ForumLibertas ha iniciado el especial informativo «De Zapatero a Sánchez». Una serie que sirve para repasar la ingeniería social basada en unas leyes que atentan contra la dignidad humana, la vida y la igualdad entre todas las personas, que se iniciaron con la Presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero y que prosigue la de Pedro Sánchez. Es el caso de una tendencia a la antimaternidad.
Esas leyes de las que ha ido haciendo seguimiento este ForumLibertas empezaron con la Ley orgánica contra la violencia de género y prosiguen en la actualidad con leyes como la de la reforma del aborto y la conocida como ‘Ley trans’. Esa ingeniería social se ha apoyado en leyes que han desconectado al ser humano de su naturaleza y a la sociedad de la convivencia y el consenso.
Estas Leyes hacen de España una anomalía en el panorama Occidental. La razón es que leyes como la del aborto, la eutanasia, la igualdad de género, la del matrimonio homosexual, la de violencia de género, la de antidiscriminación LGTBI, y otras muchas, se pueden ir encontrando en diferentes países en mayor o menor medida. Sin embargo, solamente España las ha aprobado todas constituyendo un país profundamente guiado por las ideologías relativistas que han irrumpido con fuerza en el siglo XXI.
Hoy repasamos la inseminación artificial de mujeres solteras y un marco muy generoso de convertir a España en destino de la fecundación asistida de toda Europa.
La ruptura natural: la fertilización artificial
En 2016 se hizo famoso el vídeo de un diputado estatal alemán que comenzaba su intervención con un educado y formal saludo, «damas y caballeros» y proseguía con igual formalidad con un “queridos homosexuales, estimadas lesbianas, estimados andróginos, estimados bigénero, estimados hombres en mujeres, queridas mujeres en hombres, estimados de género variable, estimados gender-quer, queridos sin género, estimados no binarios […]” en una larga saludo de dos minutos en el que citaba decenas y decenas de identidades, en una intervención que sin practicar ninguna crítica parodiaba la perspectiva de género por el simple hecho de mostrar su exuberancia. Esa es la realidad que el Gobierno socialista de Zapatero lanzó en España y que Sánchez refuerza con su actual gestión.
La realidad es que las identidades de género son tan innumerables que ya se transcriben con las siglas LGTB+, y así, con el signo (+) no se olvidan y se evitan enredos. Pero, en la avalancha de identidades humanas -las más de 50 a las que te da opción Faceboock, las 37 Tinder, las 31 del Ayuntamiento de Nueva York, o solo las 4 de Wikipedia– no hay ni una que haga referencia a la maternidad (ni a la paternidad). En otras palabras, la maternidad, para la perspectiva de género, no significa ninguna identidad. Ser madre no dota de una identidad específica a la mujer.
Es posible identificar en el feminismo cuatro concepciones diferentes que se extienden en el tiempo y, como los estratos en la estructura geológica, las últimas se hacen más presentes, pero en el suelo, y permanecen todas, e incluso en algunos terrenos emergen las primeras.
Pero ha surgido una segunda concepción de tipo individualista, gestada en los suburbios residenciales acomodados de los Estados Unidos, el de las mujeres WASP, que Betty Friedam y su obra “La Mística de la feminidad”, en la que se reivindica la igualdad sexual con el hombre, y que tiene en la liberación del embarazo su máxima expresión: nace el aborto como derecho que permite a la mujer equipararse con un hombre en las relaciones sexuales. Cuando este feminismo tomaba cuerpo, las píldoras para evitar el embarazo no estaban generalizadas. Lo extraño y digno de reflexión es que hoy, con tantas posibilidades de prevención y en plena crisis demográfica, el aborto sea «un derecho sexual», que como toda idea ha comportado una consecuencia: la aniquilación del que ha de nacer. El no ser nada, a pesar de ser un ser humano en una determinada fase de evolución. Esa concepción ha sido azuzada en España por el PSOE.
Una tercera concepción es la de la paridad asimétrica, que se compone de dos principios. Toda instancia de poder debe ser paritaria. Ya no se trata de la igualdad de oportunidades, sino de resultados, con independencia de las cualidades para alcanzarlos. Son las cuotas, las listas electorales cremallera, la paridad en los consejos administración y cargos directivos y titulaciones universitarias. Pero, atención, esta paridad solo funciona en relación a las mujeres, es asimétrica. Cuando son los hombres, entonces ya no hay fisura de género, y así no tiene importancia el predominio absoluto de chicos en el sistema educativo que abandonan, fracasan o se convierten en nini. Si fueran chicas sería presentado como una consecuencia de la estructura patriarcal; como son chicos, no vale la pena remediar sus consecuencias.
El feminismo de la paridad se ha transformado en el feminismo supremacista, el woman power, que se caracteriza por dos máximas: lo que afirma una mujer en conflicto con un hombre siempre es verdad, y su acusación tiene el valor de una sentencia. El escándalo construido en torno al Juez Kavanaugh es una gran demostración del poder de este feminismo, que liquida la presunción de inocencia y la necesidad de demostrar toda acusación. Tampoco es nada extraordinario, la ley catalana sobre las personas LGTBI establece a su favor la inversión de la carga de la prueba. El woman power actúa bajo el mismo criterio. También en este caso genera una mentalidad muy peligrosa para el Estado de derecho: la desaparición de la presunción de inocencia.
Estos feminismos son las formas concretas que adopta la perspectiva de género, que conducen siempre al mismo punto estratégico: el arrinconamiento de la maternidad, concebida como un estorbo, la relación hombre y mujer como un conflicto permanente, la imposibilidad de asentar sobre este conflicto una relación de pareja, de familia estable. Explicitar este trasfondo ayuda a entender dos cosas. Por qué el feminismo siempre ha marginado a la madre y a la mujer embarazada en sus reivindicaciones, siempre la ha conducido a abortar como única solución, como muestran de manera ejemplar todas las Administraciones públicas españolas, literalmente, al servicio, mande quien mande, de la perspectiva de género.
Y es que la maternidad, y con ella la familia, son contrarias a la idea de la realización femenina que promueve la perspectiva de género,
De ahí la importancia política que le ha dado el PSOE de Zapatero y Sánchez a la familia monoparental, y a la inseminación de lesbianas y mujeres solas. Porque es el modelo que guarda más relación con el imaginario social de lo feminismo de género
En España la ausencia de políticas favorables a la familia y maternidad se explica precisamente por la hegemonía política del feminismo de género.
En resumen
- La perspectiva de género es incompatible con una cultura de la maternidad. Lo es porque ella invalidada aquella teoría. O una, o la otra.
- El feminismo en su formulación actual de equiparación sexual, paridad asimétrica, supremacía woman power, crea también una mentalidad desfavorable a la maternidad.
- El marco de referencia, es decir, aquel conjunto de ideas que siendo hegemónicas imponen una forma de pensar, juzgar y actuar, incluso, sin ser conscientes, tiene en la perspectiva de género y el feminismo de género una componente fundamental.
- Esta componente es tan esencial que, en el caso español, la perspectiva y el feminismo gender se ha convertido en ideología de estado.
Vivimos una batalla entre una hegemonía cultural y la tendencia natural de la mujer a ser madre. Hasta día de hoy, las madres y padres, por lo tanto, las familias y con ellas el futuro de la sociedad, el progreso económico y el bienestar, van perdiendo.