Me aprietan por todos lados. Todos me piden la solución para ya. Todos sueñan con hacer de los imposibles una solución real, y además, creativa. Parece como si no pudieran recurrir a otra persona, como si aquí viviéramos solitos ellos y yo… eso sí, tratando de que la marabunta de los desalmados no se nos eche encima. Porque, no sé si será muy común, pues la pieza en cuestión les falla a todos, pero a cada uno a su manera. Ya ves, estoy desbordado. No sé qué me pasa, pero el subidón empieza a provocarme, por decirlo suavemente, vértigo de Perogrullo. –Ah, ¡que a ti también?
Te preguntarás si conozco a Perogrullo. No te preocupes, yo también me pregunto si lo conoces tú. Porque Perogrullo está tan insolente que siempre intenta pasar desapercibido, pero desde que nació hace tiempo inmemorial, se las trae con su dilatada experiencia suprahormonal como para provocar un ubicuo vómito nauseabundo por las esquinas de todo hijo de este barrio en que hemos convertido el planeta. Excuse me. Quería decir suprarrenal. ¿O infranormal? ¡Qué más da! Dejémonos de buscar los tres pies al gato, y a lo nuestro.
Está a la orden del día. Si tienes televisión, habrás visto qué cara tiene Perogrullo. Por eso es infranormal. Y si te meneas por internet, seguro que alguna pista de su “talante” habrás descubierto, por más envelado que lo lleve, pues su pinta a cuerpo entero la cambia a cada clic. Por eso es suprahormonal. En realidad, si sales del huevo y abres los ojos, constatarás que en el inframundo del inminente metaverso son muchos, cada uno con su cara o varias caras (será por aquello de la personalidad múltiple) y que se han propuesto voltear el planeta, como si fuera posible volcar el huevo del que hablamos de arriba abajo, tratando de dorar la píldora para que lo negro parezca blanco y la verdad parezca mentira… siendo la mentira la que hacen pasar por verdad. –¿Me sigues?
Ya veo que vas un poco perdido. Tranqui. Yo también. La marabunta nos aprieta a todos, y más, cuanta más visibilidad tengas. Es aquello que llaman “márketing”, que mal usado es como hacer puenting: vas de cabeza al río. Eso sí, debo avisarte de que te lleves casco de repuesto, porque con eso del cambio climático, el río se nos ha helado a todos. –¡A ellos también! ¡Ya no saben qué hacer!
Están pensando la próxima jugada. Eso significa que “no durmamos como los demás y armémonos con la armadura de la fe”, como pide san Pablo (Cfr. 1 Tes 5,6-8), para no desfallecer por el camino, que va a ser durillo para todo hijo de… pues eso, de vecino. –¡Para ellos también! ¡Ya no saben cómo escurrir el bulto!
Insisto. Lo hago desde hace cierto tiempo, tratando de conseguir el eco de otras voces mientras caigo al vacío. Si quieres que la Verdad siga siendo Verdad en todas las cabezas suprarrenales esas de las que hablábamos y en todas las cabezas con las que compartimos el cosmos… y sobrevivir. Si además, quieres ganarte el cielo, reza, no está de menos que te lo recuerde, vista la cantidad de humanos que están dejando de hacerlo, porque dicen que no les sirve de nada, pues aquel que creían su Dios no les hace caso.
Escúchame bien. Diles: “¿Acaso vivías unidad de vida? ¿Tus óperas (magnas y menores) se correspondían con tus palabros? ¿No seguías al dios dinero, al dios poder, al dios sexo, al dios… (ya me entiendes), mientras ignorabas al pobre (tu hermano) e ibas por donde querías? ¿Así pretendías que Dios Padre de todos pusiera orden en casa? ¡Despierta, hermano!”.
Que sí, que sí, amigo, amiga del alma; que les grites eso: eso está muy bien. Pero ahora… aplícatelo a ti.
Si además, quieres ganarte el cielo, reza, no está de menos que te lo recuerde, vista la cantidad de humanos que están dejando de hacerlo Share on X