Adviento significa “venida”, y con la emoción que produce la anticipación por la llegada de alguien querido, preparamos la celebración del “paso” de Dios por la Tierra. Son cuatro semanas, en que nos preparamos para celebrar el nacimiento de Cristo.
A este pasado domingo, tercer domingo de Adviento, se le denomina “Gaudium”, y representa la Alegría, porque tenemos la certeza de que en breve nacerá Jesús. En el tiempo de Adviento y Navidad podemos vivir muchas tradiciones familiares. Si son inculcadas en nuestros hijos desde pequeños les haremos el mayor de los regalos. Aprendamos de nuestros niños a ser -interiormente- pequeños ante Dios, disfrutando de todos los dones que nos ha dado. (Menchén, B. y Melendo, T. “Quiénes son nuestros hijos y qué esperan de nosotros”).
Según la Real Academia Española la Alegría es contento, regocijo, júbilo, fiesta, satisfacción, placer, gozo. La Navidad es tiempo de Alegría y esperanza, de amor y gratitud. Virtudes que se deberían vivir en todas las familias cristianas, y a veces con las prisas lo olvidamos y la Navidad nos lo recuerda.
El cristiano es, por definición, Alegre
Para Julián Marías, si el mismo Dios se hizo hombre es que ser hombre es lo mejor que se puede ser. La dignidad del ser humano coloca el listón en lo más alto. Cada vida humana es algo precioso, insustituible. El cristiano es, por definición, Alegre. Sin amor no hay Alegría. Un programa de espiritualidad cristiana apto para el Adviento es trabajar, con amor, por llevar un poco de Alegría a nuestro alrededor, mientras esperamos al Señor de la Alegría.
¿No estás contento? Pues, ¡haz oración! La Alegría es la herramienta del cristiano. La Alegría es espiritual. La virtudes cristianas tienen como horizonte la apertura a los demás: orden, Alegría, paciencia, templanza. Decía San Josemaría que darse a los demás es de tal eficacia que Dios lo recompensa con una humildad llena de Alegría. Y que procurásemos que nuestros hogares fuesen luminosos y alegres, pese a las dificultades y sufrimientos que acompañan nuestro camino en la tierra.
Hemos de “materializar la vida espiritual”. Ser sembradores de paz y Alegría. Saber descubrir las cosas que agradan a los demás. Para Carlos Andreu Pintado: ser una persona Alegre es hoy en día un reto educativo y personal. La Alegría nos ensancha el ánimo, nos hace latir ante la vida.
La Alegría es consecuencia de la entrega y el amor. Por grandes que sean nuestras limitaciones, los hombres podemos mirar con confianza a los cielos y sentirnos llenos de Alegría. Tenemos la gracia de Dios para llevar adelante la familia con la Alegría que nos da el sabernos hijos de Dios y con la luz de la fe.
“La fuerza del cristiano es la Alegría”
El camino que sigue de cerca las pisadas de Cristo es un camino lleno de Alegría, de optimismo y de paz, aunque estemos siempre cerca de la Cruz. Precisamente de esas tribulaciones, llevadas por Dios, sacaremos los mayores frutos. Ya lo decía el Papa Benedicto: “La fuerza del cristiano es la Alegría”. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. Tratar a Cristo es estar Alegres, serenamente Alegres.
La Alegría se transmite, se contagia, no se puede disimular, se manifiesta con signos externos. Debemos ser matrimonios Alegres que contagiemos esta Alegría a la sociedad: la Alegría del matrimonio. La Alegría está muy relacionada con el optimismo y las ganas de ser felices. Es un pegamento para el matrimonio, hace que los problemas se vean con perspectiva diferente. Según el psiquiatra vienés Viktor Frankl, autor de “El hombre en busca del sentido”, la Alegría es una manera de vivir, independiente de la situación en la que nos encontremos. Es una vivencia que forma parte de lo que somos y de lo que queremos ser. La Alegría es optimismo, buen humor y visión positiva y serena de la vida. El fundamento de la Alegría cristiana es sobrenatural, está por encima de la contradicción y la enfermedad. Es algo íntimo, que nos hace estar serenos, rebosantes de gozo. (“Forja, 520”).
La Alegría surge de la fe en el inmenso amor que Dios nos tiene a cada uno.
Encarar la vida con valentía es fuente de Alegría. Enfrentar situaciones difíciles que requieren renunciar a la comodidad y defender nuestras opiniones con postura firme y valiente. Para Marián Rojas Estapé, debemos tener cerca a personas capaces de Alegrar el corazón, personas buenas y Alegres, con intenciones sanas, que fomenten y enriquezcan nuestro equilibrio interior. Y es tarea del cristiano ahogar el mal en abundancia de bien. Vivir de afirmación, llenos de optimismo, con juventud, Alegría y paz. La Alegría surge de la fe en el inmenso amor que Dios nos tiene a cada uno. Esta Alegría tiene mucho que ver con el humilde olvido de sí para pensar en los demás y plantear la propia vida en clave de servicio.
En las familias numerosas las Alegrías se multiplican y las penas se dividen. Si en una familia todos procuran estar serenos, hay cierto orden y relativa puntualidad, lo lógico es que, como se quieren, estén de ordinario Alegres. En las familias numerosas son quizá más difíciles la serenidad y el orden, pero probablemente sea mucho más fácil la Alegría.
Fabrice Hadjad nos provoca en su ensayo “Tenga usted éxito en su muerte. Antimétodo para vivir»: ¿Qué hace falta para encontrar la Alegría? Comer plátanos, que estimulan la producción de serotonina, fresas, que rebosan de antioxidantes, y crema de chocolate, que libera endomorfinas. Son las “Bienaventuranzas” de nuestro siglo. Pero el Amor verdadero es salir de uno mismo, entregarse. El amor trae consigo la Alegría, pero es una Alegría que tiene sus raíces en forma de Cruz.
Afirmaba Chesterton que, de las cosas que más le habían atraído del catolicismo estaban la Alegría y su celebración de la belleza. Para convertir nuestra vida en un Magníficat hemos de aprender a confiar en Dios, para no resistirnos a su actividad en nuestra vida. El Espíritu Santo vive en mí cuando estoy en estado de gracia. Cuanto más consciente sea de su presencia y más atentamente escuche su voz, más podré experimentar su Alegría y más impacto tendrá en mi comportamiento.
El Papa Francisco nos anima a que seamos santos, que los santos son “como nosotros”. Personas que, antes de alcanzar la gloria del Cielo, vivieron una vida normal, con Alegrías y dolores, fatigas y esperanzas. Cambió su vida cuando conocieron el amor de Dios, y le siguieron con todo el corazón. Gastaron su vida al servicio de los demás, soportaron sufrimientos y adversidades, respondiendo al mal con el bien, difundiendo Alegría y paz.
Es un buen momento para que reflexionemos
Estos días hay que festejarlos con las más bellas costumbres, que son también las más sencillas. Transmitir con una sonrisa, un gesto bueno, una pequeña ayuda y el perdón, la Alegría liberadora de Dios, como ha dicho el papa Francisco. Es el verdadero don de la Navidad, el mejor regalo. Es un buen momento para que reflexionemos. ¿Pongo en práctica esa Alegría en mi matrimonio, mi casa, en mi día a día? ¿Y las virtudes cristianas? ¿Sé descubrir qué les hace felices, qué les da paz, Alegría y seguridad a mi mujer y a mis hijos? ¿Es mi matrimonio un campo en el que siembro la paz y la Alegría?
Y es que solo lo podremos poner en práctica si, a corazón abierto, nos ponemos a trabajar para que en nuestro matrimonio, nuestros hijos y nuestra vida la Alegría esté presente. Contamos con la gracia de Dios para llevar adelante la familia, con la Alegría que nos da el sabernos hijos de Dios y la luz de la fe.
En estos días de Adviento, esperemos la venida del Mesías en compañía de María. Que la Virgen María nos ayude a encontrar la paz y la Alegría, que provienen de dejar que Jesús nazca en nuestros corazones. Donde hay esperanza, hay Alegría. Esperanza de que estamos en el camino de la luz, en el camino del que obra conforme a la Verdad. En el camino de la Verdad.
El Amor verdadero es salir de uno mismo, entregarse. El amor trae consigo la Alegría, pero es una Alegría que tiene sus raíces en forma de Cruz Share on X