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Alberta propone una nueva política sobre el cambio de nombre y género en menores

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La provincia canadiense de Alberta ha propuesto una nueva política que requiere notificación y consentimiento parental para las escuelas en casos en que un niño solicite un cambio de nombre o pronombre.

La primera ministra de Alberta, Danielle Smith, presentó esta política el 31 de enero, la cual también incluye la prohibición de cirugías de reasignación de género para menores de 18 años y terapias hormonales para menores de 16 años.

Smith expresó que tomar decisiones permanentes e irreversibles sobre el sexo biológico de un joven puede limitar gravemente sus opciones en el futuro. Agregó que, como primera ministra, no se siente cómoda permitiendo que los niños alteren su biología o crecimiento natural, por más bien intencionados que sean.

La política también establecería una división deportiva exclusiva para mujeres, con el fin de evitar competir contra hombres biológicos que ahora se identifican como mujeres. Además, las escuelas estarían obligadas a notificar y requerir consentimiento para que un maestro enseñe sobre identidad de género y orientación sexual.

El presidente nacional de la Coalición por la Vida, Jeff Gunnarson, calificó esta política como un «milagro político», destacando que detendrá el avance del movimiento transgénero en Alberta y protegerá a los niños de posibles riesgos.

Otras provincias

Esta propuesta surge en un contexto en el que otras provincias canadienses, como Saskatchewan, han tomado medidas similares para garantizar que los padres tengan un papel central en la educación de sus hijos. La Ley de Educación de 1995 en Saskatchewan fue enmendada el año pasado para introducir la Carta de Derechos de los Padres, que otorga a los padres el derecho de ser los principales tomadores de decisiones en asuntos educativos, incluyendo cambios de nombre y género en las escuelas.

La nueva política en Alberta refleja un debate más amplio sobre los derechos de los padres y la protección de los menores en el contexto del cambio de nombre y género. Si se implementa, marcará un cambio significativo en la forma en que se abordan estas cuestiones en las escuelas de la provincia y podría tener un impacto duradero en el panorama político y social de Canadá.

Testimonios

Desde ForumLibertas hemos podido hablar con varias personas, de parroquias de Edmonton y Calgary (Alberta), las cuales, nos han contado de primera mano cómo están viviendo esta propuesta de cambio en la ley. A continuación, exponemos traducidos sus testimonios.

Mike, pertenece a la parroquia de St Thomas en Edmonton.

«Estoy de acuerdo con la propuesta. Si los niños no pueden hacerse un tatuaje o firmar legalmente un contrato, entonces definitivamente no tienen la suficiente edad para tomar medidas que alteren sus vidas. Es responsabilidad de los padres protegerlos de posibles daños antes de que tengan la edad suficiente para decidir.

Al igual que cuando se habla sobre los aspectos negativos de la energía verde, la izquierda no quiere escuchar críticas de nadie. En este momento la izquierda no quiere ver las consecuencias de las personas que  han hecho una transición y lo estén lamentado o incluso han llegado a tener tentaciones o cometer un  suicidio, etc., La izquierda etiqueta y difama a cualquiera que hable al respecto.»

Jen, pertenece a la parroquia Sacred Heart en Calgary.

«Hasta que tuve dos hijas, permanecí al margen de las políticas relacionadas con la transexualidad y la homosexualidad, y me negué a formar parte de la narrativa cada vez más polarizada y reducida que presenta los medios de comunicación. Después de tener a mis hijas pequeñas, vi lo insidiosos que se habían vuelto estos programas cuando la guardería de mi hija de dos años y medio (no en Alberta) implementó un «programa de género», enseñando explícitamente a los niños «que no conocen su género y necesitan descubrirlo”  y decirles también esto a sus padres. Conmocionado, tuve que examinarme críticamente y señalar qué me incomodaba. En última instancia, me di cuenta de que el problema era que mi hija, en su edad inocente y vulnerable, estaba siendo convertida en protagonista de un problema que nunca necesitó existir. Además de las pruebas médicas sustanciales que respaldan la no transición de menores, los padres deben poder ejercer su responsabilidad dada por Dios de criar a sus hijos por lo que son y no por lo que satisface el ansia insaciable de «progreso» de la sociedad. Mientras que los medios de comunicación han moldeado las políticas como algo odioso para las personas transexuales, la realidad es que la sociedad debe ser juzgada por cómo trata y protege a sus miembros más vulnerables. Quiero criar a mis hijos sin que estén sujetos a experimentación y daños irreversibles causados por tratamientos médicos. Quiero que vean el mundo con asombro, que naveguen por problemas complejos y sentimientos incómodos. Estoy agradecido por las políticas que eliminan de la ecuación amenazas tan peligrosas para su crecimiento, aprendizaje y, en última instancia, libertad.»

María Laura, pertenece a  la parroquia de St Anthony en Edmonton.

«El anuncio de estas medidas me da tranquilidad. Pero no respecto al colegio (mis hijos no tienen ese problema en el colegio al que van) sino respecto al futuro de  los niños y niñas de hoy en día. Los niños están en general muy influenciados. Sigo pensando que el problema son más los social media que los colegios, pero es cierto que estas nuevas normativas ayudarán a los padres a estar más presentes y a poder ayudar a sus hijos.»

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