El fundamento de todo es el respeto a la dignidad humana, que debe ser en todos los ordenes y no solo en algunos. Y este respeto debe, además, guardar una relación armónica con la libertad, con los derechos y deberes en este ámbito que la Constitución establece.
En ningún caso legislaciones de menor rango pueden acabar restringiendo aquella libertad en nombre de unas prohibiciones fabricadas artificialmente. Es el caso de las penalizaciones que intentan introducirse para evitar que personas que son homosexuales y se sienten a disgusto con su condición se asesoren y reciban libremente entrenamiento para probar de revertir su situación.
La homosexualidad se manifiesta en una práctica y un sentimiento de atracción hacia las personas del mismo sexo. Pero científicamente no existe un acuerdo sobre cuál es su causa (ni parece existir demasiado interés en la actualidad por este debate) Existen interpretaciones genéticas, de transformación en la fase de formación fetal, de condiciones familiares y sociales. La conclusión es clara: no sabemos por qué se produce, ni el porqué de sus variaciones según las sociedades. Tratar con normalidad la sexualidad pasa por aceptar este tipo de cuestiones, al igual que nadie se molesta en indagar la razón de que haya más personas morenas que rubias en el mundo. Siendo así, resulta perfectamente razonable que para determinadas interpretaciones de sus causas pueda considerarse que la situación puede modificarse y pasar de la homosexualidad a la heterosexualidad. Esto es lo que dicta la razón.
Pero no impera la razón, sino la ideología de la emotividad más arbitraria, y esta es cada vez más prohibicionista. Se acepta que un hombre casado de años con hijos, que es padre y marido excelente, un buen día decida que le atraen los hombres y se proclame homosexual, y que se acoja a un tratamiento para asumir bien su nueva condición a pesar de los vínculos anteriores. Esto es celebrado. Se puede pasar de la heterosexualidad a la homosexualidad. Más todavía, se acepta -a pesar de las criticas de los médicos- que niños que dicen no encontrarse bien con su cuerpo, porque se sienten del otro sexo, reciban tratamiento en este sentido, sin esperar a que alcancen su madurez sexual, que sería el momento donde se podría verificar la intensidad de esta disfunción, porque esto es la contradicción entre la percepción subjetiva de la identidad sexual y la configuración objetiva de su cuerpo.
Se puede pasar de heterosexual a homosexual, y de hombre a mujer y viceversa, a pesar de someterse para ello a tratamientos que fuerzan la propia naturaleza. Pero, se prohíbe, penaliza, persigue y se masacra públicamente cuando se trata de un adulto que decida pasar de homosexual a hetero. ¿Por qué? ¿Cuál es la lógica de esta radical diferencia?
¿En nombre de qué se puede prohibir la libertad de la persona de elegir? Se puede elegir sexo si eres transexual, pero no se puede elegir ser heterosexual, en un proceso que no tiene para nada las mismas contraindicaciones. En nombre del derecho a decidir de la mujer, se legaliza el homicidio del ser humano engendrado, pero el homosexual no puede decidir libremente ser heterosexual y buscar ayuda, como hacen en todos los demás casos, y asistencia para este tránsito
Esto es arbitrariamente brutal. Es una contradicción insoportable.
1 Comentario. Dejar nuevo
Veamos que generalmente son los paises socialistas que crean leyes que quitan la liberdad humana. Nos obligan con leyes hasta lo que podemos o no comer. El socialismo para mi es el cancer de la sociedad, lo que toca lo desnaturaliza.