Ha trabajado para la ONU, pero ahora denuncia las políticas de ésta cara a promover en muchos países sus líneas de salud sexual y reproductiva (SSR), lo que en la práctica quiere decir promoción de anticonceptivos y aborto.
Amparo Medina es una mujer ecuatoriana que fue funcionaria con responsabilidades significativas en el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP). Su misión era precisamente la de introducir los medios anticonceptivos y el aborto en países de Latinoamérica, y muy especialmente en Ecuador. Trabajó para conseguir en aquel país una legislación favorable al aborto y, muy convencida de la causa que defendía, se esforzaba para, según sus palabras, “liberar a los jóvenes ecuatorianos de la carga que suponía la vieja concepción moral en relación a las relaciones sexuales, que atenazan a la mujer y le impiden su expresión más libre”.
Un día, Amparo Medina se dio cuenta de la gravedad de todo aquello. Vivió a partir de entonces una vida de oración y se ha convertido en una activa defensora de la vida, denunciando la actuación de la ONU en este campo. Combate para que el aborto no sea considerado un “derecho”, como ha sucedido en algunos países, recordando su gravedad.
Participó recientemente en el Congreso Provida celebrado en marzo en Madrid, y pronunció diversas conferencias en otras ciudades españolas. Entre otras cosas explicó que en el periodo en que ella trabajó para la ONU hasta el año 2004, aquel Fondo de Población destinó 70 millones de dólares solo en Ecuador en el intento de lograr sus fines, y que buena parte de los ingresos de dicho Fondo provienen de compañías farmacéuticas. Dio a conocer que desde la organización Planned Parenhood se presiona para actuar en aquella dirección y sus clínicas venden órganos de los fetos abortados. Explicó cómo desde dicho Fondo tratan de conseguir colaboraciones de médicos de cada país, aunque sean mediocres, pagándoles cursos en Estados Unidos o promocionándoles, con lo que logran el apoyo de muchos deseosos de triunfar a cualquier precio.
Detalló que un día estuvieron analizando los resultados de sus campañas para imponer la SSR y promover “sexo seguro” en las relaciones, pero comprobaron que en lugar de disminuir las enfermedades de transmisión sexual, que eran 5 endémicas en Ecuador, se pasó a 37, la mayoría de ellas desconocidas por la sanidad del país. Concluyó que se estuvo engañando a los jóvenes y que las enfermedades se transmitían a pesar del uso de anticonceptivos.
Denunció el negocio de las empresas farmacéuticas norteamericanas y dijo que ella misma se había encargado de vender productos al gobierno ecuatoriano a precios diez veces el de origen. De ello se beneficiaba dicho Fondo de las Naciones Unidas.
Amparo Medina sufrió una enorme crisis ante lo que había hecho y tomó la determinación de dedicarse con todas sus fuerzas a repararlo, por lo cual en la actualidad se dedica a dar a conocer la realidad de la actuación de aquellas agencias de la ONU y trabaja para establecer redes frente a las imposiciones de control de población de la ONU.
Por su lado, Karina Estrella Etchepare, una mujer argentina nacida de una violación, explicó su trayectoria, recordando que la dignidad de la persona es la misma que la de cualquier otra aunque en su origen sea fruto de una acción tan reprobable.
Recordó las dificultades de su madre biológica, el amor de la familia que la adoptó, y hoy dedica gran parte de su vida a defender a la persona humana, sea cual fuere el origen, luchando también contra el aborto.