El corazón se altera cuando se sabe que se tiran alrededor del 25-30 por ciento de los productos alimenticios que se producen en el mundo. En paralelo, siguen pasando hambre 700-800 millones de personas, el diez por ciento de la población mundial, y una cantidad mayor que sin llegar a tal nivel sobrevive con mucho menos de lo que debería comer.
Hay alimentos en el mundo, pero la distribución no es adecuada. A algunos no les llega mientras en otros lugares se tira.
No afecta solo Tercer Mundo. Lo tenemos aquí. Aparte de las grandes cantidades que desde los almacenes y tiendas va directamente a los contenedores de basura porque caducan, otros alimentos se pierden porque no hay quien lo recoja, o porque una saturación del mercado que nadie entiende hace que quede en la tierra, sin recoger.
Detallaré dos hechos que conozco en directo.
En Barcelona muchas panaderías tiran grandes cantidades de pan al final del día. A algunas van voluntarios a recogerlo para llevarlo a centros de ayuda o darlo directamente a personas necesitadas, pero el pan de la mayoría va directamente a la basura un día y otro. Un responsable de la recogida explica que necesitan voluntarios para ir a recoger pan. Una parte podría aprovecharse. Quienes deseen colaborar pueden hacerlo (armandfigueras@hotmail.com).
En les Terres de l’Ebre el 40 por ciento de los cítricos se quedan este año sin recolectar. Lo mismo está pasando en amplias zona de la Comunidad Valenciana. Los árboles están repletos de frutos y nadie los recoge. Algunos agricultores invitan a que las coja quien quiera para su casa.
Son miles de toneladas perdidas. Zonas de regadío situadas junto al Ebro en la zona de Tortosa, tierras muy feraces, están abandonadas. Podría comprenderse la falta de rentabilidad en áreas de secano de escasa producción, pero no en las huertas.
Los agricultores están arruinados. ¿Cómo se entiende?
En consecuencia, tampoco tienen trabajo los temporeros, en su mayoría inmigrantes.