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Tres nuevas beatas españolas: la caridad es el camino para superar el miedo

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España tiene tres nuevas beatas españolas, que han sido elevadas a los altares este sábado 29 de mayo en la Catedral de Astorga. Son las tres enfermeras laicas asesinadas in odium fidei en Pola de Somiedo (Asturias) en 1936, María Pilar Gullón Yturriaga, Olga Perez Monteserín Núñez y Octavia Iglesias Blanco.

La santa Misa fue presidida por el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos quien pronunció su homilía destacando la caridad de las tres mártires que donaron su vida por los enfermos y sufrientes.

“Todos somos débiles”, y lo eran “también nuestras hermanas” (en referencia a las beatas españolas), evidenció el purpurado al inicio de su homilía, recordando a continuación las palabras que el Señor repitió a sus discípulos y que nos repite también a nosotros, porque sabe que lo necesitamos: «¡No temáis, no tengáis miedo!», según informa Vatican News.

Subrayando que “nuestra sociedad está marcada por el temor”, el Prefecto de la congregación para las Causas de los Santos, evidenció que “el verdadero problema para nosotros es cuando el miedo determina nuestras elecciones o cuando nos hace desistir de nuestras convicciones; cuando nos bloquea en nuestras relaciones con los demás y también con Dios.”

“Citando la palabra del Señor: No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma», San Agustín afirmó que los apóstoles, para que no cedieran por su frialdad al temor, estaban abrasados en el fuego de la caridad”, recordó el prelado, indicando que el camino para superar el temor es la caridad.

“Es el camino que recorrieron los mártires y es el camino que siempre está abierto para nosotros. No sólo en las situaciones dramáticas, sino también en las más ordinarias; no sólo para aquellos miedos que pueden derivarse de las amenazas de los hombres, sino también para los que están vinculados a nuestra condición humana y a las emergencias que suceden en la vida», añade.

A continuación, monseñor Semeraro se refirió a la situación de miedo determinada en este momento por la pandemia y recordó que el camino a seguir indicado por el Papa, es siempre el de la caridad:

«Nuestro Dios es cercano y nos pide que estemos cerca unos de otros, no que nos alejemos unos de otros. Y en este momento de crisis por la pandemia que estamos viviendo, esta cercanía nos pide que la manifestemos más, que la mostremos más. No podemos, quizás, acercarnos físicamente por miedo al contagio, pero sí, podemos despertar en nosotros una actitud de cercanía entre nosotros: con la oración, con la ayuda, muchas formas de cercanía. ¿Y por qué deberíamos estar cerca el uno del otro? Porque nuestro Dios está cerca, quiso acompañarnos en la vida. Es el Dios de la cercanía. Por eso no somos personas aisladas: estamos cerca, porque la herencia que hemos recibido del Señor es la cercanía, es decir, el gesto de cercanía (Homilía en Santa Marta, 18 de marzo de 2020).»

El Prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos evidenció que también las tres beatas, para no bloquearse por el temor, “ardían también en el fuego de la caridad”.

“Las tres jóvenes laicas Pilar, Olga y Octavia ya habían emprendido el camino de la caridad, alimentando su vida cristiana «ordinaria» con la actividad apostólica. Cuando más tarde eligieron trabajar como enfermeras en la Cruz Roja aquí en Astorga, encauzaron su vocación laica por este camino hasta el martirio, el testimonio supremo de amor por Cristo”, añade.

Asimismo, recordó que “no podemos ser discípulos de Jesús evitando los conflictos, quizás contratando seguros de vida”. “La posibilidad del martirio está siempre presente en la vida de los cristianos. Así fue para nuestras Beatas”, agregó, citando palabras del Obispo de Astorga en la carta pastoral en preparación de esta beatificación de las tres nuevas beatas españolas.

Destacando la actividad caritativa de las tres enfermeras laicas españolas, dedicadas a cuidar de los enfermos y heridos, el prelado recordó la “dignidad propia inenarrable” del cuerpo, que “participa de la dignidad de imagen de Dios”. Y concluyó: “Las beatas Pilar, Olga y Octavia se dedicaron a cuidar el cuerpo debilitado y sufriente, de modo que, aun en el peligro que se presentaba, no quisieron abandonar a los heridos, sino que siguieron asistiéndolos arriesgando sus propias vidas. Debido a esta ferviente caridad, cuando sus cuerpos fueron amenazados no se bloquearon por el temor, sino que, ardiendo en el fuego de la caridad, sufrieron torturas y humillaciones. Soportaron todo con una fuerza sobrenatural; se dispusieron para sufrir la muerte con un espíritu de fe. Murieron aclamando a Cristo Rey, y es esta profesión de fe la que las convirtió en mártires.»

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