El primero de los lanzamientos ha fracasado, pero Irán ha anunciado que intentará poner un segundo satélite en órbita. Son el tipo de actos propagandísticos que desde 2009 utilizan los ayatolás para celebrar cada aniversario de la revolución, y este año, con los 40 años, tocaba preparar algo grande.
La comunidad internacional recibe cada lanzamiento con recelo por sus implicaciones balísticas, pero la oposición es ahora también interna. Buena parte de la población iraní está harta de las aventuras militares exteriores, mientras que en casa no hay trabajo para los jóvenes y la economía sigue en declive. Los privilegios de la clase dirigente, en contraste, generan indignación en Irán.