La reciente campaña de verano lanzada por Amantis bajo el lema «lo mejor del verano es probar cosas nuevas» desarma y degrada la belleza de la sexualidad humana.
Su publicidad luce por la cartelería del metro, marquesinas y bajo soportes de anuncios de helados junto a la frase «saborea las rebajas».
Su mensaje ofrece una experiencia placentera y a la vez descafeinada cómo comparar el sexo con disfrutar de un helado, en un caluroso día de verano.
La campaña, pretende convertir los juguetes eróticos en un «must» del verano, equiparándolos al capricho dulce. Con ello, refleja una visión superficial y desechable de la sexualidad, reduciéndola a una mera satisfacción de impulsos carnales.
¿La belleza de la sexualidad pisoteada?
La sexualidad, cuando es plena y significativa, se fundamenta en la intimidad, el respeto mutuo y el amor en el matrimonio, entre hombre y mujer.
No es simplemente un medio para alcanzar un placer momentáneo. Pero la campaña de Amantis obvia descaradamente la dimensión esencial de la sexualidad, presentándola como un antojo más, a un nivel aún más bajo cualquier otro placer pasajero, pues este puede ser autodestructivo.
Puede parecer lógico, pues su negocio se centra en una tienda erótica. Pero ¿Cuándo hemos normalizado la bajeza del placer sexual como para poder compararlo públicamente y bajo una aplaudida campaña de marketing con un helado? ¿En qué momento este tipo de marketing ha pasado a ser un formato «molón» y exitoso en vez de ruin?
¿Qué mensaje se está transmitiendo?
El hecho de que socialmente se asocie el uso de juguetes eróticos con algo tan trivial, inofensivo e incluso infantil como un helado es muy nocivo y reductivo. ¿Es realmente beneficioso equiparar el placer sexual a un gusto veraniego? Este enfoque no sólo simplifica y denigra la grandeza de las relaciones humanas, sino que también promueve una visión consumista de la sexualidad.
La campaña, al invitar a «probar cosas nuevas», en el ámbito sexual, como si se tratara de experimentar con diferentes sabores de helado, reduce el acto sexual a una mera búsqueda de placer banal y carnal.
Consecuencias en las relaciones afectivas
Este tipo de campañas tiene serias implicaciones en la manera en que las personas perciben, viven y experimentan sus relaciones afectivo-sexuales.
Detrás de esta campaña hay una visión desechable y deshumanizada de la sexualidad, por lo que se fomenta una práctica patológica para colmar deseos desordenados.
¿Dónde queda la grandeza de la parte afectiva del ser humano en este tipo de mensajes si sólo se fomenta la búsqueda de un placer efímero?
La normalización de lo superficial
Amantis, a través de la agencia creativa Tutanpancho, afirma que su objetivo es romper tabúes y normalizar el uso de juguetes eróticos. Sin embargo, la forma en que se presenta esta normalización es preocupante. ¿Es realmente necesario banalizar la sexualidad? ¿Con que fin?
Placer: ¿A qué precio?
Amantis quiere que sus productos sean vistos como un placer inocuo al alcance de todos y para todos.
Todo se permite, menos lo esencial, siempre que haya consentimiento. La lujuria tiende la trampa al otro y a uno mismo. Por ello, ¿Cómo se puede ser claro y verdadero cuando el deseo se descontrola, cuando pasa a ser un capricho?
No se trata de luchar contra los impulsos, sino de considerar el futuro hostil que se abre de nuevo cuando tu afecto y tu sexualidad están ordenados.
Lo más natural en nosotros, el sexo, exige una esperanza, una promesa, un futuro, por así decirlo, sobrenatural.
No obstante, es crucial cuestionar a qué precio se está promoviendo esta accesibilidad a la desesperanza.
Al simplificar la sexualidad a un acto de consumo rápido se le niega su significado y poco a poco se va rompiendo la integridad del hombre.
Es vital reflexionar críticamente sobre las campañas publicitarias que consumimos y el impacto que tienen en nuestra percepción de la sexualidad y las relaciones. ¿Es esta la dirección en la que queremos que evolucione nuestra comprensión del sexo?
Todo se banaliza y se desdramatiza a través de un cartel de helados cuando en realidad no hay drama más grande que el de un cuerpo que se convierte en un simple objeto de placer.
La campaña publicitaria de Amantis ratifica que la liberación sexual no ha liberado en nada a la sexualidad porque en realidad la ha reducido a su máxima expresión: a un pasatiempo que te rompe.
Se te «derrite» la vida en el afán de «probar cosas nuevas».
La liberación sexual no ha liberado en nada a la sexualidad porque en realidad la ha reducido a su máxima expresión: a un pasatiempo que te rompe. Share on X