para las derivas transhumanistas.

Se trata de una técnica extremadamente controvertida. Esencialmente, la técnica mata selectivamente a los embriones de un determinado sexo, lo que irremediablemente genera alertas éticas. Por ahora, a los científicos no les preocupa que la tecnología se utilice en humanos debido a su complejidad. Pero el estudio es el último en mostrar la creciente capacidad de la biotecnología para manipular la reproducción.

Es un «resultado impresionante» y una «solución de vanguardia para producir especies de un solo sexo», dijo el Dr. Ehud Qimron de la Universidad de Tel Aviv, que no participó en el trabajo.

Gattaca con esteroides

El sesgo del sexo de la descendencia no es nada nuevo. Durante más de una década, los científicos han secuestrado gradualmente el genoma del mosquito con impulsos genéticos para reescribir la evolución. La idea es que la edición genética anularía la selección natural, extendiéndose a través de las generaciones posteriores a un gen «dominante».

En lugar de la probabilidad habitual de herencia de 50-50 de un gen, los impulsos genéticos artificiales tienen una probabilidad mucho mayor de infiltrarse en la próxima generación, cambiando fundamentalmente el código genético de una especie. Cuando se trata de un gen que influye en el sexo de su descendencia, una especie puede gradualmente tener solo un sexo, lo que lleva a su extinción.

Los riesgos son evidentes, pero también la tentación científica de jugar a ser Dios. Y es que es un plan apocalíptico con beneficios potencialmente masivos, como frenar la malaria, por ejemplo. Debido a que los mosquitos hembras son generalmente los portadores de la enfermedad, un impulso genético que solo conduce a los machos es una forma segura de reducir la transmisión. En un estudio, dentro de una docena de generaciones, la edición genética fue suficiente para colapsar toda una colonia de mosquitos en el laboratorio. Se han probado estudios similares en ratones.

No es una solución perfecta. La edición genética es poderosa, tanto como peligrosa. Con los animales de granja, el objetivo no es erradicar una especie, sino más bien sesgar el sexo del animal hacia un lado y aumentar el bienestar animal. “Los animales y los productos de origen animal se utilizan en todo el mundo, y las discusiones éticas sobre el uso de animales están en curso”, dijeron los autores. Cada año se sacrifican más de 100.000 terneros machos, y las estadísticas de otros animales de granja comunes muestran un panorama igualmente incómodo.

CRISPR y los ratones

El nuevo estudio adoptó un enfoque diferente. Con CRISPR, el equipo distorsionó el sexo de solo la próxima generación en ratones, lo que permitió que las camadas del mismo sexo finalmente se reprodujeran normalmente.

CRISPR tiene dos partes: una guía de ARN (el sabueso que olfatea el gen objetivo) y Cas9 (una proteína de «tijera» que corta físicamente el gen). Por lo general, los dos componentes se codifican en un solo portador, denominado «vector» y se insertan en una célula o animal. Al apuntar a un gen que es esencial para la reproducción, por ejemplo, es posible desencadenar embarazos fallidos espontáneos en animales.

El debate está servido.