Una cadena de terribles atentados ha asolado la antigua Ceylán, un país que empezaba a recuperarse de la larga guerra civil entre la minoría tamil concertada en el norte de la isla de religión hindú, y la mayoría budista gubernamental que constituye el 70% de la población, además de un 12% de hindúes, un 10% de musulmanes y 7% de cristianos. El último recuento señala casi 300 muertos y más de 500 heridos, lo que le convierte no solo en el atentado más importante cometido en aquel país, sino uno de los más destacados en estos últimos años
Los atentados han destruido dos templos católicos y una iglesia evangélica, así como cuatro hoteles usados sobre todo por turistas occidentales, y un área residencial. El ataque a los locales cristianos unido a la agresión a los centros turísticos, que en principio nada tienen que ver con aquellos, indicaría una visión propia de la yihad, que considera a todos los occidentales como “cruzados”, a pesar de su notable indiferentismo religiosos. El hecho de que siete fueran cometidos por suicidas avalaría esta tesis, aunque no son solo los grupos islamistas quienes adoptan esta práctica. Mucho antes que ellos, los “Tigres Tamiles” la utilizaron en su guerra contra el gobierno ceilandés. Pero esta lectura es solo una presunción, porque más de 24 horas después ningún grupo lo ha reivindicado, aunque el gobierno acusa a un grupo islámico radical de carácter local
La solidaridad y la crítica al atentado han sido prácticamente unánimes y casi universales, de Trump a Putin pasando por la Unión Europea y los líderes de Europa y América y de la mayor part del mundo. El Papa le dedicó una mención explícita en su mensaje de Pascua.
Aquel país vivió una dura guerra civil, finalmente saldada con la derrota de la minoría tamil, pero siguen existiendo, como es lógico, heridas sin cerrar entre budistas e hindúes. Los primeros, como sucede en Birmania, han dado lugar al surgimiento de formaciones ultranacionalista en su seno mucho más agresivas. En este caso Bodu Bala Sena, como antes ya sucediera en la India y el hinduismo, al imponerse en partido nacionalista hindú, el Bharatiya Janata Party, a la fuerza tradicional de la independencia el Partido del Congreso de los Gandhi y los Nehru. A esta polarización se le añade la población musulmana, un tercero en discordia, que transforma siempre su religión en una comunidad con orientación política propia. En este caso la mirada de reojo de los mayoritarios budistas, surge del hecho que la población musulmana crece a un ritmo superior: un 1,9% anual contra un 1,1% de los primeros
En esta pugna entre los tres grupos, los cristianos que son el 10% de la población, constituyen un espacio de encuentro, porque no están constituidos por una sola etnia, sino que se distribuyen entre tamiles y ceilandeses. Se podría decir que son los únicos que por la vía de la fe construyen, sin ser esa su pretensión, un crisol de la sociedad ceilandesa. Y precisamente ellos, los que mejores relaciones mantienen con todos, y los que mantienen unos presupuestos más convivenciales, en razón de su fe cristiana que supera las diferencias de etnia e ideología, han sido los elegidos para ser masacrados en un intento de dinamitar la convivencia, por una parte, atentar contra el turismo, por otra, y si se confirmase la intervención yihadista, sería un cruento caso más que añadir a su guerra global.
1 Comentario. Dejar nuevo
Es la iglesia del silencio. Europa mirando para otro lado cuando se trata cristianos, igual que los crímenes en el seno materno, mártires en silencio y del silencio.