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La cruda realidad del aborto tardío en Estados Unidos

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El aborto ha sido un tema polémico en Estados Unidos durante décadas, y tras la caída de Roe v. Wade, el debate ha adquirido nuevas dimensiones. Uno de los aspectos más sensibles y debatidos dentro de este tema es el aborto tardío, un procedimiento que se lleva a cabo en el tercer trimestre del embarazo.

La falta de datos y la incertidumbre

Un primer obstáculo en el debate sobre el aborto tardío es la falta de datos nacionales precisos. Varias organizaciones han señalado que, aunque se producen abortos tardíos, no existen cifras exactas a nivel nacional. Sin embargo, algunos estados brindan indicios sobre la magnitud del problema. Por ejemplo, como se puede consultar aquí, solo en Colorado, en 2023 se realizaron 137 abortos tardíos, según datos preliminares. Estas cifras reflejan solo una pequeña parte de la realidad, pero ayudan a ilustrar la existencia de una demanda continua de estos procedimientos.

El marco legal que regula el aborto en Estados Unidos varía drásticamente entre los estados. Mientras que algunos han impuesto restricciones estrictas, otros permiten el aborto sin limitaciones de edad gestacional. Según la organización Susan B. Anthony Pro-Life America, actualmente 11 estados no tienen restricciones al aborto, lo que significa que las mujeres pueden acceder a este procedimiento hasta el noveno mes de embarazo si así lo desean.

El caso del médico Warren Hern, un especialista en abortos tardíos entrevistado por  The Atlantic, es revelador. Hern, que trabaja en Colorado, una de las pocas jurisdicciones sin límites de edad gestacional, ha tratado a pacientes de todo el país que buscan un aborto tardío. Su abortorio en Boulder se ha convertido en un lugar de último recurso para muchas mujeres.

¿Diagnósticos médicos y decisiones personales?

Uno de los argumentos más comunes en defensa del aborto tardío es que solo se lleva a cabo en casos en los que la vida de la madre está en peligro o el feto tiene una anomalía severa. Sin embargo, la entrevista de The Atlantic con Hern ofrece una visión diferente. Según él, aproximadamente la mitad de los abortos tardíos que realiza son en mujeres cuyos embarazos son completamente saludables, lo que desafía la percepción común de que estos procedimientos se limitan a situaciones médicas trágicas.

Esta revelación ha generado inquietud entre los críticos del aborto, quienes argumentan que si un embarazo es viable y la salud de la madre no está en riesgo, el aborto en etapas tan avanzadas plantea dilemas éticos considerables. De hecho, algunos sectores dentro del propio movimiento pro-elección también tienen reservas sobre estos casos. Frances Kissling, fundadora de la National Abortion Federation, reconoció en una entrevista que los abortos tardíos, especialmente cuando no están justificados por un diagnóstico devastador, son moralmente más complejos que los realizados en el primer trimestre. Aunque parezca mentira Kissling sugirió que en algunos casos sería más ético ofrecer apoyo a la madre para que continúe con el embarazo en lugar de realizar el aborto.

El debate ético y la percepción pública

Uno de los mayores retos para aquellos que defienden los supuestos derechos al aborto es que, aunque la mayoría de los estadounidenses apoyan el acceso al aborto en términos generales, su respaldo disminuye drásticamente cuando se trata de abortos tardíos. Esto se debe, en parte, a las imágenes gráficas que los pro-vida suelen utilizar en sus campañas, mostrando fetos en etapas avanzadas de desarrollo que son difíciles de ignorar. A las 22 semanas de gestación, por ejemplo, un feto tiene un tamaño aproximado al de un melón pequeño, y su apariencia es innegablemente humana. Estas imágenes, aunque son usadas para movilizar a los movimientos pro-vida, también representan una cruda realidad que muchos estadounidenses encuentran difícil de asimilar.

Algunos defensores del supuesto derecho al aborto intentan minimizar la importancia del aborto tardío debido a su baja frecuencia, pero este enfoque ha sido criticado como un defecto lógico. Como señala un artículo reciente, «los abortos después de un embarazo por violación o incesto también son comparativamente raros, y aun así los defensores del derecho al aborto presionan a los opositores para que los tengan en cuenta». De la misma manera, los abortos en el tercer trimestre, aunque raros, no deberían ser descartados como irrelevantes en el debate sobre el aborto.

El aborto tardío plantea una serie de preguntas complicadas que la sociedad estadounidense está lejos de resolver. Si bien muchos defensores del supuesto derecho al aborto insisten en que las mujeres deben tener la capacidad de decidir sobre sus propios cuerpos, incluso en etapas avanzadas del embarazo, otros argumentan que las implicaciones éticas y morales de estos procedimientos requieren una consideración más profunda y restricciones legales claras.

La realidad del aborto tardío es compleja, incómoda y divisiva. Para muchos estadounidenses, la idea de un aborto en el tercer trimestre es simplemente demasiado difícil de soportar. Ahora bien, es fundamental recordar que, sin importar en qué etapa del embarazo se encuentre, el feto es una vida humana en desarrollo. Cada ser humano, desde el momento de la concepción, posee un valor inherente y una dignidad que debemos reconocer y proteger. La sociedad necesita concienciarse de que la vida, en todas sus formas, merece respeto y defensa, sin importar cuán vulnerable o dependiente sea. El debate sobre el aborto, en todas las etapas, debe centrarse en la importancia de defender la vida humana y promover un profundo respeto por su valor desde sus inicios.

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