En Letonia, dentro del viaje apostólico a las repúblicas bálticas, el Papa Francisco ha recalcado que el desarrollo humano también se mide por la capacidad de generar y acoger la vida, y que trabajar por la libertad significa comprometerse por un desarrollo integral e integrador de las personas y de la comunidad.
Como ha querido reconocer el Papa, dirigiéndose especialmente a los mayores, los letones conocen muy bien el precio de esa libertad. Hoy es un hecho que en nombre de la libertad, como ha subrayado Francisco, se llega a someter a los ancianos al ostracismo, la soledad y la miseria.
Pero allí donde más presente ha estado el sufrimiento, con más entereza han florecido los valores que conforman al pueblo letón, de profundas raíces cristianas. Ni el régimen nazi ni el soviético consiguieron apagar la fe en sus corazones.