El cardenal arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella, ha pasado a formar parte de del selectísimo Consejo de Cardenales que el el Papa Francisco acaba de renovar. De esa manera, el que es también presidente de la Conferencia Episcopal Española. Así lo ha hecho público este martes, 7 de marzo, la Santa Sede.
Junto a él, otro español formará parte del conocido C-9, el salmantino Fernando Vérgez, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
A partir de ahora, según informa la Conferencia Episcopal Española, además de los españoles, formarán este Consejo el secretario de Estado, Pietro Parolin; Fridolin Ambongo Besungu, cardenal arzobispo de Kinshasa; Oswald Gracias, cardenal de la India y arzobispo de Bombay; Sean Patrick O’Malley, cardenal arzobispo de Boston; Gérald Cyprien Lacroix, cardenal arzobispo de Quebec; Jean-Claude Hollerich, cardenal arzobispo de Luxemburgo y Sergio Da Rocha, cardenal arzobispo de Salvador de Bahía, en Brasil. El secretario será Marco Mellino, obispo de Cressima.
La primera reunión del nuevo Consejo de Cardenales, ha informado también el Vaticano, será el próximo 24 de abril a las 9.00 horas en Casa Santa Marta.
El Consejo de Cardenales, un órgano de consulta para el Santo Padre
El Consejo de Cardenales es una de las sugerencias de las Congregaciones Generales de Cardenales precedentes al Cónclave, que señala la «conveniencia de instituir un restringido grupo de Miembros del Episcopado procedentes de las distintas partes del mundo, al que el Santo Padre pudiera consultar, singularmente o en forma colectiva, sobre cuestiones particulares».
El papa Francisco recoge esta iniciativa como «notable ayuda» para el desempeño de su ministerio pastoral y el 13 de abril de 2013 anuncia la constitución de este Consejo «con la tarea de ayudarme en el gobierno de la Iglesia universal y de estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor bonus sobre la Curia Romana».
Dicho Consejo, señala también, será «una expresión ulterior de la comunión episcopal y del auxilio al munus petrinum que el Episcopado distribuido por el mundo puede ofrecer».