Eucaristía: Sacramento dado por Nuestro Señor Jesucristo en el atardecer del Jueves Santo. (Cf. Mt 26, 26-29 – Mc 14, 22-25 – Lc 22, 19-20) Para profundizar en el tema pienso que la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis del Papa emérito Benedicto XVI es un documento actual para todos los públicos apostólicos. La Eucaristía es el Sacramento central de la vida cristiana. (Cf. núm. 312 Teología de la Perfección Cristiana)
Como sacramento es la sagrada comunión. Como sacrificio es la santa misa. Asistimos los cristianos al sacrificio de la santa misa. Es sacramento en nosotros si comulgamos. Para acceder a la comunión en condiciones uno debe estar limpio de pecado. Mejor si con anterioridad hemos pasado por el confesionario. Si no hay nada grave basta con pedirle perdón a Él y acercarse a comulgar. Una estampa que presencié en mis años mozos eran los confesionarios activos durante las misas. Si así lo querías, asistías a ellas a la altura de los confesionarios haciendo cola de confesión, interrumpías la misa para confesarte cuando te tocaba el turno… y te daba tiempo casi siempre para comulgar.
Esto último es lo que no debe hacerse a mi modo de ver. A menos que no existan más ocasiones para confesarse. Querer resolver todo durante el tiempo de la asistencia dominical a misa es un recurso simplista del que debemos huir. No te concentras ni en lo uno ni en lo otro. ¡A menos que seamos ya mayores con bastón y residamos en poblaciones rurales, con una sola misa dominical o anticipada de vigilia… con un segundo ministro que llegue un poco antes para atender confesiones! Esto último en estos casos no siempre se da.
Un recurso muy encomiable es la llamada comunión espiritual. Si uno considera que no está preparado para comulgar se queda en su lugar. Mientras el resto de los fieles que comulgan se acercan a comulgar, uno se adhiere a Dios Nuestro Señor en la Eucaristía mediante este recurso. La piedad eucarística al margen de la misa reviste distintos modos complementarios optativos. Enuncio cuatro:
- Visita silenciosa personal ante el Sagrario. (con El dentro)
- Adoración diurna colectiva ante la Custodia. (con El expuesto en ella)
- Adoración nocturna colectiva ante la Custodia. (con El expuesto en ella)
- Hora Santa mensual ante el Sagrario o ante la Custodia.
La comunión sacramental por parte de los fieles ha recibido distinto tratamiento litúrgico a lo largo de los siglos. No siempre ha sido factible comulgar por lo común. De ahí que la comunión espiritual debe darse siempre. Y un silencio prolongado sin cantos de ninguna clase en la acción de gracias colectiva antecedente al término de la misa dominical. Por lo común después de la bendición del ministro hay prisa colectiva en abandonar el templo. No sucede igual en las misas de diario. En ésas cada fiel se concentra en lo suyo y sin charlas coloquiales en voz alta dentro del templo. La prolongación de la acción de gracias no te la interrumpe nadie. No siempre hay capilla del Santísimo aparte para largarse corriendo a ella una vez proclamado el “podéis ir en paz”.
Que no se me olvide: Ministro, Sujeto, Materia y Forma. Ministro es el Señor a través del Ministro secundario que es el sacerdote. Sujeto es el bautizado que comulga. Materia es la hostia de pan ácimo y el vino. Forma son las palabras evangélicas de Jesucristo “Esto es mi Cuerpo” y “Éste es el Cáliz de mi Sangre”
Se trata de una Presencia real. No se trata de una transformación temporal. Es una TRANSUBSTANCIACIÓN.