Francisco es un Papa que se define a sí mismo como un “pecador perdonado”, y quiere introducir a la Iglesia en un camino de renovación desde su raíz más profunda: una Iglesia que sea constructora de puentes y hospital para curar tantas heridas del hombre contemporáneo.
Él sabe cuántos desvelos y energías ha consumido para guiar la barca de la Iglesia, pero sabe también que, a fin de cuentas, es el Señor quien la lleva. Por eso nos invita continuamente a vivir la alegría que nace de seguir a Jesús y de anunciarlo a los cuatro vientos con nuestras obras y palabras.