La gran parte de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona se ha revelado contra el tratamiento que está recibiendo la Navidad por parte del Gobierno de la alcaldesa Ada Colau. Ya los barceloneses los últimos años se venían quejando cómo Barcelona lucía desmejorada y se descafeinaban las celebraciones de la Navidad y los adornos navideños en la capital catalana. Este año los ciudadanos han visto cómo la ciudad luce aún peor. La oposición se ha hecho eco de esa realidad y ha instado a la alcaldesa a un cambio necesario e inmediato.
Ada Colau no está siendo la alcaldesa de todos los barceloneses sino de algunos de los que la apoyan, pero olvida la religiosidad de unas Fiestas de la que una gran parte de los habitantes de la ciudad participan, o también olvida que su ideología no debe imponerse a la institución que representa el consistorio catalán.
Los grupos de la oposición han acusado al Gobierno de Colau de manifestar sus complejos ideológicos y han pedido que apoyen al comercio en Barcelona y alegren la ilusión infantil. El concejal de CiudadanosPaco Sierra afirmó “las bombillas no son ni de izquierdas ni de derechas ¡son insuficientes!; al menos, en Barcelona”. “Ustedes llevan años demostrando que son unos inútiles a la hora de celebrar la Navidad –subrayó la representante de ERC Trini Capdevila al concejal de Comercio, Agustí Colom–. La plaza Catalunya da pena, y la de Urquinaona, miedo”. Y es que del arco parlamentario municipal lo que ha habido ha sido unanimidad en criticar el enfoque de las NAvidades que está haciendo el partido de gobierno.
PDECat, Cs, ERC, PSC y PP se han unido sorprendentemente en esta crítica a la gestión del gobierno actual coincidiendo en que Barcelona luce durante estas fiestas más triste que nunca. “Es necesario un debate sobre la iluminación de calles, fachadas y equipamientos –afirmó el demócrata Raimond Blasi–. Tenemos que dejar atrás la oscuridad que nos trajo el Senyor Hivern y su celebración del solsticio. Hemos de promover la participación ciudadana, recuperar el concurso de iluminación de fachadas, tener en cuenta a los vecinos…”. “La próxima campaña de Navidad ha de ser fruto de un pacto –afirmó Montse Ballarín, del PSC–. Hay que fomentar el consumo responsable, pero sin sacrificar la economía local. Esta temporada es fundamental para el comercio”. “La campaña de Navidad es un rehén político de Colau”, sentenció el popular Javier Mulleras.
Todos los grupos de la oposición, salvo la CUP, que prefirió no participar en el debate, se hicieron eco de las quejas que los comerciantes no cesan de repetir estos días. La inmensa mayoría de los ediles del Consistorio pidió así un punto de inflexión, un nuevo modelo de colaboración público privada, un proyecto del celebración navideña de ciudad en el que participen gremios, vecinos y comerciantes, pero que esté del todo liderado por el Ayuntamiento.
Un pesebre ininteligible
Por otro lado, el tradicional pesebre de la plaza Sant Jaume este año ha costado 114.000 euros. En su inauguración, los periodistas quedaron convencidos de que la factura era de 60.000 euros. Pero el comisionado de Cultura, Joan Subirats, informó ayer de que el costo es de 114.000 debido a los gastos en vigilancia, montaje, desmontaje. Se trata, sin embargo, de un Belén que pocos han entendido y que responde a una cena donde hay sillas vacías.
Los ediles del PP y Ciudadanos pidieron al gobierno de Ada Colau que desmantele este pesebre y monte otro tradicional. Cs y PP acusaron a los comunes de menospreciar el carácter religioso de la Navidad. “¿Harían otra performance con otras religiones?”, dijo Marilén Barceló, de Cs. “Colau quiere hacerle la competencia al Grinch –destacó el popular Alberto Villagrasa–, ¡los niños no entienden nada!”.