Una parte, pequeña eso sí, de las 34.000 corredoras que participaron en la “Cursa de la Dona” que se celebró el domingo pasado en Barcelona para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer de mama, recibieron por parte de los organizadores una bolsa de regalo donde se encontraban obsequios de las empresas patrocinadoras. Hasta aquí todo perfecto: éxito de participación por una causa magnifica. Pero, después, grupos feministas han montado una de no te menees, sobre todo en las redes sociales, porque Ah! Ofensa, las bolsas con regalos contenían pinta uñas, productos de limpieza, revistas de moda o infusiones adelgazantes, como una infusión de cardo mariano o una infusión de romero. Eso ha sido la ofensa para un 20% de las participantes (el otro 80% estaba encantada con los obsequios, si más no, por aquello de a burro regalado no le mires el dentado) ¿Se imaginan a unos corredores benéficos protestando porque les dan una bolsa de regalo que contiene revistas para hombres, maquinillas de afeitar, lociones o infusiones para tener el vientre plano? Pues ese contraste entre estas dos escenas señala que algo profundo, irracional, y por ello peligroso, funciona en determinadas versiones del feminismo, convertido en un moralismo de vía estrecha, que se queja y protesta por absurdos. ¿Es que acaso es malo que las mujeres se pinten las uñas, tomen infusiones para adelgazar y compren el Hola, o adquieran productos de limpieza? ¿Qué tiene de ofensivo todo eso?
Al actuar de esa manera, ese feminismo del woman power, en realidad ataca a la mujer que encuentran todo eso normal, tanto que ocupa una parte nada menor de su consumo. Su percepción de la igualdad no es la buena –la de la igualdad en los derechos civiles, políticos y laborales– sino una especie de igualdad freudiana, mimética, en relación con el hombre, que culmina en este caso, con el espectacular argumento de que ¡a un hombre no le hubieran regalado infusiones para dulcificar la menstruación! Obviamente no, pero no a causa de que resultara ofensivo, sino porque sería simplemente inútil.