Raj Puri es un psicoterapeutaque acaba de escribir esta interesante reflexión para Mercatornet:
«De acuerdo a la intelligentsia, muchos, si no la mayoría, de los hombres de hoy están enfermos. La etiología de esta enfermedad es la exposición prolongada a la sustancia tóxica de la masculinidad tradicional. Nadie está a salvo. La sustancia está en todas partes, incrustada en nuestras tradiciones y medios, y lo ha estado durante generaciones. Hay una epidemia de bárbaros emocionalmente atrofiados que contaminan nuestra sociedad, pisoteando y exagerando, alardeando y regañando, gruñendo y toqueteando. El flagelo de la masculinidad tóxica debe ser erradicado para que nuestra civilización tenga alguna esperanza de una existencia humana.
Afortunadamente, esto no es cierto. Desafortunadamente, muchos creen que lo es. El controvertido anuncio de Gillette lo demuestra. La American Psychological Association lo hace oficial con sus «Pautas para la práctica psicológica con niños y hombres», aunque la APA no usa el término «masculinidad tóxica».
En realidad, fuera de las oficinas de la APA y las salas de juntas de Procter & Gamble (la empresa matriz de Gillette), la crisis en el mundo real es que al asociar los ideales masculinos con una hipermasculinidad patológica, estamos perdiendo el verdadero valor de una masculinidad madura y sufriendo las consecuencias.
La masculinidad parece bastante tóxica si solo piensas en Harvey Weinstein, Donald Trump y Hannibal Lecter. Pero si ampliamos nuestra visión, las cosas se ven muy diferentes. Un estudio evaluó a más de 27.000 hombres de ocho países diferentes y encontró lo siguiente:
«Las percepciones de los hombres sobre la masculinidad diferían sustancialmente de los estereotipos en la literatura. Los hombres afirmaron que ser considerados como honorables, personas en quienes se puede confiar y que son respetados por los amigos son determinantes importantes del modo cómo perciben su masculinidad… Para la calidad de vida, los factores que los hombres consideraron de importancia significativa incluían la buena salud, una vida familiar armoniosa y una buena relación con su esposa/pareja «.
Por desgracia, la mayoría de las investigaciones sobre la masculinidad tradicional son más o menos así: se trata de considerar los valores tradicionalmente masculinos como algo terrible y luego mostrar que los hombres que poseen tales valores son, de hecho, terribles.
Algunos investigadores han estado abiertos a la posibilidad de normas masculinas clásicas positivas. Un artículo reciente preguntó a los participantes de la encuesta si estos rasgos se consideraban positivos y si eran más característicos de los hombres que de las mujeres.
Los investigadores descubrieron que efectivamente existían muchas de estas normas, incluso aquellas asociadas con rasgos que los ideólogos de género consideran como negativos. Por ejemplo: «ser un líder», «ser fuerte emocionalmente», «ser independiente», «brindar seguridad» y «cuidar a los seres queridos». Los investigadores observaron que «los instrumentos actuales que registran los roles masculinos normativos tienden a centrarse en el cumplimiento rígido, extremo o restrictivo de tales normas. A pesar de que la norma puede verse como positiva, puede conducir a situaciones problemáticas cuando se sigue rígidamente».
Fuera de los departamentos de estudios de género, la mayoría de nosotros ya lo sabíamos. Las virtudes a menudo se sitúan entre extremos y tienen que ser equilibradas con otras virtudes. La sinceridad es la mejor actitud, pero solo hay una respuesta correcta a «¿Te gusta mi corte de pelo?» o «Si alguien tiene alguna objeción a esta unión, que habla ahora o calle para siempre».
Lo que la APA denigra como «emocionalidad restrictiva» en realidad no es tan tóxica. Las normas masculinas con respecto a las emociones no tratan de evitarlas, sino de preservar la ecuanimidad y la resiliencia. La compostura emocional se ve con razón como un rasgo admirable en la filosofía estoica o en la espiritualidad oriental; ¿por qué, cuando la conversación se desvía hacia la masculinidad, se convierte rápidamente en un defecto?
Otra cuestión sostenida por las directrices de la APA es que los hombres tendrían una salud deficiente debido a la tradicional socialización de la masculinidad, lo que les hace reacios a admitir problemas y pedir ayuda. Hay algo de verdad en esto, ya que los hombres califican su salud como si fuera mejor que las mujeres pero tienen tasas de mortalidad más altas.
Un estudio reciente titulado «Elección femenina y estoicismo masculino» encontró que para las parejas, a largo plazo y sin importar cuán físicamente atractivo fuera el hombre, las mujeres preferían a los hombres que iban al trabajo cuando tenían pequeños problemas de salud en lugar de quedarse en casa.
Quizás estas mujeres tengan algo de razón, tal vez un hombre que se pasa todo el día en cama conectado a su Ipad cada vez que tiene un resfriado no es el mejor tipo con quien casarse. Y sin embargo, hay que animar a los hombres a que cuiden más de su salud. Un buen enfoque incide sobre el impulso para ser útil en vez inútil, en lugar de simplemente descartar ese impulso como propio de un cavernícola que se las da de valiente.
Como psicoterapeuta, escucho a muchas mujeres heterosexuales expresar frustración porque su pareja no expresa lo suficiente sus sentimientos. Aunque los hombres no hablan tanto de sus sentimientos como las mujeres, esto no necesariamente indica un déficit de salud emocional.
A menudo desafío a estas mujeres preguntándoles: «¿Quieres que hable tanto de sus sentimientos como lo haces tú?» La mayoría de las mujeres se ríen y contestan algo del estilo de: «Bueno, espera, yo no he dicho exactamente eso». Una vez una mujer bromeó diciéndome: «Oye, que si quisiera casarme con una mujer, lo haría. Ahora es legal».
En general, los hombres y las mujeres tienen diferentes estilos de abordar las emociones. Las parejas heterosexuales sanas son conscientes de esas diferencias y desarrollan patrones de comunicación que reflejan comprensión y compromiso.
Muy a menudo, el ideal masculino criticado por la perspectiva académica dominante es un hombre que es todopoderoso, dominante, sin miedo ni debilidades. Sin embargo, la ética masculina clásica nunca reflejó esto. No necesitas coraje si no tienes miedo. De hecho, un modelo tradicional de masculinidad beneficiaría a los jóvenes.
Nelson Mandela leyó por primera vez el poema «Invictus» de William Ernest Henley cuando estaba encarcelado en la isla Robben. El poema inspiró a Mandela y a sus compañeros prisioneros, aunque contiene mensajes que la APA podría interpretar como psicológicamente inaceptables:
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado, ni llorado en alto.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargado de castigos el viaje…
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.
Por suerte no había ideólogos de género en Robben Island en tiempos de Nelson Mandela.
Las mujeres también deben inspirarse en Invictus y Mandela. Los ideales masculinos clásicos no son propiedad exclusiva de los hombres y lo mismo ocurre con los ideales femeninos clásicos. Los hombres deberían, como dice el cliché, ponerse en contacto con su lado femenino, pero el lado masculino tampoco debería ser erradicado.
Por supuesto, las tradiciones necesitan evolucionar. Se necesita una conversación continua para calibrar adecuadamente las normas culturales. Pero solo podemos hacerlo si entendemos esas normas, si sabemos qué debemos promover y qué reestructurar. Pero en vez de eso nos lanzamos hacia un homicidio cultural… y hay un bebé en el agua de la bañera.