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La valentía en redes del modelo Pablo García y la crítica al nuevo disco de Bad Bunny

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Los creadores de contenido parecen competir por el mensaje más fácil y la aprobación inmediata. La valentía y el sentido común se han convertido en un bien escaso.

Y es precisamente eso lo que exhibe Pablo García, más conocido en Instagram (con 527 mil seguidores) como @pablogarna. Un católico, modelo y creador de contenido que, lejos de buscar aplausos complacientes, se arma de argumentos e invita a la reflexión.

Su crítica actual en redes se dirige hacia el nuevo disco de Bad Bunny, un fenómeno musical que ha inundado las plataformas sociales y se ha convertido en objeto de adoración para muchos.

Pablo, sin medias tintas, parte de un principio básico: la música moldea valores, conductas y expectativas.

Así, se atreve a cuestionar esas letras cargadas de contenido sexual explícito, misoginia y exaltación de excesos que, de forma casi automática, se insertan en el imaginario colectivo como «normales» o «inocuas».

La intervención de Pablo

Su argumento pone de relieve que no se trata de una manía contra un género o un artista, sino de una observación sobre cómo el consumo cultural, especialmente el musical, acaba afectando nuestra manera de ver la vida. En un relato directo y sin ataduras, Pablo suelta:

Bueno, este tío, que todo el mundo sabe quién es, ha sacado un nuevo disco. De hecho, si te metes en lo más viral de Instagram, te van a salir ahí prácticamente todas sus canciones. Y yo, que soy una persona curiosa, me he leído la letra de todas esas canciones.”

La crítica va más allá de una cuestión de gustos personales. Pablo expone lo que considera un «insulto a la inteligencia», aludiendo a la repetición de excesos varios. Sorprendentemente –o no tanto–, la gente parece recibirlo con los brazos abiertos y hacerlo viral sin mucho reparo:

Bueno, ¿cómo te explico? Aparte de ser un insulto a la inteligencia, he encontrado un contenido sexual, de droga, alcohol, exceso, etcétera, etcétera, pero bueno, nada nuevo, oye. Te voy a leer una de las poesías que he encontrado en una de sus canciones. Baby, ese culo es de bichote, y yo siempre quise ser tu bichote.”

Algunos podrían argumentar que es solo música, que no pasa nada, que existe el «guilty pleasure» y que hay derecho a divertirse. Sin embargo, Pablo plantea la cuestión ética y de responsabilidad social que conlleva exponer a los más jóvenes a letras y ritmos que normalizan la violencia y la hipersexualización:

Eso sí, y aquí viene el tema, luego queremos que nos traten con cariño, anhelamos el amor romántico de los abuelitos, queremos respeto y la frase estrella: es que hoy en día ya no hay valores, es que el amor de antes ya no existe, pero ¿Cómo va a existir alma de cántaro? Si consumimos mierda, sí, sí, mierda, pues ¿Qué esperas?

La pregunta que lanza Pablo es clara: ¿puede un adolescente de 15 años discernir entre lo que es meramente entretenimiento y lo que encierra un mensaje denigrante? No se trata de censurar, sino de tomar consciencia de que aquello que normalizamos, termina amoldando nuestro criterio social y moral:

Ok, ¿y un niño de 15 años sabe diferenciar? El problema es que ese niño de 15 años escucha esa canción porque tú lo has validado. Si los adultos no escuchásemos esas canciones, los niños no lo harían. Y que conste que no hablo solo del reggaetón, ¿A dónde vamos a llegar? Pero ¿Dónde está el sentido común?”

A nadie se le escapa que la sociedad atraviesa una deriva de relativismo cultural, donde todo parece valer y donde cada día cuesta más encontrar «puntos fijos» o valores compartidos.

La música, como una de las principales influencias culturales, no es inocua. Lo que llevamos a nuestros oídos, en más de una ocasión, se cuela en nuestras actitudes, manera de hablar y en la forma en que percibimos al otro.

En sus directos de Instagram, Pablo denuncia una y otra vez y sin tapujos esta clase de conductas, como la de Bad Bunny :

 Luego pasa lo que pasa, un tío que lleva toda la puñetera vida cantando canciones denigrantes. Que denigra a la mujer, sí, ese tío. Tendencia mundial. Está bien. Y se le da valor. Pero eso sí, luego seguiremos lamentándonos y diciendo que es que ya no hay valores, que el mundo está fatal.”

Es precisamente ese doble rasero el que Pablo critica como incongruencia social. Por un lado, nos horrorizamos ante los altos índices de violencia, abusos sexuales o la falta de empatía; pero por otro, consumimos –y alentamos a consumir– contenido que perpetúa conductas que en ningún caso pueden considerarse positivas. Su mensaje final es una invitación a la introspección:

Te animo a que de verdad le dé una vueltecilla al tema.”

Aquello que escuchas moldea tu interior

De este modo, Pablo nos recuerda que la música, como cualquier manifestación cultural, no está aislada de nuestra realidad social.

Más bien, influye profundamente en nuestros pensamientos, expectativas y valores. Su valentía reside en atreverse a romper con la espiral del «a mí me da igual» y alertarnos de que, antes de quejarse de la falta de amor, del deterioro de valores o de la decadencia social, quizás hay que preguntarse qué estamos validando con cada reproducción, cada «like» y cada «compartir».

Muchas veces, el cambio empieza en lo sencillo, en lo micro: en cuestionar las letras, en dialogar con la familia o los amigos, en reconocer que escuchar algo pegadizo no justifica legitimar mensajes tóxicos.

Pablo representa esa voz valiente, que busca la verdad, en un mar de aplausos fáciles; una voz que nos recuerda que ser críticos y exigentes no es amargarnos la vida, sino hacernos cargo de lo que dejamos entrar en nuestro mundo interior.

Porque, al final, la música también nos define, y con ella moldeamos, un poco más, lo que somos.

A continuación puedes ver el vídeo de Pablo.

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • El problema de este tipo de musica, es que es demasiada básica y la gente realmente no escucha la letra, debido a que la instrumental es demasiado pegadiza y muy psicodélica. Además cuando cantan parece como si no vocalizasen y queda muy mal.
    Tiene toda la razón chico debido a que nos escandalizamos cuando vemos casos de violaciones, abusos, violencia, etc. Pero esta música se sigue escuchando mucho.

    Responder

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