El pasado 24 de febrero, coincidiendo con el primer aniversario de la guerra de Ucrania, el ministerio de asuntos exteriores chino publicó un documento que resumía su posición respecto al conflicto armado entre Rusia y Ucrania.
Se trata de una breve declaración que recoge principios básicos más que un plan de paz, y pese a ello se ha presentado en general como «la propuesta de China para conseguir un acuerdo de paz».
El documento es ante todo una reafirmación de los grandes principios de la política internacional china desde los tiempos de Mao Zedong:
1- Defiende la integridad territorial como valor supremo de las relaciones internacionales
2- Rechaza el uso de armamento nuclear (a pesar de que China dispone del tercer arsenal atómico, la doctrina nuclear oficial del país promulga un papel estrictamente defensivo)
3- Pide «garantías de seguridad» para ambos bandos.
Para algunos expertos en política internacional, que China rechace tan abiertamente el uso del armamento nuclear es un mensaje destinado a dar confianza a los países europeos, y particularmente a Alemania. De hecho, se ha llegado a presentar este punto concreto del documento como fruto de la visita del canciller alemán Olaf Scholz a Pekín el pasado octubre.
Aquí entran en escena las ambiciones de China, y en particular los beneficios diplomáticos que el régimen de Xi Jinping espera extraer del actual conflicto bélico en Ucrania.
A pesar de lo que pueda parecer desde la perspectiva occidental de apoyo encarnizado a Ucrania, numerosos países están mucho más preocupados por poner punto y final al conflicto que castigar a Rusia por la agresión armada sobre su país vecino.
Así, una parte muy importante de los países no occidentales contempla con gran interés el papel que China podría jugar para detener la guerra.
Pero es que incluso las partes implicadas en el conflicto han atribuido un valor nada despreciable a la iniciativa diplomática china: Rusia se ha declarado “interesada” (ayer lunes, 20 de marzo, Putin se reunió con Xi Jinping), y el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski ha afirmado que quiere encontrarse con su homólogo chino.
No sería tampoco descabellado pensar que China podría actuar como padrino de Rusia en la mesa de negociaciones, al igual que Estados Unidos y Europa seguro harían con Ucrania.
De materializarse, un perfil diplomático chino tan elevado sería un inmenso triunfo que situaría al país asiático como el líder indiscutible para todos aquellos países que buscan distanciarse de Occidente.
Sabedora de que en Ucrania tiene mucho que ganar, China también sabe que la otra cara de la moneda es una inmensa pérdida, empezando por su economía.
Estados Unidos ya ha advertido a través de medias palabras de que, si China envía armamento a Rusia, impondría un régimen de sanciones económicas similar al que Moscú sufre. Esta posibilidad significaría una debacle para la economía china, pero atención porque también para la europea y la estadounidense.
Pekín no puede pues permitir ayudar militarmente a su socio ruso, con quien supuestamente mantiene una “asociación sin límites”. La razón es simple: los mercados occidentales son todavía demasiado críticos para las exportaciones chinas como para que su industria pueda pasarse por ella.
Una parte muy importante de los países no occidentales contempla con gran interés el papel que China podría jugar para detener la guerra Share on X