Las mujeres invisibles dedican las 24 horas del día a cuidar de los suyos…. pero no figuran en ningún registro. Su trabajo supone más del 30% del PIB pero no se refleja en las cuentas nacionales. Las mujeres invisibles desarrollan un trabajo de alta responsabilidad social. Son la mano de obra más cualificada de un país porque dedican el 100% de su tiempo a su formación como profesionales en la carrera que han elegido: el de ser madres. Para ello desarrollan exponencialmente habilidades y capacidades humanas y profesionales
porque: -Una madre está acostumbrada a poner su malestar físico en último lugar sin que afecte a su trabajo y a superar el cansancio. Ha aprendido a sonreír aunque le duela la cabeza, a no meterse en la cama cuando tienen fiebre, a llevar a su hijo en brazos a pesar del dolor de espalda -Una madre es maestra en empatía: sabe escuchar con paciencia, acoger y comprender un problema ya sea grande o pequeño, hacerlo suyo, sentir con el otro, y desde ahí buscar una solución. -Sabe ser intermediaria en un conflicto sin tomar parte ni juzgar. -Sabe gestionar el tiempo y establecer las prioridades correctas. Ha aprendido a analizar y separar lo urgente y lo importante. -Una madre sabe sacar lo mejor de cada uno, motivar en positivo. Sabe que cada uno será lo que lo demás ven en él. Y es capaz, siempre, de ver el diamante en bruto y modelarlo para que brille. Porque su escuela de liderazgo es el amor.
Por eso las mujeres invisibles merecen el reconocimiento social debido a quienes, junto con los padres y educadores, están formando la sociedad del mañana. A ellas nuestro más sentido y agradecido homenaje en el mes de las madres.
Arturo Ramo