De manera inequívoca el nuevo presidente Alberto Fernández ha anunciado en el Congreso que próximamente presentará una ley para legalizar el aborto. Ya existe una legislación en esta materia en los supuestos de violación o de daño para la madre que lo despenaliza, pero el presidente peronista quiere una ley mucho más amplia que legalice todo aborto en el tiempo inicial del embarazo y que corra a cargo del sistema público de salud.
Es necesario recordar que mientras que la relaciones del Papa Francisco con el anterior presidente, el liberal Mauricio Macri, eran muy frías. Con el actual mandatario se reunieron el pasado mes de enero en una larga entrevista en el Vaticano. Que ahora, dos meses después, Fernández lance esta iniciativa legislativa, puede situar en un aprieto al Papa.
El actual presidente ya tuvo un gesto significativo al designar como ministro de salud a Ginés González un decidido partidario del aborto. La posibilidad de que ahora prosperase esta iniciativa, a pesar de la proximidad del Papa con ciertos ámbitos del peronismo, no deja de generar como mínimo desorientación. Más cuando el anterior intento de aprobar la legalización del aborto fue derrotada en el periodo de Macri, quién por cierto sin ser partidario de mantener la prohibición tampoco se alineó de forma abierta a favor de ella.
La aprobación de esta ley en Argentina podría ser interpretada como una debilidad de Francisco en su propio país, cuyos avatares sigue con suma atención. El Papa tiene que realizar un viaje a Argentina, esperado pero no anunciado, pero que se preveía que podía ser este año. sería difícil compaginar esto si la ley prospera.
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Cuando 2 + 2 = 5, por encima de la ciencia, del sentido común, de las pruebas, lo único que queda es recordar lo que dijo Dios a Caín cuando éste asesinó a Abel: «¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra.»»(Génesis, 4, 10-12.) »
«¿Y de esto no pediré cuentas? – dice el Señor -, ¿de una nación así no se vengará mi alma?» (Jeremías, 5,9)