La caravana que partió de San Pedro Sula con destino a Estados Unidos ha provocado las iras de la Administración Trump, que convirtió a esta caravana en una especie de desafío para su seguridad nacional y en un argumento electoral ante las Legislativas que se avecinaban. Pero el mero cierre solo provoca más ilegalidad y más corrupción en una frontera a través de la que todos los días se comercia ilegalmente con personas y mercancías. La doble vara de medir debería quedar al descubierto, al mismo tiempo que habría que desactivar el uso ideológico y electoral de las migraciones. Me parece que nunca como hoy, en materia migratoria urgen acuerdos transversales entre Gobiernos y organismos internacionales para afrontar el fenómeno con humanidad y orden.